15/06/2006

Homenaje a Manuel Puig: «La educación sentimental»

5-29.jpgHasta el 25 de junio se podrá visitar la muestra «Manuel Puig, presenta» en la sala Antonio Berni del Centro Cultural Borges (Viamonte esquina San Martín, Ciudad de Bs. As.). La exposición incluye fotos, cartas, videos del escritor que hilan el amor por el cine, el sentido del humor, la dimensión política de su vida. Manuel Puig se animó a «escribir como una tía», a utilizar los despojos de «la gran literatura», los folletines, lo popular. ANRed propone, a partir de distintas voces, un antojadizo acercamiento a su obra, despreciada por el campo académico-literario de la época.


Manuel Puig nació en 1932 en General Villegas, provincia de Buenos Aires. «La vida, en el pueblo, era muy dura, muy difícil. El machismo no se cuestionaba para nada. Se practicaba un catolicismo de conveniencia, esas eran las coordenadas. La debilidad, la sensibilidad no tenían ningún prestigio. Un mundo que yo rechacé. En ese pueblo había un modo de negarse a la realidad: el cine. Una sola sala daba todos los días una película diferente, yo iba con mi mamá por lo menos cuatro veces por semana». Manuel Puig.

En 1950 se inscribió en la Facultad de Arquitectura y al año siguiente se pasó a Filosofía y Letras, pero lo que realmente le interesaba era el cine. Poco tiempo después viajó a Roma con una beca del gobierno italiano para estudiar en el Centro Sperimentale di Cinematografía.

«Puig, había nacido dentro de un cine, es decir en una casa de sueños. Estaba siempre tan cerca de la pantalla que hubiera querido estar dentro de ella, como muchos años después soñó Woody Allen en ‘La rosa púrpura del Cairo’. (1)

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Entonces, su primera novela salió de un guión fallido. La traición de Rita Hayworth apareció en 1968 y se trata, aun hoy, de una de las novelas más originales escritas en español. Esta originalidad radica en que está construida a través de diálogos, se dispensa de cualquier comentario del autor y de la tercera persona.

«Durante todas las noches de 1961 y 1962, escribió, casi en secreto, un guión sobre la inagotable voracidad de una familia por el cine. General Villegas se le fue transfigurando en una ciudad imaginaria, Coronel Vallejos, y él mismo, Juan Manuel Puig, asumió la identidad de Toto, un niño que nunca crece y por el cual pasan, desbordadas, las habladurías del pueblo. Casi por inercia, el guión fue derivando en una novela. A fines de marzo de 1965, cuando sintió que ya estaba terminada, se la dio a Juan Goytisolo. Fue él quien alentó la idea de enviar el manuscrito al concurso de Seix Barral. Seis meses después de aquella entrevista, Puig pudo instalarse por fin en Buenos Aires. Llegó desprendiéndose de su primer nombre, Juan.» (2)

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«El siguiente libro, Boquitas pintadas, se subtitulaba: Una serie. Para muchos esto no era serio ni un libro en sí mismo, sino una serie de episodios: justamente lo que Manuel exaltaba. Entre sus críticos estuvo Jorge Luis Borges, que en una entrevista declaró: ‘Imagínese, es un libro de Max Factor’. Puig lo odió para siempre y de ahí en más, siempre llamaba a Borges ‘esa vieja malvada’ (3)

«Todos los sábados, en mi casa de la calle Rodríguez Peña, nos reuníamos para leer los borradores del folletín que estaba escribiendo (y que debía llamarse Eras para mí la vida entera, según he descubierto en una de sus dedicatorias). Después, salíamos a caminar por Santa Fe o por Corrientes, sintiéndonos extraños en una ciudad a la que ninguno de los dos pertenecía… Escribía con una disciplina de hierro, a veces un par de horas por la mañana y cuatro a cinco por la tarde. Cuando estaba trabajando en los últimos capítulos de su folletín, se quedaba hasta las ocho o nueve de la noche y luego se iba a nadar.» (4)

El éxito de la novela le permitió dedicarse nada más que a escribir; y accedió al mismo tiempo al mercado internacional.

