26/12/2014

Sin neurona no hay persona

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Las diferentes definiciones que identifican al ser humano como persona contienen la noción de que es un ser que manifiesta alguna actividad cerebral; poseedor, por lo tanto, de entramado neuronal; por lo tanto al no encontrarse la misma, la interrupción del embarazo en las primeras semanas de gestación no constituye homicidio. Por Marcelo Moreno para Diario digital femenino


Se expresan comentarios acerca de la formación de la persona, el concepto de ser humano relativo a la gestación, la suposición del homicidio y la cuestión del pensamiento religioso, con agregado de dos notas tomadas de internet con respecto a la controversia católica sobre el aborto, otra en coincidencia con lo que aquí se sostiene, y luego dos informes elementales sobre la neurogénesis embrionaria.

¿Puede haber persona sin cerebro?

Las diferentes definiciones que identifican al ser humano como persona contienen la noción de que es un ser que manifiesta alguna actividad cerebral; poseedor, por lo tanto, de entramado neuronal.
Es un error pretender que un organismo sin neuronas puede ser considerado como una persona.

¿Cuándo aparecen las neuronas?

La formación del sistema nervioso se inicia en la tercera semana de gestación
Los más actualizados y precisos estudios científicos señalan que los primeros registros de actividad cerebral se ubican a partir de los setenta días.

¿El feto tiene vida psíquica?

La ausencia de condiciones biológicas para revelar una actividad psíquica es la clara indicación de que, mientras el organismo no se desarrolla hasta generar actividad neuronal, no hay posibilidades de pensarlo como un individuo en el cual se produzcan siquiera en un mínimo grado ni la percepción ni mucho menos la emocionalidad. Un feto es un ser psiquícamente inexistente.

¿Puede haber alma sin actividad psíquica?

Es procedente recordar que el vocablo psiquis en idioma griego remite al concepto de alma. Sin actividad psíquica no puede acontecer el alma humana, en una interpretación científica relacionada con un claro pensamiento religioso.

¿El embrión humano es un ser humano?

Una parte importante de la discusión sobre la prohibición o legalización del aborto está referida a si el embrión es un ser humano; siendo que, a juicio de los prohibicionistas, una respuesta afirmativa no dejaría lugar a dudas sobre que la criminalidad de abortar.

Pero en este aspecto lo que lleva a tener una imagen errónea de la realidad es sólo una insuficiencia idiomática, dado que se está adjudicando el mismo concepto a dos situaciones muy diferentes; pues, si bien el embrión se constituye de una biología humana, carece del principal factor que califica a un ser humano como tal: la posesión de neuronas.

Por lo tanto, esta pregunta no está correctamente formulada, debido a la ambigüedad con la que se hace jugar al término ser humano, y en el fondo no es más que forzar el idioma para luego argüir el siguiente razonamiento. Si tanto el embrión como el adulto se definen por la misma palabra, entonces son básicamente lo mismo.

Y de esta manera se reemplaza la constatación de la diferencia fundamental entre el embrión y la evolución posterior del organismo humano por un artificio del habla, una fantasía compuesta en orden a la ausencia de palabras distintas que señalen esa diferencia.
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Utilizar la misma palabra para realidades distintas indica una carencia del idioma, que en este caso denota un impedimento cultural para distinguir la índole diferente del embrión con respecto a la del ser humano propiamente dicho.
El entendimiento de la realidad exige diversidad de vocablos para connotar cosas y situaciones diferentes.

Tal vez podría proponerse el concepto de prehumano, aludiendo con el sufijo pre a la sustancial diferencia entre la condición de embrión y la de un organismo humano con actividad cerebral.

¿Es el embrión un ser humano?

Sí y no. El problema es que la pregunta está insuficientemente planteada.
Podemos definir al ser humano, en una mejor precisión que como lo hacen los diccionarios, como el ser que cuenta con una carga genética tal como para desarrollar un nivel de comprensión de la realidad que le permita la utilización de herramientas para fines operativos, captación y expresión simbólica y lingüística, ideación de modos alternativos de actuar sobre la realidad material y de relacionarse socialmente,
Por supuesto, esa carga genética ya está presente en el embrión, pero en forma potencial, no concretada, por lo cual no corresponde con la real identidad humana, que es determinada por un efectivo funcionamiento psíquico.

Lo que tenemos en las primeras semanas de vida desde la instancia de la concepción es sólo la matriz genética en la que sobrevendrá un nuevo individuo.

Y es sólo eso: una matriz orgánica, la forma material sobre la que se compondrá el futuro ser humano a nacer.

El estadio embrionario no conforma aún un ser humano, sino sólo un armazón genético que aun siendo irrepetible es impersonal.
La verdadera condición humana recién aparece en las primeras reacciones bioquímicas neuronales.

