18/08/2014

Federico, poeta: «partidario de los pobres que no tienen nada”

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A 78 años de su asesinato, Federico García Lorca un artista e intelectual que trazo una vida comprometida con la convulsionada realidad de la península Ibérica. Su crítica y arte empujo más allá de los límites que imponían las clases dominantes españolas. Señalado por”rojo” y «marica”, se enfrento al patriarcado, a la homofobia y al capitalismo. Se ensucio de política en una España «donde no se puede ser neutral” el poeta grito; «Â¡Anda jaleo, jaleo! Ya se acabo el alboroto y vamos al tiroteo!”. Federico entre su arte desafiante y la reacción que lo fusiló. Por ANRed


Con su obra Lorca lastimaba el orgullo de una burguesía hipócrita y aferrada al pasado, «en Granada se agita actualmente la peor burguesía de España”, y poniendo en evidencia la vacuidad de «los señoritos que tienen en sus casas cuadros con marcos de peluche rojo y clavos dorados”. En Comedia sin título arremetió contra las «gentes de la ciudad, que vivís en la más pobre y triste de las fantasías. Todo lo que hacéis es buscar caminos para no enterarse de nada. Cuando suena el viento, para no entender lo que dice, tocáis la pianola; para no ver el inmenso torrente de lágrimas que nos rodea, cubrís de encajes las ventanas; para poder dormir tranquilos y acallar el perenne grillo de la conciencia, inventáis las casas de caridad”. En 1934, en una entrevista en El Sol, se declaraba «partidario de los pobres que no tienen nada”. Y en 1935 afirmaba en La Voz: «A veces, cuando veo lo que pasa en el mundo, me pregunto: «¿Para qué escribo?” «Pero hay que trabajar, trabajar. Trabajar y ayudar al que lo merece. Trabajar aunque piense uno que realiza un esfuerzo inútil. Trabajar como una forma de protesta. Porque el impulso de uno sería gritar todos los días al despertar en un mundo lleno de injusticias y miserias de todo orden: ¡Protesto!”. Federico era consciente de su herramienta el teatro podía servir a la gente, y su utilidad pedagógica, la paseó por las plazas de pueblos y ciudades, alejándose del teatro aburguesado, clasista y comercial.

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Fragmento de una carta a sus padres en 1935, tras un recitado de poesías en un ateneo obrero en Barcelona;

«Ayer di una lectura de versos para todos los Ateneos Obreros de Cataluña, y se celebró en el teatro Barcelona. Había un público inmenso que llenaba el teatro y luego toda la Rambla de Cataluña estaba lleno de público que oía por altavoces, pues el acto se radió. Fue una cosa emocionante el recogimiento de los obreros, el entusiasmo, la buena fé y el cariño enorme que me demostraron. Fue una cosa tan verdadera este contacto mío con el pueblo auténtico que me emocioné hasta el punto que me costó mucho trabajo empezar a hablar, pues tenía un nudo en la garganta. Con una intuición magnífica subrayaron los poemas, pero cuando leí el «Romance de la Guardia Civil” se puso en pié todo el teatro gritando «Â¡Viva el poeta del pueblo!”. Después, tuve que resistir más de hora y medio un desfile de gentes dándome la mano, viejas obreras, mecánicos, niños, estudiantes, menestrales. Es el acto más hermoso que yo he tenido en mi vida. («¦). Estoy contento y quisiera que vosotros hubierais visto aquello («¦). Desde luego, hoy en España no se puede ser neutral. Muchos abrazos a todos.

Besos y ya sabéis cómo os quiere vuestro hijo.»

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Contra el sistema cruel

El anticapitalismo en Lorca se manifestó durante su visita a los Estados Unidos de la Gran Depresión denunció las formas de vida cosificadoras bajo el capitalismo industrial «Con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo / noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas / y los niños dibujaban escaleras y perspectivas”. La soledad y deshumanización de la vida en la urbe:«Hay un dolor de huecos por el aire sin gente”. Las estratificaciones sociales: «En nueva York se dan cita las razas de toda la tierra, pero chinos, armenios, rusos, alemanes siguen siendo extranjeros”. Y el impacto ecológico de la industrialización:«La aurora de Nueva York tiene / cuatro columnas de cieno / y un huracán de negras palomas / que chapotean las aguas podridas”. «encadenados por un sistema económico cruel al que pronto habrá que cortar el cuello”. En 1936 reafirmaba en El Heraldo de Madrid su conciencia crítica frente a las desigualdades económicas: «Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa. [«¦] El día en que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la Humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución”.

