11/06/2014

Presentación del Protocolo para Organizaciones Populares (POP)

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El pasado sábado 31 de mayo tuvo lugar en Tolosa el cierre de «PARÁ la MANO, semana contra las inseguridades”, actividades culturales, debates e intervenciones tendientes a reflexionar sobre cuáles son las inseguridades. En ese marco, se realizó la presentación del POP (Protocolo para organizaciones populares) violencia contra las mujeres en relaciones de pareja y violencia sexual. Con la presencia de Aquelarre, Equipo interdisciplinario contra la violencia de género, Pixel y de Claudia Korol se socializó una experiencia colectiva convertida en herramienta para intervenir en situaciones de violencia de género. Por ANRed Géneros


El Galpón de Tolosa, ubicado en 3 y 526, fue el lugar elegido para concluir las jornadas «PARÁ la MANO, semana contra las inseguridades”.

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Hubo intervenciones artísticas durante la tarde, desde las 16, donde el micrófono fue abierto a la lectura de poesías y diversas narraciones, así como performances musicales, como la de Mortimer Candy y la murga La Gran Puta.

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Luego, se presentó la edición renovada del libro POP (Protocolo para organizaciones populares) violencia contra las mujeres en relaciones de pareja y violencia sexual, a cargo de Pixel, editorial platense, Aquelarre , Equipo interdisciplinario contra la violencia de género y Claudia Korol, militante feminista e integrante del Equipo de Educación Popular de Pañuelos en Rebeldía, quien hizo el prólogo del material editado.

Desde Pixel , comenzaron la presentación explicando que hacen diversas producciones editoriales y «la colección a la que pertenece este libro se llama Cuando es con vos, el trabajo se hace en conjunto con otros colectivos o agrupaciones. El año pasado salió la primera edición del POP en el Encuentro de Mujeres de San Juan, no habíamos tenido tiempo de presentarlo por la zona, así que lo hacemos ahora».

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Pilar Martin, trabajadora social, integrante de Aquelarre comenzó relatando «porque decidimos hacer un protocolo para organizaciones populares ante situaciones de violencia hacia las mujeres, ante situaciones de violencia sexual que es muy cotidiano en esta sociedad patriarcal. el equipo tiene ya varios años, lo fuimos construyendo de a poco con compañeras y compañeros que hoy estamos en La Brecha y con compañeros y compañeras independientes de diferentes profesiones relacionadas a la cuestión de género y en particular el arduo trabajo que implica pensar estrategias colectivas de intervención ante situaciones de violencia de género.
Un poco la propuesta del equipo es aportar humildemente desde estas herramientas que quizas hacemos una critica a nuestra formación, muchas de nosotras nos recibimos en las universidades en diferentes profesiones y vemos que las herramientas que tenemos para trabajar estos temas estan muy acotadas, fragmentadas, son acriticas a lo que pasa en la realidad cuando una mujer esta en una situación de violencia de cualquier tipo, pero ponemos en juego las herramientas que tenemos y las organizaciones construyen cotidianamente conocimientos, saberes, experiencias, prácticas que dan respuestas colectivas y eficaces, a diferencia de cualquier política pública del Estado y creemos que como equipo podemos hacer un buen equipo, con cualquier organización que se plantee la lucha antipatriarcal y anticapitalista y que se de el desafio, que sabemos que es muy difícil, de empezar a problematizar y empezar a trabajar hacia dentro de las organizaciones la cuestión de la violencia.
generalmente nosotras trabajamos con organizaciones territoriales que construyen en diferentes barrios, principalmente en Capital, en el conurbano y en La Plata, donde nosotras tenemos existencia y donde construimos vinculos politicos con organizaciones que confian en el equipo y que construyen y piensan junto con el equipo tareas concretas para, en su momento era, que hacer ante una situación de violencia, hoy podemos decir para fortalecer los propios procesos, los espacios que las organizaciones generan para dar respuesta a esta problemática social. Muchas veces la dificultad poder pensar,poder reflexionar, poder sistematizar de la propia practica y sobre la propia experiencia una propia intervención política ante esas situaciones es algo difícil y nosotras como equipo vemos en los últimos años que muchas organizaciones se tomaron esa tarea y creemos que el hecho de poder proponer o pensar un equipo interdisciplinario que aporte a eso también es un desafío, porque no se piensa desde una cuestión utilitaria, un servicio que venga algún equipo a resolverte el problema, sino que podemos fortalecer o que procesos nos podemos dar con las mujeres que cotidianamente dan respuestas a situaciones en los barrios, en los comedores, en las cooperativas de trabajo. un poco ese es el por que de la existencia del equipo,

