29/04/2015

Familiares y activistas denuncian las políticas migratorias de la UE

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Desde el año 2000 hasta finales de 2014, al menos 22.000 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo. La UE amenaza con más «fortaleza» ante las muertes de migrantes en el Mediterráneo, prepara también acuerdos con todos los países fronterizos a Libia e incluso prevé una intervención militar contra los traficantes en las playas. El Parlamento italiano ha aprobado pedir al Consejo de Seguridad de la ONU el bloqueo naval de Libia. Por Periódico Diagonal


Los llaman «˜harraga»™, los «quemadores”. En Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, en todo el Magreb, «a partir se le llama quemar, quemar los papeles, quemar las fronteras, quemar la vida si hace falta, pero partir” , según lo definía Merzak Allouache, director del documental Harraga, dedicado a estos jóvenes y no tan jóvenes, hombres, mujeres e incluso menores que arriesgan sus vidas para alcanzar la orilla norte del Mediterráneo. «Los procedimientos para lograr el visado a Europa son demasiado complicados, la gente sabe que no puede completarlos, por lo que deciden saltarse esas etapas. La lógica es la siguiente: me pones un obstáculo, consigues que sea infranqueable, así que voy a hacer todo lo necesario para rodearlo”, dice Kamel Belabed. Su hijo de 25 años desapareció en 2007, y Belabed empezó a organizarse con otros familiares de harragas desaparecidos de la ciudad de Annaba (Argelia) para buscarlos y presionar a las administraciones para que iniciaran comisiones de investigación. Hoy son casi 40 familias. Kamel Belabed sigue buscando a su hijo.

Según explica a Diagonal, el perfil es muy variado, e incluye desde personas paradas hasta licenciadas. «En 2007 se quería hacer creer que los harraga eran aventureros, gente sin futuro, gamberros, así que se plantea «˜combatirlos»™ desde Argelia. La consigna desde el otro lado del Mediterráneo es que «˜escondamos estas «˜miserias»™. El país se prepara para la «˜lucha»™ contra la inmigración, sacamos barcos de guerra para hacer frente a pequeñas embarcaciones, y empieza el drama. Nos dimos cuenta de que en esas barcas no había sólo jóvenes, sino también menores. En 2008 se constata que hay mujeres e incluso abuelos”. El problema en Argelia, dice Belabed, no es necesariamente económico, «está más ligado al nivel de vida y a cuestiones de libertad. La gente está asfixiada, necesita una bocanada de aire”.

Desde el año 2000 hasta finales de 2014, al menos 22.000 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones, pero las cifras reales son incalculables. Al número de personas desaparecidas contabilizadas por organizaciones de derechos humanos o de familiares se suman aquéllas provenientes principalmente de África subsahariana o de países en conflicto y de cuya desaparición a menudo no queda constancia. Según Belabed, «no se puede tener una estadística real”, y añade que «los Estados dan cifras según les interese, hoy pueden decir que son 5.000 y mañana, por razones políticas, dirán que son mil. Tampoco podemos dar estadísticas de muertos porque no conocemos los puntos de partida ni los de llegada. Pero lo cierto es que los cuerpos encontrados en el mar se cuentan por decenas de miles”.

Comisión independiente

En Túnez, el Foro Tunecino de Derechos Económicos y Sociales (FTDES) trata de presionar a las autoridades y de contabilizar el número de personas desaparecidas desde 2011, año de la revolución. Según datos del Fron­tex, cerca de 65.000 personas partieron desde Túnez y Libia hacia Europa «en el contexto de las revoluciones”, sin contar otras 80.000 que salieron del este del Mediterráneo. Sólo aquel año se contabilizaron unas 2.000 personas desaparecidas, mil de ellas tunecinas. Igual que los padres y madres de Annaba, los familiares de las personas desaparecidas en Túnez se han organizado y, apoyados por el FTDES y otras organizaciones de la sociedad civil, presionan al Gobierno para que se cree una comisión de investigación independiente sobre la suerte que corrieron sus hijos e hijas, algo a lo que se acaba de comprometer el presidente de la República.

