06/08/2006

«A mí no me van a pisotear, yo siempre luché»

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Al llegar preguntamos por Pereyra, el referente de los carreros. No fue difícil hallarlo. Ramón es querido y respetado por todos. Tenía el cumpleaños de su nieta, y, sin embargo, prefirió quedarse con los compañeros, preparando el festejo para agasajar a quienes ayudaron y colaboraron para que hoy puedan trabajar tranquilos, sin temor a que les quiten sus carros.


Ramón Pereyra nos recibe en la Escuela Media 23 de La Loma, un humilde barrio de casas de chapas y ladrillos, con un arroyito que lo cruza y perros flacos que corren tras los colectivos. Frente al colegio, una inmensa «laguna» es la canchita que se inunda cuando llueve, ahogando por días las ganas de los pibes de jugar un «fulbito». El resultado menos duro para tan sufrida barriada.

Saluda efusivamente. Tiene en sus brazos un cuadernito donde prolijamente anota todo. Lleva registradas varias «cuentas claras», entre ellas la cuenta de la última «vaquita» que se hizo para comprar más gaseosas. También lleva un alargue para que los compañeros puedan seguir escuchando música y tener luz para la noche. Está preparado para hablar.

A primera vista cualquiera podría decir que este hombre de 61 años es un anciano que ya está dispuesto a tener su merecido descanso mientras ve crecer a los nietos. Pero no. Nada más lejos que eso. Tan activo como si tuviera 20, sale a pelear todos los días por el pan cotidiano. Ese pan que se le niega a tantos, a muchos en esa zona. La fuerza que lo impulsa a seguir luchando tuvo un comienzo doloroso.

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Así le relató a ANRed el por qué de su lucha y la convicción de nunca bajar los brazos:

«Mi nombre es Ramón Francisco Pereyra, soy carrero, cartonero del partido de Lomas de Zamora y he comenzado esta lucha porque me duele mucho la injusticia. Mis padres me enseñaron que servir al prójimo es servirse a uno mismo. Por eso yo empecé esto y se lo dije a los carreros, como se lo dije a Pedro Ponce y luego a Cherco de Correpi.

«Fuimos buscando los medios para llevar adelante esta lucha que tenemos los carreros, porque el señor Almeida (de la municipalidad) sacó a relucir una ley, que es del año 1979, cuando estaba el Teniente Coronel Rosales como intendente de Lomas de Zamora, y para mí era una injusticia porque yo encontré una señora viniendo de trabajar con el carro cargado, con dos criaturitas de 5 ó 6 años, los traía de la mano y el caballo de tiro, y esas cosas me duelen mucho.

«Yo soy una persona que viene de muy abajo, que ha luchado sólo desde los 11 años y sé lo que es el maltrato de la policía, de los políticos, que están nada más para cobrar un sueldo y aparecen nomás cuando necesitan un voto para decir «no se haga problema, lo pasamos a buscar en remís, tome 20 pesos, tome esta bolsa de comida». Pero yo con eso no vivo todo el año; ellos me están diciendo a pobreza más pobreza.

«A mí que me den una fuente de trabajo digna, para tener un sueldo, la obra social como cualquier obrero. Entonces que estos señores se dejen de joder, ellos están puestos por la comunidad, no es que la comunidad está al servicio de ellos. Yo acá en mi barrio hago trabajo comunitario, tanto de custodia en las escuelas para que los chicos salgan tranquilos del colegio, pero a mí no me paga nadie. Yo estoy contento porque creo que lo que hago hoy por la comunidad otro lo va a hacer después por mis nietos o por los hijos de mis nietos. Son muchas las cosas que me llevan a seguir adelante.

«Hace 30 años que vivo en este barrio. Trabajé durante 14 años en la Caja de Subsidios para Empleados de Comercio (CASFEC). Por intermedio de Menem, Duhalde y Cavallo, me sacan de mi trabajo porque estaba en lucha por la escuela 75 que se estaba construyendo, y la empresa de Tito de Soto da quiebra cuando la escuela estaba hecha en un 75 por ciento y se empiezan a robar todos los materiales que había en el colegio. Un día vine y vi que estaban desarmando el obrador y le digo «Señores. ¿qué están haciendo?». Me dijo «Y vos qué te metés». «Yo soy uno más de la comunidad -les digo-, que, cuando compra un kilo de yerba o de pan, está aportando para que esto se haga». Entonces me corresponde a mí también pelear por esto. Ese día me puse mal, los saqué y le hablé a Pedro Ponce. Con Adolfo Herrera, que es quien prácticamente asentó el primer ladrillo en la Escuela Media 23, nos unimos y formamos una comisión de lucha por el colegio. Así fuimos peleando y así pienso seguir peleando porque en el barrio faltan muchas cosas y los políticos no hacen nada.

