10/06/2015

«La conciencia te la da la lucha”

1-1690.jpgEl viernes pasado, seis trabajadores y delegados aceiteros -junto con uno de los abogados de la Federación- participaron de una charla en el marco del reciente triunfo en la negociación salarial, donde alcanzaron un salario mínimo de $14.300. La mención y el recuerdo a Horacio Zamboni, la necesidad de cambiar a los sindicatos y a la Federación desde adentro y el trabajo de concientización de clase con las bases fueron algunos de los ejes del encuentro. «No contaban con que la gente iba hasta las últimas consecuencias. No teníamos ni una lona, nos tapábamos con cartones. Lo único que llevamos era la conciencia de clase, nada más fuimos con eso. Y lo logramos”, afirmaron. Por ANRed.


Pasadas las 18:00hs del viernes 5 de junio, seis delegados de los trabajadores de Nidera Valentín Alsina, Ezequiel Roldán, Víctor Irala, Gastón Medina, Héctor Ramírez, Walter Salazar y José Luis Fernández, acompañados por Matías Cremonte, asesor legal de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA), comenzaron la charla que se extendería por más de 2 horas y que tuvo como objetivo contar el proceso de lucha de los obreros aceiteros. Desde lo que significó la llegada de Horacio Zamboni en el 2004 al sindicato de Rosario hasta la batalla por ganar la Federación en el 2013 y la reciente huelga de 25 días para lograr el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM). También repasaron la pelea que se dio en el sindicato de Capital y la importancia de la concientización de las bases.

La jornada fue organizada por el Grupo de Aporte al Comunismo (GAC) en su local de Chacarita, en la Ciudad de Buenos Aires, y contó con la presencia de trabajadores estatales, docentes, de Metalsa y de Calsa, entre otros, así como de integrantes de distintas agrupaciones como El Roble, Rompiendo Cadenas y Colectivo Hombre Nuevo.

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«El derecho a un salario digno en los términos de la Constitución no es un pasaporte automático a que lo paguen, hay que pelearlo”

Matías Cremonte considera al abogado laboralista Horacio Zamboni, militante sindical y político, como el «mentor del proceso”. Y señala que el proceso actual de la lucha de los trabajadores aceiteros tiene «dos pilares fundamentales que hacen a las banderas que llevó el sindicato Rosario, luego el de Capital y finalmente la Federación. La primera bandera es metodológica: la democracia obrera, la importancia de volver a hacer asambleas dentro de las fábricas, que no era una práctica en ese momento. La segunda bandera es la del planteo salarial fundado en el principio constitucional del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM).

Zamboni afirmaba que a la hora de discutir salarios lo primero que había que hacer era poner sobre la mesa el valor que tiene la fuerza de trabajo en sí mismo. «Ahí surge el planteo de fondo y de encontrar el número necesario para fijar el valor de la fuerza de trabajo. Esto viene del Artículo 14bis de la Constitución Nacional y de la Ley de Contrato de Trabajo en el Artículo 116, indica el abogado, al tiempo que reseña lo que implica: alimentación adecuada, vivienda digna, vestimenta, transporte, educación, asistencia sanitaria, vacaciones y previsión.

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La negociación paritaria en Rosario se llevaba adelante por empresas y no a nivel de actividad. En el 2004, el salario del obrero aceitero era de una suma aproximada a $500. «El problema -dice Cremonte- era encontrar quién calculaba el SMVM, que no lo calculaba el INDEC, no lo calculaba el Consejo del Salario”. Se le encargó a un Instituto de la Universidad de Buenos Aires que tomó «la última encuesta de gastos de hogares que se había hecho en la Argentina del año 96, 97. Se calculó cuánto se gastaba en ese momento y cuánto era necesario para un hogar y dio $1564. Asimismo, asevera que lo novedoso de esa paritaria era que los sindicatos planteaban un porcentaje del 10, 20, 30, pero que «nadie lo hacía con un fundamento, que era el del valor de la fuerza de trabajo”.

Si bien en ese año no se llegó al salario de $1564, «se dieron saltos muy importantes. La primera enseñanza fue conocer que el derecho a un salario digno en los términos de la Constitución o de la Ley de Contrato de Trabajo no es un pasaporte automático a que lo paguen, además había que ir a pelearlo y, según las relaciones de fuerza, se podía llegar a más o a menos”, explica Matías. Y concluye: «Si alguien quiere contratar trabajo tiene que pagar el SMVM y sino no lo puede contratar. Cualquier delegado de aquellos años, hoy conducción, o cualquiera de los que está acá, hoy puede recitar eso y explicarlo sin ningún tipo de equivocación, porque estamos todos convencidos de que es así”.

