¿Medios Cómplices de la cultura de la violación?
Días atrás Zulma Lobato denunció haber sido violada en la calle. El tratamiento que los medios hicieron del caso focalizó en su estigmatización y discriminación fundamentalmente como persona trans. Natasha Urman, integrante del movimiento «Acción Respeto: Por una calle libre de acoso” reflexiona sobre esa cobertura y se pregunta: ¿Si es una persona trans, merece ser violada?, ¿si la víctima es mediática, entonces miente y merece ser insultada por el público?, ¿debemos reírnos y humillarla porque se sale de la «norma” y de lo socialmente aceptado? Por Natasha Urman. Fuente: Comunicar Igualdad
En los últimos días circuló la noticia sobre la violación de la mediática «Zulma Lobato”. Fue abordada por dos hombres en una estación de trenes, golpeada y luego abusada en una remisería abandonada.
Generalmente, cuando los medios comunican un suceso de abuso sexual notamos rasgos de la cultura de la violación: aquella que culpabiliza, re-victimiza, humilla, descree de la palabra de la víctima de un abuso. Más de un medio se refirió de maneras discriminatorias y violentas al hecho que vivió la víctima en este caso, ejerciendo un altísimo grado de violencia mediática hacia una persona que sufrió (y describe) un grave abuso sexual y físico. Es imposible dejar de lado, además, que tratándose de una persona transgénero, el componente de la transfobia no quedó afuera.
El Facebok del diario Crónica se destacó por reírse y humillar a Zulma Lobato, utilizando en su propio posteo las expresiones «no podés” y «qué estómago”. Nuevamente poniendo el foco en la víctima y su aspecto en vez de criticar el hecho en sí o dar información relevante. Sin contar la cantidad de compartidos que obtuvo el post y los comentarios como «hay que tener hambre”, «hay que matarlos, no por violadores, por asquerosos” o tratarla con género masculino, actitud totalmente transfóbica.
Ya de por sí, la cultura de la violación y quienes la promueven tiene su lista de excusas y justificativos para los abusos sexuales.
Concentrándonos en este caso y los comentarios que circularon: ¿Si es una persona trans, merece ser violada?, ¿si la víctima es mediática, entonces miente y merece ser insultada por el público?, ¿debemos reírnos y humillarla porque se sale de la «norma” y de lo socialmente aceptado? Y sobre todo: ¿Cuándo pasarán este tipo de medios a tener un papel activo y comprometido con la visibilización y desnaturalización de la cultura de la violación?
Es crucial que quienes comunican a gran escala entiendan e informen este tipo de acontecimientos partiendo de la base de que absolutamente nada justifica un abuso.