«Como Navarro, que vino y me hizo quedar mal con la gente, me dijo cuando la EM 23 tenía 3 aulas hechas, en el fondo había unas lagunas, los chicos vivían enfermos… lo traje una vez, pensando que era una persona honesta, dijo «quédense tranquilos, mañana mando las máquinas para que desagoten toda el agua». Le dije si nos podía hacer el favor de mandar un médico para los chicos que estaban enfermos. Me dijo que no me haga problema, que lo dé por hecho, pero tenemos que tener un lugar físico como para que los médicos vengan a hacer atención médica. Le digo no se haga problema, yo pertenezco a la cooperadora de la escuela 23, le pido al director un aula y lo hacemos ahí. Me dijo «hoy es jueves, el sábado los tiene acá los médicos». Estaba la gente esperando con las criaturas y los médicos no vinieron, porque no los mandó.

«Es lo mismo que hacen todos, él, Norma Gómez. Como le dije a ella cuando estábamos discutiendo lo de los carreros, porque ella jamás se embarró los tacos cuando llueve, y yo sin embargo anduve con el agua hasta la cintura y con mi carro sacando a la gente para evacuar en la EM 75. Tuve que mendigar en la municipalidad para que me den la mercadería para darle de comer a la gente, y habiendo una puntera política, como es Norma Peloso… Yo no sé, ¿ellos no son padres de familia, no tienen hijos? Yo le dije a todos los concejales: ustedes no tienen sentimientos.

«Me decido por el retiro voluntario, que sacaron Menem y Cavallo. Yo ganaba bien, estaba 3 días por semana en mi casa porque viajaba, pero ganaba 1400 pesos por mes. Me sacan por el retiro voluntario, me decían que me convenía, pagaban en dos cuotas, el contador me dijo que iba a cobrar tantos dólares. Le dije a mi señora, quedáte tranquila que con eso no vamos a pasar hambre, nos ponemos un negocito, están las dos camionetas para que trabajen los chicos, y la otra cuota la guardamos para cuando seamos más viejos y no podamos trabajar. Agarro contento, dije; voy a seguir adelante…

«Cuando un día voy y me dicen mañana no tenés que venir, ya Menem y Cavallo habían sacado una ley que decía que íbamos a cobrar 400 pesos por mes. Yo caí en un estado de depresión, me quería morir. Tuve la desgracia de perder a mi hija… me dejó 6 nietos. Mi señora me decía «qué hacemos ahora, están los nietos, reaccioná». Yo lo único que le contesté fue «bueno». A la noche vino mi nieta y me abrazó. Yo dije no puedo seguir así, estas basuras no me van a pisotear, yo siempre luché. Y empecé a cambiar. Tuve la desgracia de que me mataran a un hijo en el puente también, pero igual me levanté. Le dije a mi señora que se quede tranquila, que estaba dispuesto a pelear. Yo no tengo jubilación ni nada, mi casa está llena de cartones, plásticos, de todo, pero a mis nietos no les falta el plato de comida y eso es la riqueza más grande que tengo en mi vida».

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Sus ojos se llenan de lágrimas y sus labios ya no pronuncian más palabras. Recuerda, evoca otros tiempos quizás. Mira el cielo límpido que queda después que el viento se llevó lejos, muy lejos las nubes. Luego mira su barrio, los pibes corriendo, los perros flacos, los colectivos. Alguien viene a buscarlo. Con los últimos rayos del sol que se desvanecen en el horizonte, Ramón nos saluda y avisa que debe continuar con la fiesta para los compañeros carreros.

Lo dejamos con sus tareas, con la lucha. Él nos dejó su ejemplo.

Ernestina Arias


Para más información:

https://www.anred.org/article.php3?id_article=1642



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