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«O nos convertíamos en algo que no éramos o realmente dábamos la lucha. Jamás nos convertimos en algo que no somos”

Con el paso de los años y ya que las empresas eran las mismas, se hace un acuerdo entre Rosario y Capital para ir a una paritaria de conjunto. «Se llevó ese mismo planteo, con más fuerza, pero sin llegar a ese punto de que se pague el salario exigido”, recuerda Cremonte.

En el 2009 se decide entre estos dos sindicatos y algunos otros «disputar la Federación con la idea de que estos salarios que se podían conseguir en Rosario y Capital puedan llegar a nivel nacional”, narra el asesor legal y recalca que «hay un objetivo solidario en el origen porque ni los obreros aceiteros de Rosario ni los de Capital tenían la necesidad de ir a la Federación para tener buenos salarios”.

En una alianza con otros sectores se logra la conducción y se hacen planteos inéditos para la Federación de aquel entonces, como la elección de delegados o la convocatoria a plenarios. «En el 2012 el sector burocrático se da cuenta de que empezaba a peligrar su permanencia en esa conducción o incluso mantener los negocios que tenían con algunas empresas, como firmar convenios a la baja”, asegura Matías y menciona que la disputa por la conducción de la Federación tuvo una etapa previa, que fue ganar la conducción de los sindicatos: «Cada sindicato elegía sus congresales, que los designaba la Comisión Directiva, entonces era absolutamente burocrático, sin representatividad, sin siquiera elegir en una asamblea. Hubo que darse un proceso de disputar y ganar algunos sindicatos para lograr esa mayoría. Donde se permitió disputar, ganó la lista que se propuso cambiar.

Para Cremonte, la madre de las batallas se dio en Capital, sindicato cuya cabeza era Oscar Rojas, quien era además secretario de la Federación y presidente de la Obra Social.

Ezequiel Roldán sostiene que «en las paritarias estaban Daniel Yofra y Adrián Dávalos, hoy dirigentes de la Federación” y que «a Rojas ni siquiera le importaban. De hecho, en una, se había ido de vacaciones. Pero los que estaban abajo luchaban por el SMVM y por eso se conseguía a nivel Federación. Rojas nunca iba a la fábrica, jamás estaba con a los compañeros. Se manejaba desde su escritorio y nunca atendía a los intereses de los trabajadores. En realidad sólo trabajó un año en Dánica y llegó a su cargo por una movida política”. «En las paritarias -observa Héctor Ramírez- no consultaban a la bases, venían y decían «˜arreglamos un 24%, es lo que pudimos conseguir»™. Y nosotros teníamos ya paradas las plantas, habíamos tomado medidas de fuerza en asambleas”.

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Roldán cuenta que en una reunión de Comisión Directiva Rojas dice: «yo quiero seguir al frente de la Federación, el que esté conmigo que me siga y el que no esté, lo voy a bajar”. A partir de ese momento, destaca el delegado, «en Nidera Valentín Alsina, en Dánica Llavallol y en otras empresas de Buenos Aires decidimos hacer algo. Nos juntamos un grupo de delegados, de trabajadores, conjuntamente con la gente de Rosario, y con Matías Cremonte, Carlos Zamboni, José Luis Mayo, Eduardo Labra, Daniel Díaz (1), entre otros”.

Hoy es una anécdota que en una reunión de Comisión Directiva y sabiendo Rojas que ya era minoría, los trabajadores se encuentran al llegar con 30, 40 personas que no eran obreros. Acompañados por una escribana, les preguntan quiénes son, a lo que responden: «Somos mercenarios”.

Ezequiel relata que de 10 votos, Rojas tenía 4. Entonces «sacan una lista y te dicen «˜vos no entrás»™. Nosotros éramos 6, sacaron 3, obviamente ganaban. Hacemos la reunión en la calle, con la escribana”. Ramírez agrega: «Nosotros lo echamos al secretario de nuestra fábrica. Lo quisieron expulsar al compañero y nosotros no íbamos a dejar que lo hagan. Como él es de adentro, nosotros acompañábamos de la planta”. A su voz se suma la de Víctor Irala: «Iba a entregar a los compañeros combativos. Estábamos marcados porque íbamos a ganar la planta”.