Lorca y la simpatía con los perseguidos

Lorca comprendía un arte parte de la cultura popular alejado de las escisiones que la sociedad burguesa provocaba sobre todo, en las expresiones del la elites. La vista al pueblo y la solidaridad a los marginados: «Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío»¦, del morisco que todos llevamos dentro”. De este modo, a través de sus versos retrató el mundo social y el dolor del pueblo gitano, representado por la Guardia civil, «que avanza sembrando hogueras”, en cuanto símbolo de represión y violencia. En el Poema del cante jondoy el Romancero gitano nos enseñó a mirar el mundo calé sin prejuicios ni miedos, desterrando los tópicos despreciativos y dignificando humana y artísticamente la figura del gitano, caracterizada como «lo más elevado, lo más profundo y lo más aristocrático de mi país”. De los negros explotados decía; «limpian con la lengua las heridas de los millonarios”, y a los cuales, en contra del sentido común racista dominante, consideró «lo más espiritual y delicado de aquel mundo”. En junio de 1936, frente a las posturas islamófobas y antisemitas apologéticas de «lo español”, declaró que la toma de Granada por los Reyes Católicos «fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre; acobardada”.

Se indignó con los poderes patriarcales que atenazaban la vida de las mujeres, mostrando los prejuicios y represiones cotidianas relacionadas con las identidades de género. Las heroínas lorquianas se debaten entre una tradición asfixiante y sus aspiraciones de libertad. Personajes como Yerma, la novia de Bodas de sangre, Mariana Pineda o la hija menor de Bernarda Alba desafían los códigos de género atribuidos a las mujeres (pasividad, sumisión, maternidad, domesticidad, etc.) y se rebelan contra el destino que la sociedad les ha reservado, reivindicando su libertad y dignidad. Federico también desafío a la homofobia en la España de los años veinte y treinta, al escribir abiertamente sobre la homosexualidad, pasando del «amor oscuro” vivido en la penumbra («yo te oculto llorando, perseguido”) a reivindicar, contra fuerzas cavernarias muy superiores, el derecho a amar libremente, como en El público, donde se descubre que Julieta es en realidad un muchacho disfrazado de mujer que anhela amar sin fronteras: «A mí no me importan las discusiones sobre el amor ni el teatro. Yo lo que quiero es amar”.

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El poeta revolucionario

Federico no fue un militante organizado en el sentido de estructuras «Yo nunca seré político. Yo soy revolucionario, porque no hay un verdadero poeta que no sea revolucionario”. Aunque el poeta siempre rechazo el engaño de la neutralidad ideológica y el apoliticismo. Lorca fue un decidido antifascista y republicano. Junto a otros intelectuales y artistas firmó a finales de la década de los veinte un manifiesto crítico con la dictadura de Primo de Rivera; en 1933 suscribió una protesta contra la persecución de escritores y la quema de libros por el gobierno nazi; condenó públicamente la invasión del fascismo italiano a Etiopía; se opuso al procesamiento de Manuel Azaña durante el gobierno de Gil Robles; protestó contra la dictadura de Salazar en Portugal; se solidarizó con los perseguidos políticos por el régimen autoritario de Getúlio Vargas en Brasil y criticó la represión estadounidense en Puerto Rico. En vísperas de las elecciones generales de febrero de 1936, firmó, en apoyo a la campaña electoral del Frente Popular, el documento Los intelectuales con el Bloque Popular, cuyos signatarios reivindicaban «la necesidad de un régimen de libertad y de democracia”

Fuente:

Carta de Federico García Lorca a sus padres, el 7 de octubre de 1935, Archivo del Ateneu Enciclopèdic Popular de Barcelona

Antoni Aguiló, filosofo y profesor en la Universidad de Coimbra.

Obras completas. Barcelona: RBA, 2007



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