El pop es provisorio resultado de un proceso que nos dimos a partir de 2012, principalmente con movimientos territoriales del FOL, donde construimos básicamente tres herramientas en formato taller, fueron mucho más que talleres, así lo pensamos desde la educación popular, temas como construcción de redes sociales, comunitarias en los barrios para intervenir ante situaciones de violencia, herramientas legales, que son fundamentales a la hora de pensar la lucha por los derechos de las mujeres y el tema del fortalecimiento o autocuidado cuando una mujer decide acompañar a otra mujer en una situación de violencia, cuando un colectivo se enfrenta a situaciones terribles que vive una mujer, dar algunas herramientas para que nosotras mismas nos cuidemos y podamos acompañar a otras mujeres.

En base a esos tres talleres que hicimos en diferentes barrios de Capital y conurbano durante todo un año y medio pensamos que esa experiencia no podía quedar en algunas fotos o en nuestras cabezas y memorias, quienes integramos el equipo y quienes participaron esos talleres decidimos sistematizarlo, pensamos que los protocolos formales, oficiales existentes dejan mucho que desear, son generalmente letra muerta y lejos de lo que pasa en las instituciones que deberían trabajar esta problemática y pensamos que las organizaciones tenemos la posibilidad de armar nuestros propios protocolos poniendo en discusión todo el tiempo al Estado, en relación a las respuestas que da y poniendo en socialización y compartir esos conocimientos que traemos. El protocolo es una sistematización, pero también es una reflexión sobre la propia práctica y contiene algunos elementos teóricos para que las organizaciones puedan pensar sobre la problemática desde nuestra posición de como entendemos la violencia, desde nuestras definiciones políticas como equipo, y tiene una parte más practica sobre qué hacer ante una situación de violencia, qué cosas tener en cuenta, adonde acudir, qué elementos son fundamentales si decidimos acompañar a una mujer que quiere salir de una situación de violencia, qué obstáculos nos encontramos, que son muchos cuando queremos trabajarlo, cuando queremos acompañar y cuando queremos trabajar hacia el interior de las organizaciones. Hay un apartado que nos propusimos ponerlo, porque creemos que puede ser un disparador que es sobre los obstáculos que se encuentran en las organizaciones cuando hay violencia hacia el interior de esos espacios y lo dificultoso que es asumirlo y encararlo colectivamente. Y después tiene unos anexos que son una serie de talleres, los nombrados anteriormente, que fueron previos al armado del POP, y muchos otros talleres más, que estuvimos haciendo estos últimos años con diferentes organizaciones que obviamente los tomamos como un aporte para poder pensar no sólo dinámicas, juegos y formatos de talleres, sino como poner en juego el tema de la violencia en las comisiones de género, en los grupos de mujeres, en las asambleas. La idea del POP es que sea una herramienta que se ponga en juego en las organizaciones, de hecho lo estuvimos haciendo y esta es la segunda edición que sacamos con modificaciones, y que haya aportes, devoluciones, críticas, que puedan servir también para fortalecer a trabajadores y trabajadoras que no necesariamente están trabajando el tema en organizaciones, sino en su lugar de trabajo, con una mirada y una herramienta diferente para poder pensarlo en los equipos de trabajo, en la disputa cotidiana en las instituciones estatales, y pretendemos eso, que esta presentación sólo sea eso y que se tenga que re editar muchísimas veces, que se tenga que modificar muchísimas veces, las que sean necesarias para que no sea un libro que quede en la biblioteca, sino una herramienta de lucha y organización. »