«Sabíamos que todos los laburantes nos conocían, sabían lo que somos «“expresa Roldán- Pero del lado de ellos estaba el poder, la plata, los sobornos. Teníamos dos posibilidades: o nos convertíamos en algo que no éramos, que no somos, o realmente dábamos la lucha. Jamás nos convertimos en algo que no somos. Y entonces dijimos «˜vamos a la lucha»™, como trabajadores tenemos que darla. Si nosotros perdíamos ni siquiera en la fábrica nos quedábamos, ya que había circulado una lista con 40 personas donde toda esa gente iba a quedar en la calle. Así se mueve la burocracia”.

«No contaban con la conciencia de la gente”

Una vez que ganaron en los sindicatos las listas que proponían el cambio, llega una fecha clave para la historia de los obreros aceiteros: el 17 de julio de 2013. Ese día, en Necochea, se debía llevar adelante el Congreso de la Federación para elegir nuevas autoridades.

Habitualmente los congresos se realizaban en la ciudad cordobesa de La Falda, donde la Federación tiene un hotel, pero esta vez la decisión de Rojas y compañía fue llevarlo a un camping de la UATRE -cuyo Secretario General es Gerónimo «Momo” Venegas-, en las afueras de la ciudad balnearia.

Así lo rememora Cremonte: «Había armado todo para hacer la típica, que era un Congreso que, aunque no le den los números, iba a ganar. ¿Cómo? Igual que lo que había intentado hacer en Capital: manipulando los congresales. Armó un listado que le daba mayoría a él. Nosotros teníamos la lista de congresales elegidos que nos daba mayoría a nosotros. Como había pasado en capital, la presencia de patovicas era notoria, así como la del personal de seguridad de UATRE.

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Pero, plantea José Luis Fernández, «no contaban con la conciencia de la gente”. «Nosotros habíamos convocado unos 500 trabajadores”, confirma Walter Salazar. Matías señala que «se decide contrarrestar. Sabiendo que nos esperaba una emboscada, fueron micros con trabajadores, sobre todo de Rosario y Capital, a enfrentar esa situación. Es decir, no ir los congresales solos sino con apoyo real. No contaban con que se iba a participar activamente, con 500 obreros decididos a que se haga el Congreso.

Como estrategia se planteó que Daniel Yofra hiciera una moción de orden para que dejasen entrar a los congresales que faltaban y que, además, salieran los que sobraban. Cuando presenta la petición, «los patovicas se nos vienen encima a nosotros, a los que estábamos adentro. A gritarnos, a insultarnos. Nos enfrentaron y ahí empezó una batalla campal, cuenta Ramírez.

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«Imagínate «“dice Salazar- una calle de tierra, todo con pinos, cruzamos la primera línea de patovicas y nos encontramos con la segunda. Ahí empiezan los tiros. Quinientas personas yendo para adelante contra todo. Fue un momento complicado, difícil. No tomábamos conciencia de lo que hacíamos. La tomamos después cuando volvimos a Buenos Aires”. Y Ramírez reafirma: «Uno va con conciencia de ir a pelear por lo suyo y no ve lo que puede llegar a ocurrir. Pensás en los patovicas y pensás que golpes vas a recibir seguro, pero adentro empezaron los tiros y a la altura del cuerpo. Por eso a uno de los delegados de capital le pegaron un tiro en la pierna”.

«Detrás de esto está nuestra familia. Para defender eso no hay nada que te detenga. Esa es la verdad”, reflexiona Fernández.

El Congreso finalmente se suspendió. «Se hace un mes después en Córdoba con los congresales que debían ser y queda una lista única, que es la que está ahora, refiere Cremonte.

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«Lo único que llevamos era la conciencia de clase y lo logramos”

El 29 de mayo de este año llegó con la noticia del acuerdo paritario aceitero: el salario mínimo de $10.500 -logrado en la primera paritaria de la nueva conducción en el 2014- pasaba a $14.300. Este porcentaje del 36% rompió además el techo en «paritarias libres” que delimitó el gobierno encabezado por Cristina Fernández.

