15/11/2014

A 5 años de la represión policial que terminó con la vida de Rubén Carballo

TAPAAAAA-11.jpg El 14 de noviembre del año 2009, el grupo de rock «Viejas Locas», luego de haber anunciado su esperada reunión, hacía su presentación en la cancha de Vélez. Este regreso de Pity Álvarez con sus viejos compañeros (los años previos había estado al frente de su otra banda: Intoxicados) convocó a miles de jóvenes de distintos barrios que se acercaron a ver el retorno de la banda. Entre esos jóvenes estaba Rubén Carballo, con su entrada en el bolsillo, que había adquirido varias semanas antes. Por Ramiro Giganti, para ANRed / Imágenes: Cooperativa Sub.


Mientras hacía la cola, en un episodio confuso, la policía empezó a reprimir violentamente golpeando a los jóvenes que querían entrar al estadio a ver a la banda que amaban. Rubén fue golpeado violentamente sin motivo alguno, la policía informó que el motivo de la represión fue porque había jóvenes que querían pasar sin entrada. Rubén tenía la entrada en el bolsillo.

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Los policías que llevaron a cabo la represión pertenecían a la comisaría 44 de la federal, una comisaría que lleva un importante prontuario, el que incluso luego de este asesinato siguió ampliando (basta recordar el caso de Ariel Domínguez, quien mientras estaba trabajando en el barrio de San Telmo, en julio de 2011, recibió una «bala perdida” en su cabeza disparada por un policía de esa misma comisaría que estaba en otra jurisdicción haciendo adicionales, y murió).

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Tiempo después de la represión Rubén fue encontrado por dos chicos que jugaban a la pelota en un club cercano a Vélez con una severa fractura de cráneo, su hombro izquierdo destrozado y marcas de balas de goma en su torso. Es decir que no había sido llevado a un hospital por la policía. Un testigo aseguró haber visto a Rubén caído consciente en las inmediaciones de Vélez, y también denunció a un cabo de la comisaría 44. Rubén permaneció internado y luego de 24 dias de agonía falleció el 8 de diciembre del 2009.

TAPA-1009.jpg La causa contó con una enorme cantidad de irregularidades y pruebas borradas. Su padre, que en ese entonces trabajaba de chofer en la línea 132, perdió su trabajo poco tiempo después e incluso sus familiares fuero hostigados con causas armadas. El caso de Rubén Carballo tiene como antecedente obligado al de Walter Bulacio, asesinado por la policía a partir de las lesiones sufridas durante la represión en el recital de Los Redondos del 19 de abril de 1991 en el estadio Obras, y que terminó con su vida luego de una semana de agonía el 26 de ese mes.

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Rubén Carballo, además de gustarle el rock, bailaba en la murga Matamufa, del barrio de Isidro Casanova en La Matanza, murga que además había tenido participación en las movilizaciones en reclamo de justicia por la masacre de Cromañón, otro criminal ejemplo de maltrato a los jóvenes. Pero por sobre todas las cosas, Rubén era un pibe querido por sus pares, que merecía vivir su vida, y como a muchos otros las fuerzas represivas se lo impidieron sin motivo.



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