Antes de ello el embrión es sólo masa orgánica cuya entidad como persona es nula.

¿El aborto es un homicidio?

La hipótesis de que la extracción del feto antes de la formación neuronal resulta un homicidio es por completo injustificada, ya que en el estado embrionario no existe persona ni constitución humana propiamente dicha.

Es decir, el embrión, al no ser una persona, no es alguien. En el embrión no hay una persona, y no puede haber homicidio si no se está matando a nadie.

La acusación contra la interrupción voluntaria del embarazo equivocadamente pretende que la constitución genética del embrión de por sí le otorga condición moral, y que por lo tanto la decisión de abortar es de incumbencia ética, y que corresponde una injerencia social en ello.

Pero una composición genética humana no significa un carácter psíquico, y no puede darse validez científica a la idea mítica de que en el organismo embrionario habita ya algo predestinado a surgir como una determinada personalidad individual.
Por lo tanto, no existe motivo, ni desde la razón científica ni desde la lógica religiosa, para la penalización de la práctica del aborto en la primera etapa de vida fetal.

La circunstancia de que la formación de neuronas en el embrión humano comienza recién durante el segundo mes de gestación no deja duda de que considerar el inicio de la persona humana en el momento de unión de óvulo y espermatozoide es una equivocación absoluta. Los argumentos pergeñados para sostener esa opinión son falacias sin más fundamentos que la fantasía de quienes los propugnan.

¿Quiénes se benefician con la prohibición del aborto?

Teniendo en cuenta que las estimaciones usuales indican que en nuestro país se realizan anualmente cientos de miles de abortos, es claro que su prohibición lleva a la sociedad a una situación de profundo trastorno y conflictividad, de lo cual resultan gananciosos los que dentro de la ilegalidad se dedican a la práctica de abortos por los que se cobra mucho dinero. Dentro de esta situación también debe advertirse la existencia de una red de permisividad que inevitablemente implicaría a agentes de fuerzas de seguridad y a funcionarios de los poderes estatales.

¿Acaso sería muy difícil suprimir la actividad de quienes realizan prácticas abortivas?

Un entendimiento sensato acerca de las circunstancias del aborto nos permite deducir que sería relativamente sencillo dar con la ubicación de los lugares donde se lo realiza en forma habitual, teniendo en cuenta el número de abortos practicados.

En relación a esto es fácil imaginar que en las agendas telefónicas de un gran número de mujeres de todos los niveles sociales se podría encontrar la información sobre los sitios donde se practican abortos. Frente a esta muy probable realidad, el hecho de que en cumplimiento con la penalización la policía y los jueces no logren descubrir dónde se realizan abortos lleva a que en general la población sospeche una extraordinaria trama de encubrimientos y corrupción, desde lo cual puede considerarse a la prohibición simplemente como el ardid político para en verdad consentirlos reguladamente, en despreocupación de la ley, y provocando por el ;riesgo; de la ilegalidad que el precio por ese servicio se incremente hasta cifras muy elevadas.

En hipótesis, se estaría autorizando secretamente a determinados abortistas, que repartirían una parte de;sus honorarios; entre algún personal de los poderes estatales, sobre todo entre los supuestamente encargados de la represión de estas actividades, quienes en realidad se encargarían de ejercer la regulación de la práctica abortiva, en lo que puede definirse como un gran negociado de corrupción que dispensa sumas multimillonarias.
Las instituciones religiosas deben corregir su error de considerar que un embrión es un ser humano

La afirmación de que la real concepción del ser humano acontece en el florecimiento de la primera actividad cerebral del organismo en gestación confronta la fantasía sostenida por el catolicismo y otras religiones.

¿La idea de que la vida humana comienza con la simple fusión de las células reproductoras es de verdadera esencia religiosa?

La fantasía de que la vida humana comienza en el instante de la unión del óvulo con el espermatozoide es falsamente religiosa, y en verdad de carácter absolutamente materialista, dado que se deja llevar por las apariencias del mundo material.

Es una idea que obedece a las impresiones forjadas en la mente por la costumbre de la percepción mundanal, en lo que podríamos interpretar como una incorrecta aplicación de sentido común dada la percepción sensorial.

Es decir, esa idea se ocasiona por trasladar los criterios correspondientes a la experiencia del mundo físico al universo de la manifestación psíquica, al universo del alma humana.

Así, según esta penosa desviación de la verdad, tan difundida por las Iglesias, la noción de ser humano queda degradada a una entidad similar a la de una cosa, a la de una materia, a la de un conjunto orgánico de células y de procesos bioquímicos, plenamente vitales, pero sin alma.