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Las palabras finales estuvieron a cargo de Claudia Korol, quien expresó la importancia de «dar cuenta del camino recorrido, contar las experiencias. Cuando me invitaron a escribir el prologo me pareció maravilloso y quise compartir ese trabajo, es muy importante que podamos hacer este tipo de trabajo las feministas, el trabajo que tiene que ver con el acompañamiento, con el trabajo en las organizaciones, con poner el dedo en la llaga: el tema de la violencia es un tema que históricamente ha sido tabú en las organizaciones, y que se resolvía de la peor manera. Es decir si había un caso de violencia muchas veces la resolución era la más patriarcal, aunque la organización se dijera hiper revolucionaria, y por otro lado es un tabú en la sociedad. Cuando nosotras nos preguntabamos por qué pasó tanto tiempo para que en los juicios por los crímenes de lesa humanidad se pudiera hacer la denuncia sostenida y fundamentada de la violencia sexual para que sea caracterizada como delito de lesa humanidad, si bien sabemos que en algunos casos hicieron la denuncia al comienzo, pero muy pocos casos, y por qué tuvieron que pasar casi 30 años para que se pudiera decir y nombrar esto, es porque no es un problema de la compañera que tenia que hacer la denuncia, los abogados, de hecho recomendaban no denunciar porque no se podía, por ejemplo, demostrar que una persona había sido violada 30 años antes, porque esas cosas fueron algunos de los argumentos que se dijeron en casos de muchas compañeras, que se los compañeros abogados, no estoy hablando de los jodidos abogados, los compañeros recomendaron no hacer la denuncia. Y cuando decimos por qué nos costó tanto y entonces lo charlamos incluso con compañeras que habíamos vivido la dictadura y por qué no nos costaba decir que nos asesinaban, que nos golpeaban, que nos cortaban en pedacitos, que torturaban a nuestros familiares delante nuestro y no podíamos denunciar la violación o la violencia sexual que habíamos vivido. Entonces hay muchas respuestas, desde que nuestro cuerpo no es tan importante frente a otras situaciones, de que íbamos a herir a nuestros familiares, a nuestro compañero, pero como, las heridas éramos nosotras se supone, denunciar que nos habían herido, heriría la.. qué… ¿no? Pero si empezamos a pensar más atrás, no es la primera vez que se ejerce violencia sexual, sobre los cuerpos de las mujeres, y la historia de nuestra América esta basada en la violencia contra los cuerpos de las mujeres, ¿o acaso los conquistadores no hacían acto de posesión del territorio y de las mujeres que estaban habitando ese territorio? ¿Y acaso no cayó o sigue cayendo siempre sobre la mujer que fue violada la sospecha de que tal vez favoreció esa violación o esa violencia o esa agresión? ¿Y acaso todavía las compañeras que son agredidas en la calle o en la casa por sus parejas no les sigue costando decirlo, porque en algún lugar todavía nuestros cuerpos siguen siendo un territorio que puede ser arrasado? Entonces hablar de uno de los aspectos de la violencia, pero además no es hablar, es decir «esto se resuelve así», hay que decirlo, hay que ver donde decirlo, como decirlo, hay que ir acompañada, después te hacés mierda, mil veces te hacés mierda, una persona rompe el circulo de la violencia pero vuelve a caer y lo sabemos, porque además la mayoría de las mujeres sufrimos algún tipo de violencia sexual en algún momento de nuestra vida. Alguno, y si no fuimos nosotras, fueron nuestras hijas o nuestras mamás, nuestras hermanas o nuestras mejores amigas.

Si estamos trabajando de verdad con movimientos populares y en los territorios, no vamos a ir a un lugar donde cada una de las compañeras con las que estamos trabajando no haya vivido alguna situación así, lo que pasa es que no se habla. Y no se habla porque duele, no se habla porque nos cuesta todavía decirlo, porque hay un silencio impuesto sobre esos temas.

