Sobre el paro del 27 y 28 de agosto
El nuevo paro general puede canalizar distintas protestas económicas y políticas de sectores de clase trabajadora, aunque también sectores medios en disgusto con la política económica. Por Agustín Santella para ANRed.
El nuevo paro general puede canalizar distintas protestas económicas y políticas de sectores de clase trabajadora, aunque también sectores medios en disgusto con la política económica. No obstante ambos tipos de reclamos son contradictorios, por ejemplo, la dificultad para ahorrar de la clase media, o incluso reclamos por seguridad frente al delito. En un intento oportunista de amalgamarlos el mismo dirigente sindical Momo Benegas (trabajadores rurales) impulsó una fallida movilización obrera a la Plaza de Mayo recientemente, «contra la inseguridad”, pero sin concurrencia significativa. El hecho es que la mayoría de las clases medias y empresarias, aún descontentas con este gobierno, no simpatiza con el sindicalismo y busca otros canales de presión.
Una debilidad del paro para ampliarse son sus reclamos todavía anclados en el sector mejor pago de los asalariados. El reclamo central sigue fijado en el quite del impuesto a las ganancias, que afectaría a un 10% de los trabajadores. Esta situación se vislumbra mejor si discriminamos según gremio a quienes alcanza el impuesto. En los de mayor ingreso, el 100% de los afiliados de Petroleros pagan ganancias, el 85% de los Camioneros, el 80% de Dragado y Balizamiento, el 30% de los afiliados a UTA. Por otro lado, entre los de menor ingreso, el 15% de los afiliados de ATE pagan ganancias, Sanidad 10%, Gastronómicos 10%. Asimismo, un 35% de los asalariados no están realizando aportes jubilatorios, lo que indicaría que sus pagos no están registrados fiscalmente («en negro”). Esto es, el reclamo por el impuesto a las ganancias es restrictivo. Por supuesto que CTA y la izquierda han colocado la cuestión de los despidos y suspensiones en la agenda.
Otro aspecto es que la CGT opositora de Hugo Moyano, más aún la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, no tienen un planteo político coherente o creíble que unifique los reclamos particulares con reclamos generales. Políticamente, ambos se acercaron a un candidato opositor con agendas anti-trabajadores. Pero la debilidad política más grande que se siente en este paro del 28 de agosto es la división de las centrales sindicales en relación al apoyo a la política de gobierno. La UTA (colectiveros) y el sindicato del Subterráneo de Buenos Aires no adhieren a la medida de fuerza, quitándole mucha fuerza, que si tuvo en el anterior paro nacional del 10 de abril.
Las huelgas generales de trabajadores en la Argentina forman parte de un repertorio de lucha persistente, que constituye una marca que caracteriza al movimiento obrero de este país. Por mostrar un dato muy fuerte, en Inglaterra, cuna del capitalismo y la primera clase obrera industrial, hubo apenas 2 huelgas generales en toda su historia (1842 y 1926). En contraste en la Argentina habrían sucedido por lo menos unas 246 huelgas generales desde 1901, incluyendo la de ayer. Este número incluye huelgas generales por región o ciudad, que eran usualmente en la primera etapa del sindicalismo en Argentina. Del mismo modo, huelgas generales fueron la acción principal o bien fundamental en eventos tan importantes como el 17 de octubre de 1945, la respuesta al Rodrigazo de 1975, el 19 y 20 de diciembre de 2001, el Cordobazo de Mayo de 1969 (huelga general regional), la Semana Trágica de Enero de 1919 en Buenos Aires.
El paro de este 28 de agosto es débil pero no expresa el fin de la huelga general como modo de protesta. En contrario, en otras regiones del mundo comienza a usarse o vuelve luego de muchos años, como en la India o Chile.