El acuerdo del 2014 vencía el 31 de marzo de este año. El abogado indica que «la encuesta de hogares se había actualizado. Ese cálculo se hizo de nuevo en el 2012, 2013. Podemos no confiar en el INDEC, pero la encuesta revelaba cosas que eran distintas a las del 96, 97, no había internet, no había celulares, el alquiler era el 5% de un salario«¦ Tomar ese parámetro implicaba que el mínimo sea $14.931. Nos preguntaban por qué un 42%. Y era porque con el nuevo cálculo había que llevarlo a ese monto. Si hubiera que hacer un corte de un primer balance que se dio en el medio de la disputa, es que esa discusión se generalizó. En todos lados salió por qué se piden $14.931 y que ese es el valor de la fuerza de trabajo. Que el salario lo fijan las necesidades, no el mercado.

Respecto de la huelga sostenida de forma ininterrumpida por 25 días, del 4 al 29 de mayo, Matías recalca: «Esta federación tiene una particularidad. No hace paros de 24, 48 horas, va a al paro hasta que se arregle. Fuimos al paro el 1º de abril y nos dictan la conciliación obligatoria, que termina el 4 de mayo. Arranca de nuevo ese día el paro. Los primeros días nos dimos cuenta que las patronales estaban decididos a jugar un partido fuerte. Estábamos acostumbrados a que preferían no perder plata, pero esta vez no querían un acuerdo. También fueron a todo o nada. 25 días y nada y ya llevaban perdiendo millones y millones de dólares”.

Pero también, además de la patronal, empezaba a jugar fuerte otro actor: el gobierno nacional, sobre todo a través de Carlos Tomada, Ministro de Trabajo, y de Axel Kicillof, Ministro de Economía. «A 17 días de paro «“expone Cremonte- llegamos a un acuerdo con los patrones. Nosotros bajamos de $14.900 a $14.300. Pero en el Ministerio de Trabajo la orden fue que no se arregle nada. La exigencia patronal fue que el Ministerio nos diga que estaba de acuerdo porque no querían represalias por haber firmado más de la pauta oficial”. Y continúa: «Empiezan las convocatorias de los Ministerios. Esto no nos había pasado nunca, de ir al Ministerio de Economía, y nos explicaban que no se podía firmar más que el 27,8%. Justo lo que habían firmado la UOM, la UOCRA, UPCN”.

Para Ramírez, «viene un cambio de gobierno y lo primero que vienen a atacar es el SMVM. Nosotros estábamos preparados, veníamos concientizando en las asambleas, que esta paritaria iba a ser la madre de las batallas. Por eso aguantamos. Uno se da cuenta lo que viene, sabemos que van a venir por nosotros. Decíamos «˜si ya se le termina el tiempo a este gobierno, por qué se meten ahora en nuestra paritaria»™. Le están haciendo el trabajo para el que viene”.

El asesor legal destaca que si bien «los convenios no hace falta que se firmen en el Ministerio de Trabajo. El convenio firmado entre nosotros y las cámaras es de aplicación obligatoria para los trabajadores de las empresas que están en esas cámaras. Necesitamos que el Ministerio lo homologue para que sea de aplicación para todos los trabajadores aceiteros de todo el país. Por eso no es menor que se homologue”.

Luego de la negativa del gobierno, que sostuvo que el 36% no era viable, se realiza el 25 de mayo en Rosario una gran asamblea, con la presencia de más de 1000 obreros de distintas plantas del país, donde se aprueba el 36% y «se decide que todos los trabajadores que estaban ahí iban a ir al cordón, al norte de Rosario, donde están las empresas que tienen sus puertos y que están en el ámbito del sindicato aceitero de San Lorenzo que no paraban, que era un pulmón para ellos. Se decide bloquear todo, no se carga un barco más, no se descargan los camiones. Eso es lo que define, sentencia Matías.

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Héctor Ramírez relata: «Nosotros fuimos con lo puesto y no podíamos volver sin traer firmado el acuerdo. La gente que está en los sindicatos y en la Federación está muy concientizada a lo que va y volvimos con eso. No íbamos a volver sin el acta firmada. Si teníamos que quedarnos más días ahí, nos íbamos a quedar porque sabíamos que si volvíamos perdíamos todo. Esto marca además a los que ahora piden aumentos del 35%, 33%. Hoy levantan la bandera de los aceiteros, pero en ese momento estábamos solos. Ni llamada de la CGT, ni llamada de nadie. Aceiteros contra el gobierno y la patronal. Pero no contaban con que la gente iba hasta las últimas consecuencias. No teníamos ni una lona, nos tapábamos con cartones. Hay gente que flaquea, son muchos días, tenés tus hijos, tu mujer, tus padres lejos, y el compañero de al lado animaba, «˜dale, dale, que falta poco»™. Se necesita a los compañeros para que te animen, para aguantar. Lo único que llevamos era la conciencia de clase, nada más fuimos con eso. Y lo logramos. Fue durísimo. Cuando nos dijeron que firmamos por el 36% la gente lloraba”.

