26/06/2006

A cuatro años de los asesinatos de Santillán y Kosteki

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Organizaciones de trabajadores desocupados, ocupados, estudiantiles y de Derechos Humanos realizarán un acto en el Puente Pueyrredón a cuatro años de la Masacre de Avellaneda.


Hoy, lunes 26 de junio, a las 11:30 hs, en homenaje a los dos piqueteros asesinados en la represión del 2002, se realizará la inauguración de la «Estación Darío y Maxi», nombre que rebautizará a la estación ferroviaria Avellaneda del Tren Metropolitano.

Posteriormente, las distintas organizaciones marcharán al Puente Pueyrredón, donde habrá un acto que incluirá la lectura del documento conjunto.

Ayer, domingo 25, en Avellaneda, comenzó la muestra artística permanente en la estación, que cubre de memoria y lucha las paredes. También hubo teatro, murgas, poesía y música en vivo, así como distintos talleres culturales.

Qué es la Masacre de Avellaneda

El 26 de junio de 2002, en una jornada de protesta llevada a cabo por varias organizaciones de trabajadores desocupados, el corte del Puente Pueyrredón fue brutalmente reprimido por un operativo del cual participaron más de 400 efectivos, tanto uniformados como de civil. Fue la primera vez que actuaron conjuntamente las tres fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura y Policía Federal) y la Policía bonaerense. Se convocó además a personal retirado que actuó como paramilitar. Estos hechos se dieron bajo el gobierno de Eduardo Duhalde.

Maximiliano Kosteki (MTD-Guernica), primero, y Darío Santillán (MTD-Lanús), después, fueron asesinados por integrantes del grupo de tareas que dirigió el ex comisario Alfredo Fanchiotti.

Kosteki fue baleado en la entrada del supermercado Carrefour, sobre la Avda. Pavón. La lesión en el pecho fue mortal; otros dos perdigones atravesaron sus piernas. Una vez herido, sus compañeros lo llevaron hasta la estación de trenes de Avellaneda para pedir una ambulancia. Allí también estaba Santillán, quien, al advertir que policías entrarían a la estación, dijo: «Me quedo yo, salgan». La mayoría escapó en el tren. Por auxiliar a Maxi, por solidaridad, le dispararon a Darío: cinco metros recorrió desde que se puso de pie y buscó la salida hasta que le dieron la perdigonada completa de munición de plomo por la espalda.

Si bien el disparo que mató a Darío fue efectuado por el ex cabo Alejandro Acosta, tanto él como Fanchiotti son responsables. Los testimonios, las pericias, las imágenes televisivas y las fotos así lo demostraron. No se pudo establecer quién de los dos asesinó a Maxi, ya que en filmaciones y fotografías aparecen ambos disparando entre 40 y 60 metros de distancia.

«El grupo que actuó en la estación (de Avellaneda) al momento del asesinato de Darío estuvo conformado por el comisario Fanchiotti, el principal Quevedo, el oficial De la Fuente y los cabos Colman y Acosta. Junto al parapolicial Robledo y al menos otros dos infantes, se movieron en forma coordinada desde antes de que se iniciara la represión. El resto de los policías fueron expresamente contenidos por el oficial De la Fuente, quien dirigió el cordón de Infantería, y por otro agente apostado junto a la entrada de la estación, señalando a sus camaradas que volvieran a la formación.

«En la estación hubo al menos cinco detonaciones echas con anterioridad al asesinato de Darío, en los andenes, el patio y el hall de la estación, en vidrios, puertas y ventanas, de manera tan alevosa como no lo habían hecho en ningún otro tramo de la represión. Quienes los efectuaron tenían la intención de que se escucharan las detonaciones y se generaran corridas y caos. Fanchiotti diría que estos disparos previos provenían de los piqueteros y eran los causantes de las muertes.

«Ya mencionamos el papel jugado por el oficial De la Fuente y el infante que complementó su tarea en la entrada de la estación. El proceder de Acosta y Fanchiotti, como evidencian las fotografías y testimonios, consistió en aplicar sobre los manifestantes una particular versión de la ley de fugas con la que represores y guardiacárceles fraguan enfrentamientos: alentar una huída para fusilar por la espalda. El principal Quevedo y el cabo Colman patearon a Darío en el piso cuando agonizaba y le levantaron las piernas a Maxi para garantizar que se desangrara. Ambos se preocuparon por encubrir las pruebas que los incriminaban, recogiendo los cartuchos que dejaron rastros del plomo utilizado». (Extracto del libro: «Darío y Maxi, dignidad piquetera: los autores intelectuales y los responsables políticos que no investigó la justicia»)