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Entonces esto es como decir, miren que se puede hacer algo, vean que lo estamos haciendo, mirá que si te animás te acompañamos, mirá que vamos juntas, mirá que no te vas a quedar sola, mirá que es muy posible que vamos a denunciar y no nos den pelota, y que tengamos que ir a otro lugar y tampoco, y que la justicia tampoco, y acá estamos las compañeras haciendo este camino. Y eso es el aporte central de este trabajo, que expresa de una manera en lo escrito, porque el laburo frente a una mujer que ha sufrido o que sufre, porque aunque no lo esté sufriendo materialmente la violencia sexual ya queda y la violencia queda golpeando en nuestros cuerpos, en nuestros registros, en nuestra memoria, en nuestras maneras de volver a relacionarnos, incluso, si queremos volver a tener un vinculo.
Entonces esto sigue, no terminó el día que pudiste parar el golpe o pudiste parar tal o cual situación. Nos sigue doliendo, y duele mucho. Y muchas veces nos desorganiza, y hemos visto las mujeres más valientes, a la hora de la pelea, del piquete, del corte de calles, desarmándose en una situación de violencia familiar o de violencia contra los cuerpos de las mujeres. Una y veinte veces, y compañeras incluso con reflexión, compañeras incluso feministas, que dicen «no, como me puede pasar», sí, nos pasa. Nos pasa a las feministas, nos pasa a todas, es la historia de este continente.

Entonces a mi me parece que esto es como empezar a escribir otra historia, no empieza hoy, empieza antes, recuperan las historias que hemos vivido. Recuerdo las primeras veces que tuve que intervenir en talleres, las macanas que hacíamos eran increíbles. Tendriamos que hacer un libro con las macanas que nos mandamos. Sólo por contar una, taller sobre la violencia contra las mujeres en Villa Cildáñez, llegamos y todos los hombrecitos se juntaron en las puertas a ver quien entraba, obvio que las mujeres pasaron de largo diciendo no. Después hicimos la misma en la Asamblea de Flores, pero nos dimos cuenta que hacer talleres de cocina podían ser un lindo camino para despistar un poco y que todas sabían que iban a «cocinar» ahi.
Es un camino que no teníamos donde aprenderlo, ahora otras compañeras han avanzado y es buenísimo que hayan avanzado. Incluso lo puse en el prologo, yo siempre tenía miedo de poner cómo son las dinámicas, los talleres, pero me parece que está bueno y revisé esa idea, porque vamos aprendiendo en la medida que hacemos. Sirva para no volver a hacer las mismas macanas. Porque no es necesario empezar cada vez que cada grupo, cada colectivo que quiera arrancar, cometa esas mismas macanas, podemos superar y hacer otras nuevas pero sobre todo podemos dejar un mensaje de que se puede parar el circulo de violencia. Hoy están hablando ustedes de una jornada en general sobre inseguridades, pero esta es una cotidiana y fundamental, no es la única y sabemos que hay un montón, que nos atraviesan, que nos complican la vida, que nos complican la militancia, las organizaciones, que nos cuesta pensar cómo. Entonces sistematizar la experiencia, crear conocimiento desde esa experiencia, y ademas socializarla, para mí es un aporte super importante y como decía al comienzo, es lo que hace tal vez a la diferencia de un feminismo popular, un feminismo que busca construir desde abajo, a la izquierda, con las mujeres que hoy, cotidianamente con las diversidades sexuales, con las disidencias, con todas, con todos y todes se quieran apartar del patrón hetero-normativo, hetero-patriarcal de la violencia con la que la dominación se impone sobre los cuerpos, y pueda hacerlo realmente crear organizaciones, donde valga la pena militar, no sólo porque sea justo, no sólo porque los derechos por los que luchamos están bien, sino porque sea placentero, porque de ganas, porque ahi están las compañeras que nos acompañan cuando tenemos algún problema. Muchas veces hemos participado de colectivos y organizaciones donde dispuestos a dar la vida, pero a vivir la vida placenteramente era difícil. Y yo creo que también parar la violencia desde abajo, desde el colectivo, desde la organización, nos hace pensar en otro tipo de organizaciones o sea nos problematiza.»


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