No hay Nunca Más en Choele Choel
Este domingo se realizó la jornada cultural y marcha a tres años de la desaparición en democracia de Daniel Solano en la localidad rionegrina de Choele Choel. Como ya es costumbre, la columna fue nutrida mayoritariamente por organizaciones y militantes de otras ciudades y paseó por las calles que Daniel supo transitar cuando era explotado por las empresas Agrocosecha (hoy Trabajo Argentino) y Expofrut. Por El Zumbido.
«Nos hubiese gustado que gente de este pueblo también nos acompañe, porque Daniel desapareció acá”, dijo Romina Solano, prima del desaparecido: «tendríamos que estar todos pidiendo justicia por él y por su aparición”. La joven -que desde hace tres años vive en el acampe frente al juzgado de Choele Choel con Gualberto, Pablo y Maira, padre, tío y tía respectivamente de Daniel-remarcó que «muchas veces el miedo nos paraliza y ya es hora de vencerlo y enfrentar la realidad, aunque sea dolorosa”.
Leandro Aparicio, uno de los abogados que lleva adelante la causa y que acompaña al a familia Solano, comparó: «lo que ha pasado en Mexico «“en relación a las y los 43 normalistas desaparecidos- no puede suceder sin la participación del Estado, y lo que pasa en Argentina con el narcotráfico, la trata y el lavado de dinero no puede funcionar sin la participación del Estado, muchas veces más por acción que por omisión; no porque se hacen los boludos sino porque están prendidos en todo esto”.
«Nosotros ya hemos producido la prueba suficiente como para que la justicia provincial y federal actúen”, remarcó Aparicio: «hay 26 denuncias con pruebas y más de 600 testigos que ya han declarado y exigimos al Estado que intervenga en lo que está pasando acá”.
Sergio Heredia, el otro abogado de la causa, que vive en la capilla de Choele Choel desde que Daniel desapareció y se hizo cargo de la investigación, remarcó que la familia Solano «es la dignidad en persona”.
«Gualberto corta céspedes para ganarse unos pesos. Pablo todos los días se levanta a las 7, va al lugar donde yo vivo, se cambia y sale a trabajar de albañil. Romina y Maira hacen empanadas para vender. Son la dignidad en persona, no pedimos nada a nadie. No utilizamos la muerte de un chico para los negocios de los ddhh para lucrar. Hemos dejado parte de nuestra vida. Hemos envejecido. Yo no voy a volver a ser el mismo. Pero en esta muerte, a tres años encontramos vida y podemos ayudar”, reflexionó el abogado, quien concluyó asegurando que «el caso de Solano está totalmente esclarecido: los siete policías están presos, se les denegó la prisión domiciliaria y sabemos quiénes lo mandaron a matar”.