Sin embargo, en las últimas semanas el Gobierno tunecino, y también el marroquí, siguen negociando con la UE la implementación de sendos «acuerdos de movilidad”, que forman parte de los acuerdos de «nueva generación” firmados en la última década con países africanos y que suponen la externalización de las fronteras europeas a los países del sur e incluyen cláusulas de «readmisión”. Tanto Túnez como Marruecos negocian ahora la creación de centros de detención para migrantes expulsados por Europa. «Ellos los llaman centros de acogida, pero son centros de detención de migrantes rechazados de Italia o de la UE. Esto es muy grave e inhumano”, dice Alaa Talbi, director ejecutivo del FTDES, que añade que «no es con el refuerzo de la seguridad como se van a evitar los dramas en el Mediterráneo, no es con la implementación de Frontex como vamos a parar el flujo migratorio. Es mediante un partenariado equitativo y de intercambio, que tenga en cuenta el aspecto cultural, económico y social”.

Según Talbi, en los últimos años el perfil migratorio ha cambiado, «no son simples migrantes económicos, sino que la mayoría son refugiados y demandantes de asilo, pero sólo han conseguido pasar hacia Europa cogiendo los barcos de la muerte”. Hoy, añade, «la mayoría de personas desaparecidas o muertas en el mar son de nacionalidad siria, sudanesa, eritrea, somalí y de otros países africanos, y el 90% de los barcos parten de Libia”. Frente a esta realidad, y a las últimas dos tragedias en las que han muerto en una semana 1.300 personas que partieron de las playas libias, la respuesta de la UE y de su agencia Frontex ha sido una mayor militarización y control de las fronteras a través de las misiones Tritón y Poseidón, según se decidió en la cumbre del pasado 23 de abril.

Militarización de fronteras

La UE prepara también acuerdos con todos los países fronterizos con Libia: Túnez, Argelia, Níger, Chad, Sudán y Egipto, e incluso prevé una intervención militar contra los traficantes en las playas libias, y el Parlamento italiano ha aprobado pedir al Consejo de Seguridad de la ONU el bloqueo naval de Libia. «Las guerras en la región sólo favorecen el flujo migratorio. No es con un bombardeo en Libia como se va a resolver el problema. Es cierto que hay redes de traficantes, pero qué van a hacer, ¿bombardear los puertos?”, denuncia Talbi.

«El problema de las personas que mueren en el mar, el problema de la migración desde el punto de vista humano, es que la vida de ciertos pueblos no pesa en la balanza, no cotiza en bolsa, el valor de un ser humano cambia de un país a otro”, dice Belabed. De hecho, la UE está violando, con su política migratoria centrada en lo securitario, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención de Ginebra, la Carta de Derechos Fundamentales de la UE o la Convención Internacional sobre la Protección de los Migrantes y sus Familias. «Hay personas que van a seguir arriesgando su vida en el mar, la causa son las restricciones de visados, una discriminación de un lado y de otro, y los Estados lo saben, pero son decisiones políticas. Y puesto que los Estados lo saben, ¿no se trata de un acto criminal?”, añade Belabed.

«Creo que es responsabilidad de la UE revisar la noción de cuenca mediterránea, revisar la noción de partenariado, facilitar visados para la gente y fomentar la libertad de circulación”, dice Talbi, que concluye que el partenariado «no puede basarse en el miedo al otro, al otro que viene del sur, sino en la noción de compartir, de complementariedad y de otros aspectos humanos”.

El reguero de ahogados de la Unión Europea

Desde la Organización Internacional para las Migraciones se calcula que en 2015 podrían intentar alcanzar las costas europeas unos 500.000 migrantes y personas refugiadas, y se baraja que el número de muertos en ese caso podrá alcanzar los 10.000. Tan sólo en lo que va de año se ha constatado la muerte de 1.750 personas en el Mediterráneo, una cifra 30 veces superior a la del mismo periodo del año anterior. La UE se ha negado a aportar fondos a la operación Mare Nostrum, que permitió rescatar a 190.000 personas en un año, lo que ha llevado a su supresión. Mare Nostrum se ha sustituido por las operaciones Tritón y Poseidón, exclusivamente destinadas al control terrestre y marítimo y no al rescate, y cuyos fondos va a triplicar la UE.



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