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«En 1973, cuando publicó The Buenos Aires Affair y le llovían las ofertas para traducirlo, empezó a sentir que la Argentina no le hacía justicia. Había llegado más lejos que cualquier otro escritor de su generación, pero se lo trataba como a uno cualquiera. No quería aceptar que el país siempre había sido así, y que seguiría siéndolo. Suponía que los críticos argentinos -tanto en los medios de prensa como en la universidad- consideraban su obra como un artificio menor, destinado a no perdurar sino a ser consumido y olvidado por el mercado. ‘Creen que soy un best-seller pasajero, no un escritor’, me dijo. «Lo mismo pasó con Roberto Arlt hace treinta años, y los que le cavaron la tumba son los mismos que ahora lo ensalzan.«.(5)

La tercera novela de Manuel Puig, The Buenos Aires Affaire, fue incluida en la lista de libros prohibidos por el gobierno justicialista. Además, recibió varias amenazas telefónicas y decidió exiliarse ‘por un tiempito’. Ese exilio se prolongo hasta su muerte y lo llevó a Estados Unidos, Brasil, Italia y México, entre otros lugares.

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«Soy afortunado, no tengo necesidad de vivir en una ciudad, de ir a la oficina. Mi trabajo lo puedo hacer donde sea. Me fui de Nueva York también por la llegada de Ronald Reagan; yo no creía que el pueblo americano llegara al punto de elegir a Reagan. Y poco a poco sentí que, incluso, el clima cambiaba. Yo, por ejemplo, había vivido en Estados Unidos durante todo el período del movimiento hippie, que había sido una cosa muy grande, muy importante, y ver cómo se moría en un espectáculo que no podía soportar. Para mí, Europa y Estados Unidos son, de todas formas, lugares para volver, pero para mi vida cotidiana necesito una realidad sudamericana. En Brasil hay una tolerancia que yo no había encontrado nunca, distinta de la de Nueva York, donde podés andar desnudo y ninguno dice nada, pero porque de alguna manera nadie te ve ni te observa. La mirada carioca es otra cosa, no es crítica pero jamás es indiferente.» Manuel Puig.

En 1975, en México, concluyó ‘El beso de la mujer araña’. La obra llegó al cine dirigida por Héctor Babenco y protagonizada por William Hurt. Se convirtió en una de las comedias musicales más exitosas y premiadas de Broadway. Luego, con música del alemán Hans Werner Henze, se transformó en ópera. El autor, también, escribió una versión teatral.

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En 1979 publicó Pubis angelical, que fue llevada al cine por Raúl de la Torre. En 1981 apareció, Maldición eterna a quien lea estas páginas. Al año siguiente, viviendo en Río de Janeiro elaboró Sangre de amor correspondido, una novela basada en las historias de un albañil carioca y allí también escribe su última novela Cae la noche tropical.

«El tema que aborda en sus obras, Manuel Puig, es el modo en que la cultura de masas educa los sentimientos. El cine, el folletín, el radioteatro, la novela rosa, el psicoanálisis: esa trama de emociones extremas, de identidades ambiguas, de enigmas y secretos dramáticos, de relaciones de parentesco exasperadas sirve de molde a la experiencia y define los objetos de deseo. Puig ha sabido aprovechar las formas narrativas implícitas en ese saber estereotipado y difuso«.(6)

«Manuel solía decir que nunca sería ‘un esqueleto salido de su armario’, frase favorita de los gays cuando hacen pública su homosexualidad, porque estuvo allí mucho antes de que el armario se construyera.»(7)

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«Puig usaba el artículo ‘la’ para anunciar a hombres famosos (‘la’ Hurt, ‘la’ Babenco) sin ser infamante y sin desprecio pero con su sentido del humor de siempre, aunque el blanco de sus «las» fuera él mismo en todas sus encarnaciones. Una vez, después de volverse famoso, le aconsejé que condujera sus negocios de manera profesional contratando un agente y me desarmó diciendo: «No necesito ningún agente. Soy una mujer de carrera».(8)

«Para mí, la homosexualidad no existe, es una proyección de la mente reaccionaria. Quiero decir: hay personas que realizan actos homosexuales, pero sería necesario entender que el sexo no tiene trascendencia, no tiene peso moral. El sexo es como comer, beber, dormir, forma parte de la vida vegetativa y por esto es que no me parece que la identidad deba pasar a través de la sexualidad. La idea de dar un peso moral al sexo es un crimen cometido hace muchos siglos, el patriarcado concibió esta monstruosidad para controlar a las mujeres. Yo admiro mucho a los movimientos de liberación gay pero creo en la integración y pienso que hay que hacer una propuesta más radical: negar el sexo como signo de identidad. Mi crítica más amarga es que en Estados Unidos a las minorías se las calma así, formando un ghetto». Manuel Puig.

El escritor murió en México el 21 de julio de 1990.

Mariana Collante


(1) (3) (7) (8) Guillermo Cabrera Infante: El estilo Puig. Sueños de cine, historias de novela.

(2) (4) (5) Tomás Eloy Martínez. La muerte no es un adiós La Nación. 1997.

(7)Ricardo Piglia: Manuel Puig y la magia del relato.



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