Esa aseveración errónea confunde al espíritu con la materia; considera que son intercambiables y que comparten la misma esencia, y que es aceptable imaginar que da lo mismo un cuerpo orgánico carente de actividad psíquica que un cuerpo en el que ha brotado la posibilidad de psiquismo, con la germinación de la primera formación de neuronas, siendo que es una diferencia sustancial. En el primer caso, en ese organismo no hay nadie. Pues sólo hay alguien recién cuando es posible que lo haya; es decir, cuando se han dado las primeras interacciones neuronales.

Pero, además, hay que observar este profundo desacierto propalado por el catolicismo teniendo en cuenta que, al parecer, durante casi toda la historia del cristianismo no fue esa la creencia en cuanto al principio de la vida humana propiamente dicha, sino que se entendía su eclosión en algún momento del embarazo. Y esto no era debido a que contasen con los conocimientos actuales de la investigación microscópica, sino a que, según se dice, había sido postulado por San Agustín, quien tal vez por un sublime destello de inspiración espiritual advirtió que el ser humano no se originaba en el comienzo de la gestación, sino en algún momento de su desarrollo.

Sin embargo el papa Pío IX en 1869 revirtió la noción sustentada hasta entonces por la Iglesia (apoyándose en los descubrimientos anatómicos y fisiológicos que la misma Iglesia había combatido con saña desde que el renacimiento humanista impulsara los estudios científicos) y declaró con audacia que lo orgánico, lo material, vale por lo psíquico o espiritual, y que la persona humana ya existiría aun cuando en la conformación celular primigenia no hay formadas neuronas; o sea, cuando todavía no hay posibilidad de ser alguien.

Y no puede dejar de llamar la atención el hecho de que esta falaz ocurrencia se planteara, aparte de su causalidad con respecto a los descubrimientos de la estructura celular, en coincidencia con las necesidades de multiplicación poblacional, a conveniencia del empresariado capitalista en su constante necesidad de encontrar incrementado el mercado de consumidores, como así también mayor oferta de una mano de obra cada vez más económica.

De modo que en aquella instancia de una sociedad en abrupto traspaso desde la milenaria y tradicional vida rural hacia la incorporación masiva a la producción industrial en las ciudades, la nueva opinión de la Iglesia con respecto a la concepción se adecuaba perfectamente a los intereses de la clase dominante, exigiendo que cada unión de óvulo y espermatozoide fuera considerada ya desde el comienzo como una persona, condenando la interrupción del embarazo a todo lo largo de su desarrollo, y obligando a dar nacimiento a la mayor cantidad posible de un personal potencialmente útil tanto en función de consumidores como de trabajadores. Y siendo, aun más, la maternidad y crianza también motivo de adquisición de un siempre renovado conjunto de utilidades sanitarias y de mercancías.

Coincidiendo con esto, además, el que entre los avances medicinales y quirúrgicos del siglo XIX también se implementaran las técnicas abortivas modernas, lo cual brindó mayores garantías de seguridad al procedimiento, y por lo tanto estableciéndose un circuito semi-marginal de práctica del aborto que se beneficiaba económicamente por la ilegalización, y que en realidad ha significado desde entonces la existencia de un sistema que ofrece estos servicios a alto precio, y que sin mayores inconvenientes está al alcance de todo aquel con el suficiente dinero para pagarlo.

De este modo, es notorio cómo en su obstinación irracional acerca de que la persona existe desde la concepción, la Iglesia contraría lo que debería ser su máximo objetivo: la iluminación del conocimiento en relación con lo espiritual, incurriendo en la falsedad de que hay espíritu en la materialidad viva pero puramente orgánica del embrión.

E incluso, con ese descarrío ideológico, la Iglesia ha acompañado el progreso de un negocio nefasto en el que se manejan ganancias incalculables.

NOTAS TOMADAS DE INTERNET

Aprobada ley de aborto en Irlanda

Tras más de dos días de intenso debate, el Gobierno de coalición de los conservadores y los laboristas (Irlanda) sacó adelante el jueves 11 de julio su texto con 127 sufragios a favor y 31 en contra, se espera que la ley entre en vigor antes del 18 de julio. Uno de los activistas prominentes en esta lucha ha sido el periodista irlandés Patsy McGarry, corresponsal de Asuntos Religiosos del periódico irlandés The Irish Time, quien publicó este mes un artículo que está dando la vuelta al mundo a través de la web y del cual tomamos algunas anotaciones.

McGarry publicó el 2 de julio pasado en el Irish Times su artículo sobre génesis y desarrollo histórico de la doctrina católica sobre el aborto. No solo en Irlanda el aborto

es tema de la actualidad política. Y no solo en Irlanda, la jerarquía de la Iglesia católica intenta imponer sus ideas; muy nuevas como se verá en este articulo; mediante leyes del Estado seglar a una feligresía que disiente cada día más con estas innovaciones doctrinarias que nos alejan del mensaje original del Evangelio y de la Tradición católica.