De este modo, en enero pasado, el Tribunal Oral n°7 de Lomas de Zamora sentenció a pena de prisión perpetua a Alfredo Fanchiotti y a Alejandro Acosta por los homicidios de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. También se los condenó por tentativa de homicidio por otros siete heridos de bala de plomo. Félix Vega, Carlos Quevedo, Mario de la Fuente, Gastón Sierra y Lorenzo Colman -ex efectivos que actuaron en la masacre, acusados de encubrimiento agravado- recibieron entre cuatro y dos años de prisión. El veredicto para Celestino Robledo, policía retirado que realizó detenciones, fue de 10 meses de prisión en suspenso.

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Responsables políticos

En mayo de 2005, al iniciarse este juicio, el Dr. Claudio Pandolfi (abogado de DDHH que actuó en la querella) planteó la acusación jurídica hacia los responsables de la Masacre de Avellaneda:

«Alfredo Luis Fanchiotti y Alejandro Gabriel Acosta (…) implementaron de manera coordinada y siguiendo un designio común un plan que tenía como objeto disparar con sus escopetas, previamente cargadas con cartuchos con postas de plomo, contra los manifestantes con el fin de dar muerte a un número indeterminado de ellos (…) Carlos Quevedo, Lorenzo Colman, Mario de la Fuente, Gastón Sierra, Félix Vega y Francisco Robledo (…) cabe decir que esta parte apunta a probar sin lugar a dudas que en los hechos de autos desplegaron conductas activas y omisivas con el objetivo de prestar a los coautores (Fanchiotti y Acosta) ayuda anterior, contemporánea y posterior en el desarrollo del designio común antes señalado, por lo que acreditaremos la participación secundaria de los mencionados en las tentativas de homicidio (…) Preciso es ver los sucesos en su totalidad desarrollando ampliamente el antes, el durante y el después del 26 de junio de 2002. Esto significa que para entender mejor las conductas de los aquí imputados es necesario analizar la responsabilidad de sus superiores jerárquicos y de los funcionarios políticos en lo sucedido».

Sin embargo, ningún funcionario fue juzgado, a pesar de que las órdenes de reprimir provinieron del poder político. Ni Eduardo Duhalde (ex presidente), ni Juan José Álvarez (ex secretario de seguridad), ni Alfredo Atanasoff (ex Jefe de Gabinete), ni Felipe Solá (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires), ni Jorge Vanossi (ex ministro de Justicia), ni Luis Genoud (ex Ministro de Seguridad y Justicia de la provincia de Buenos Aires), ni Jorge Matzkin (ex Ministro del Interior) son juzgados. Así como tampoco el ex jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), Carlos Soria, y su segundo, Oscar Rodríguez.
Si bien hay dos causas abiertas (la del Tribunal Federal n°4 iniciada por la madre de Kosteki y que está referida a la responsabilidad de los funcionarios; y la causa que originó el ataque al local de Izquierda Unida en Avellaneda), ambas están paralizadas.

En una entrevista realizada en diciembre, Claudio Pandolfi sostuvo: «la investigación de responsabilidades políticas es una decisión política que requiere poder para implementarla o poder para obligar a implementarla. Esta claro que el poder ni nadie se investiga a sí mismo. Estas causas tienen una profunda raíz política y es la situación política la que determina su avance o no. Nuestro derecho y nuestros jueces nunca han tenido la idea de avanzar más allá del autor material.»


DARÍO Y MAXI: PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE

Tú subías desde el Cono Sur

y venías desde antes,

con el amor al mundo bien adentro.

Fue una estrella que te puso aquí

y te hizo de este pueblo.

De gratitud nacieron muchos hombres

que igual que tú,

no querían que te fueras

y son otros desde entonces.

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Yo sabía bien que ibas a volver,

que ibas a volver de cualquier lugar,

porque el dolor no ha matado a la utopía,

porque el amor es eterno

y la gente que te ama no te olvida.

Tú sabías bien desde aquella vez

que ibas a crecer que ibas a quedar,

porque la fe clara limpia las heridas,

porque tu espíritu es humilde

y reencarnas en los pobres y en sus vidas.

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Son los sueños todavía

los que tiran de la gente

como un imán que los une cada día.

No se trata de molinos,

no se trata de un Quijote,

algo se templa en el alma de los hombres,

una virtud que se eleva por encima

de los títulos y nombres.

Son los sueños todavía (Gerardo Alfonso)



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