19/05/2006

Norberto Salto: un obrero de la construcción

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Norberto Salto era un obrero de la construcción que ganaba 20 pesos el día de trabajo. Tenía 22 años -nació el 15 de mayo de 1982 en Cláypole, en la zona sur del Gran Buenos Aires- y estaba avanzando, a paso seguro, de peón de albañil a oficial, aunque aún le faltaba. Vivió toda su corta vida en Cláypole y su equipo de fantasía era Boca. Norberto Salto falleció el 12 de febrero del 2005, en su lugar de trabajo, electrocutado por una mezcladora.

Por el Movimiento de Trabajadores Norberto Salto


La escuela fue siempre muy dificultosa para Norberto Salto: el gabinete lo derivó a la escuela especial de Adrogué (según decían era «retrasado mental»), a la cual concurrió irregularmente. Asistió un tiempo y, luego, abandonó definitivamente.

Conoció el Galpón Cultural a los 12 años. Participó en los talleres y actividades desde esa edad, siempre irregularmente. Oscilaba entre la esquina de abundante alcohol, peleas y droga con nuestras actividades. Su forma de ser cabeza dura -irritable y cariñosa a la vez- nos ganó desde el comienzo. Norber: un acompañante del Galpón Cultural, que desaparecía un tiempo y volvía, como los gatos, lastimado por sus andanzas. Cuando salíamos de pegatina decía «por esta calle no, por esta tampoco»; tenía sembrado su barrio por algún lío o pelea.

A los 16 años sufrió un shock que lo acercó más a nosotros: uno de sus compañeros de la esquina fue fusilado por la policía de un tiro en la nuca. Aparentemente, estaba señalado por el robo de botellas en un supermercado de la zona. Norber era su amigo. Nadie organizó nada: sólo era uno más de los tantos pibes víctimas del gatillo fácil…

Desde ahí se profundizó el acercamiento -y repulsión, a la vez- hacia nosotros. Repulsión porque le exigíamos abandonar el chupi, la droga y estudiar. Él se daba cuenta que trabajar en el Galpón era una alternativa distinta al camino de su amigo para no terminar igual.

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Pero para el Galpón Cultural era muy difícil resolver sus problemas si no tomaba en cuenta la situación económica de un trabajador. Por eso, el nacimiento del movimiento piquetero constituyó una alternativa para nuestro joven compañero y para tantos otros trabajadores como él.

Fue así como, junto a Norber, comenzamos a construir lo que hoy es el MTD de Claypole, barrio Parque Mariano Moreno. Si bien mantenía su carácter terco y ciertas dificultades para concentrarse en las asambleas -ya que para él todo era muy largo y demasiado complejo-, en la calle, cumpliendo tareas de seguridad, se iba construyendo y mirando con más autoestima a su viejo enemigo: la policía, la que le había bajado a varias de sus amistades. Norber comenzaba a sentir el orgullo de estar organizado en fila y con capucha y ver que también los canas temen.

El fatídico 26 de junio de 2002 estaba en la tercera fila como parte de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, que integraba nuestro Movimiento. La represión no lo hizo detener, cumplió su rol. Desde antes del asesinato de Maxi y Darío, él supo que con Duhalde la cosa se volvía más dura. Lo había palpado cuando estábamos en la carpa tomando las actuales tierras del Galpón Cultural y del MTD: un para-policial de Echeverría asesinó a un cumpa que estaba en el piquete en la ruta 205. Eso no lo amilanó y siguió en seguridad. Todo esto le sirvió para aprender en las asambleas a bancarse los debates, escuchar y opinar sobre el «análisis de situación» en el Movimiento.

Lo que sí le molestaba eran las dificultades que teníamos (y tenemos, aunque en menor grado) para que se cumpla con los criterios del Movimiento. Norber se había transformado en uno de los principales impulsores del trabajo, la presencia en las movilizaciones e incluso en el estudio y el debate, pero le costaba comprender a los otros compañeros que tardaban en avanzar. Se enojaba muchísimo y se iba… y regresaba.

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Y en sus escapes, volvía a hacerse daño, volvía a su tierra conocida de vagancia. Pasaba por el Galpón ofendido y no saludaba, venía -muchas veces borracho- a ver si trabajábamos. Quería llamar nuestra atención y lo hacía de la manera que sabía: nos llamó varias veces desde el hospital golpeado y, una vez, robó al Galpón. Pero, en cada ocasión, llorando, se arrepentía. De todas formas, esta ciclotimia, poco a poco, se reducía cada vez más, entusiasmado -como dije- por la lucha y la organización.

En el año 2004 participó y terminó la alfabetización. Su carta de final de curso fueron palabras hacia el Che: la idea del Hombre Nuevo se estaba plasmando en él. Se planteó seguir estudiando, organizarse políticamente, luchar por el socialismo y animar al movimiento. También los vecinos comenzaron a ver un cambio en él y lo contrataban para levantar alguna pared. Había dejado la ropa y el caminar de «pibe chorro» y, cada vez más, usaba el uniforme de trabajo de albañil.

¡Qué injusticia la vida! Justo a él que estaba creciendo y sintiendo el orgullo de estudiar, de luchar, de entender qué es lo que lo había hundido: no era su «retraso mental» ni la pobreza que «se merecen» los vagos. Norber, algunos años antes de morir, comenzó a entender que el sistema capitalista hunde y explota a la juventud y al trabajador; que el gatillo fácil no es una casualidad de un policía malo, sino una política sistemática de un orden represivo «democrático»; que el obrero podía manejar las fábricas, que podía sin los patrones. También comenzó a entender que cambiar toda esta mierda era difícil y que, por eso, había que estudiar; que tampoco alcanzaba con los movimientos y que era necesario, entonces, una organización revolucionaria. Estos eran los pensamientos y las actividades de Norber en febrero del 2005.

Pero las malas condiciones del trabajo de albañil lo alcanzaron y, hoy, es uno más de los miles de trabajadores muertos por falta de seguridad laboral. También fue víctima de su propia fuerza e impulsividad: intentó evitar el desperdicio del cemento que se caía, agarrando con fuerza la máquina mezcladora. Su fuerza, construida en una vida dura de pocero, le pegó una mala jugada. Otro compañero fue pateado por la máquina pero él pudo atraparla. En cambio, con Norber, la máquina lo atrapó a él, descargando sobre su corazón voltios, que no pudo aguantar.

En febrero del 2006, a un año de su muerte y en el 3er plenario del MTD Claypole, quisimos darle el homenaje merecido, seguros que su camino es un ejemplo para la juventud en los barrios, que muchas veces parece que sólo tiene la opción de la «esquina». Nosotros decimos que no, que la juventud de los barrios tiene otro camino…

… Norberto Salto

Ejemplo de Trabajo, Lucha y Dignidad…

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… Norberto Salto… ¡Presente!

… Norberto Salto… ¡Presente!

… Norberto Salto… ¡Presente!

¡¿Dónde lo veremos, compañeros?!

¡¡En la lucha!!

Movimiento de Trabajadores Norberto Salto (MTNS) en el FOL


Homenaje e Inauguración de mural y monolito el próximo
domingo 21 de mayo a las 11 hs en Italia y Aquino, Claypole, al lado del campo de los Gráficos.

Colectivos: 160, 79 y 177 desde la Estación Burzaco



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