«Este sindicato es único. La gente que nosotros tenemos arriba pelea por todo, agrega José Luis Fernández y continúa Ramírez: «Nosotros le debemos a ellos. Fueron a pelear contra Tomada, contra Kicillof. Estábamos orgullosos de nuestra Federación, de los abogados, y por eso íbamos hasta lo último, porque sabemos que ellos no nos iban a traicionar y nosotros no los íbamos a traicionar a ellos. Nos debemos a esta Federación. Cambiamos esta Federación, echamos al que estaba por esto que estamos viviendo hoy. Somos todos iguales, allá compartíamos todo, y eso es lo bueno de este movimiento: por más que él esté en Federación somos todos iguales. Es muy raro que le digamos «˜secretario»™: acá es el Mono, el Cabezón (se refiere a Dávalos y a Yofra respectivamente). Eso es lo lindo, el cambio”.

Cremonte plantea un punto importante: «Como parte de una política de la Federación, se peleó para terminar con las contratistas y la tercerización. Obreros aceiteros, que cobraban convenio aceitero, eran un puñadito. Después había comercio, carga y descarga, y otros. Vos parabas aceiteros pero paraba un grupo y seguía todo. Una política de entrada fue decir: «˜No, acá se aplica un solo convenio, la actividad principal, y no puede haber empresas contratistas ni tercerizadas»™. Prácticamente se erradicó, hoy todos son obreros aceiteros”.

Fernández, quien estuvo 5 años por agencia, asegura que «eso fue trabajo del sindicato. Como yo, había mucha gente que estaba por agencia, y si no fuese por el sindicato no estaríamos efectivizados. Hoy tengo 10 años y soy delegado. Yo para retribuirles algo tenía que aportar lo mío y apoyar”.

«Eso hace entonces que un paro en una planta aceitera sea un paro total «“concluye el abogado- No entra un camión, no se descarga, no se procesa, no sale un barco. El 29 de mayo firmamos un acta que actualizaba el salario mínimo de 10.500 a 13.420, que era el 27,8%, y firmamos otro acta con las patronales donde hay un ítem por la diferencia hasta llegar al 36%, con un presentismo fijo de $500 y con un adicional, parte del básico, todo remunerativo y desde el 1º de abril”.

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«Vos empezás a laburar y llega un momento en que decís basta. Y en ese cansancio empezamos a profundizar”

El trabajo de base en las fábricas fue fundamental para sostener un paro por 25 días, así como las movilizaciones, piquetes y bloqueos. ¿Cómo se logra? Roldán responde que «la conciencia te la da la lucha. En Nidera había 30 afiliados y eran 130 trabajadores. Nos pusimos a trabajar. No nos pagaban francos, laburábamos de lunes a lunes, no nos pagaban el turno, absolutamente nada. Tenemos un compañero que estuvo un año trabajando de lunes a lunes. Dijimos «˜basta, hasta acá llegamos»™. Vos empezás a laburar y llega un momento en que decís basta. Y en ese cansancio empezamos a profundizar, a hablar con los compañeros, a concientizar. Nos empezamos a organizar y fuimos a un paro de 14 días en el 2006. Y eso marcó un final y un principio. Un principio en la conciencia de los trabajadores. Ganamos: empezaron a pagar los turnos, a hacer la diferencia por hora, feriados»¦ Desde esa concientización, de ese laburo que se hizo a partir de ese paro, es que se tiene una conciencia diferente y por la que se llegó a que en Nidera hoy hay 180 trabajadores concientizados y afiliados”.