Antes de su trabajo en The Irish Time, McGarry trabajó en la revista Magill, el Irish Press, el Irish Independent y Sunday. Fue galardonado con un Premio Nacional de Periodismo en 1992. Autor de tres libros, entre éstos una colección de ensayos sobre el cristianismo, publicado en 2001.

McGarry señala que la posición actual de la Iglesia Católica sobre el aborto apenas tiene 144 años. En el documento Apostolicae Sedis de 1869, él dice que el Papa Pío IX declaró la excomunión como pena para el aborto en cualquier etapa del embarazo Y que hasta ese momento la doctrina católica enseñaba que no había homicidio si el aborto se llevaba a cabo antes de que el feto fuera infundido con un alma, cosa que se denominaba ;»animación».

Según, McGarry, se creía que esto ocurría, cuando la madre detectaba por primera vez el movimiento del niño en su vientre. Indicaba la existencia de una conciencia separada.

Dice también que en 1591, el Papa Gregorio XIV determina que esto se da a los 166 días de gestación, casi 24 semanas. Ese es el actual límite legal para el aborto en el Reino Unido. Esa era la doctrina de la Iglesia Católica hasta 1869. A su vez nombra a quienes tenían una visión diferente sobre el aborto a la que defiende actualmente la Iglesia Católica, algunos de sus más eminentes pensadores.

Entre estos están al menos tres de los 33 «súper santos” de la Iglesia Católica – Jerónimo, Agustín y Tomás de Aquino «“ todos ellos «Doctores de la Iglesia”. De seguir uno la lógica de algunos de la iglesia de hoy, estos santos deberían ser excomulgados.

Algunos apologistas han dicho que esos santos carecían del beneficio de conocer los descubrimientos científicos como el del óvulo en 1827 y el del proceso de fertilización humana que se dio en la década de 1830. De haber tenido tales conocimientos esos santos habrían sabido que la vida humana comienza con la concepción. McGarry, responde: Esto es equivocarse de tema.

McGarry puntualiza que esos santos nunca dudaron de que lo que está en juego desde el momento de la concepción es vida humana. Lo que les preocupaba era saber cuándo esa vida se convierte en una persona. Ellos no aceptaban que una colección de elementos bioquímicos con potencial era una persona. Ellos buscaban la evidencia de una conciencia emergente. En aquellos tiempos pre-científicos se estableció que la percepción por la gestante del movimiento del feto en su vientre era el gran indicador para ello «“ es decir cuando el niño comenzaba a patear en el vientre.

Si se encontrasen hoy entre nosotros, dice, quizá ellos también se preguntarían si quienes afirman que una persona existe desde el momento de la concepción realmente lo creen. Seguramente, si así fuera, esos 55 por ciento de «personas” que terminan en un aborto espontáneo muy poco tiempo después de la concepción, deberían ser bautizadas y recibir los ritos funerarios.

Señala , McGarry, que los apologistas también argumentan que su creencia se basa en el;potencial / proceso; de dichos óvulos fertilizados. Mirando hacia el futuro, teniendo en cuenta el argumento del; proceso;, expone, si se le otorga la condición de persona a una colección de elementos bioquímicos, no debería hacerse también respecto a los miembros y órganos extraídos a través de una cirugía, etc? ¿Por qué no hay ritos funerarios para estos tampoco?

Sustenta que mirando hacia atrás en cuanto al argumento de ;potencial / proceso, seguramente también debería significar que cada espermatozoide y cada óvulo deberían ser conservados por su potencial de persona dándose las circunstancias adecuadas? Esto no sucede. ¿Qué pasa con toda esa posible ;gente; a quien se le niega la existencia?

Y responde: La verdad es que la posición actual de la Iglesia Católica sobre el aborto parece deberse más a la teología que a la ciencia. En 1854 el mismo Papa Pío IX declaró la Inmaculada Concepción dogma de la Iglesia. Nos enseña que María, madre de Jesús, fue concebida sin pecado original, resolviendo así un antiguo enigma; ¿cómo podría el Hijo de Dios nacer de una mujer con pecado original en su alma? Se decidió pues que ella nació sin pecado original.

Y señala que cuando en 1854 Pío IX proclamó la Inmaculada Concepción dogma de la iglesia, dijo que María había sido liberada del pecado, en el primer instante de su concepción.

Quince años más tarde, en 1869, él fue sencillamente coherente con la doctrina, al anunciar la pena de excomunión por aborto en cualquier etapa del embarazo.



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