Otra de las claves es que los delegados trabajan a la par de sus compañeros. De este modo lo reseña Ramírez: «Nosotros no estamos encerrados en el sindicato. Todos trabajamos. Por más que uno sea delegado o tenga un cargo en el sindicato, nosotros vamos a laburar a la planta. Vamos al sindicato cuando nos necesitan, sino estamos adentro de la planta. Sino perdés la relación con los compañeros. La idea es que, si vos sos delegado, tenés que estar en la planta; si sos parte de la comisión, hay que estar en la planta también. Hacemos nuestro recorrido como siempre porque tenés que hablar con los compañeros, pero después estás en la línea trabajando. Irala complementa: «Eso es diario, el recorrido, ver las inquietudes de los compañeros. Nos tomamos dos horas que nos marca el convenio para recorrer la planta, ver qué hace falta. Después nos juntamos con ellos en la oficina gremial, que son ratos nomás. No es que estamos metidos en la oficina, cada uno está en su puesto de trabajo en distintos sectores.

Ezequiel recuerda que cuando se postuló a delegado le preguntó a Daniel Yofra cómo era el sindicato: «le digo «˜decime la verdad»™. Me dijo que había cosas que podíamos llegar a cambiarlas. El cambio era de adentro y de afuera no íbamos a poder hacer absolutamente nada. Así fuimos arrancando, concientizando a la gente y hoy tenemos gente con mucha conciencia, que se refleja en la lucha y en la pelea día a día. Sin esa conciencia que logramos en la fábrica, día a día, el laburo de base y de los delegados, no hubiéramos llegado a esta lucha”. Y prosigue: «Sabemos que la conciencia de un compañero de otra provincia es otra. Tenemos algunas provincias donde hay una fábrica y si perdés el laburo no laburás más en ningún lado. O hay otras donde el intendente es dueño de la mayoría de las fábricas y, si te peleaste con él, ahí no vas a encontrar trabajo. Es mucho más difícil. Es laburo de todos los días, pero se llega. Nuestro laburo es en todo el país igual. Vamos a Formosa, a Santiago, a Córdoba, a La Rioja. Nuestra lucha es fortalecer”.

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«El SMVM debe ser no sólo para aceiteros sino para todos”

«Nosotros queremos el SMVM no sólo para los aceiteros sino para el resto de la clase -afirma Roldán- Salieron muchos a decir después de esta victoria que hay que imitar pero realmente nadie lo hace. Al margen de la patronal y el gobierno, que en las paritarias nos tuvieron como enemigos, también tenemos los gremios burócratas que firmaban por debajo de un salario mínimo, por un 26, 27%. El mensaje es para la clase, de realmente pelear por el SMVM. Somos el 10% los que peleamos el salario mínimo. Nosotros no queremos convencer a Caló, ni a los dirigentes de arriba, pero sí a las comisiones internas. Decirles que se movilicen y que peleen realmente por el SMVM, más allá de los burócratas que tienen arriba, como Caló, como Martínez, como un montón de otros”. Ramírez reflexiona: «Digamos 27% a cuotas y, a la larga, cuando terminen de cobrar, eso de bolsillo es un 20%. Son esos arreglos que hacen porque no les importa, ellos van y firman y qué le interesan a ellos los trabajadores, si están en un sillón y manejan todo de ahí. Eso es lo que a nosotros hoy no nos pasa”.

Cremonte asevera que «una de las cosas que siempre se plantea en esta Federación es que el SMVM debe ser no sólo para aceiteros sino para todos. Por un lado porque ese es el compromiso con la clase trabajadora. Yo calculo que esto es lo que se debe ganar acá, pero acá y en todos lados, no porque las fábricas aceiteras ganen mucho. Esto es lo mínimo que tiene que ganar cualquier trabajador. Eso es parte de la conciencia: cualquiera te va a decir esto tiene que ser para todos”.

Pero también, plantea, es una necesidad: «los compañeros saben que mientras sólo sea una conquista de los aceiteros va a durar poco. Sólo puede durar si se generaliza como política gremial. La lucha y la idea de generalizarlo tiene que ver con eso. La lucha por el SMVM es una lucha económica pero es también absolutamente política. Alguno plantea que eso sería medio reformista. Hoy, en la sociedad que tenemos, en el sistema en que vivimos y las características que tiene este capitalismo, pelear por el SMVM de acuerdo a su definición, con un cálculo y hacerlo público, para nosotros es absolutamente revolucionario. Para nosotros es muy claro que la conciencia principal que debe tener un obrero y un trabajador es la conciencia del valor de su fuerza de trabajo y a partir de ahí dar otra batalla”.


(1) Carlos Zamboni, hijo de Horacio, es asesor legal de la Federación; José Luis Mayo, Secretario de Prensa y Eduardo Labra, Tesorero. Daniel Díaz pertenece al Sindicato de Capital (SOEIA)


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