08/06/2014

Elegir entre ser homosexual o marroquí

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Imagina que eres marroquí y por pasear de la mano con tu pareja por Tánger o en la plaza Jamaa el Fna de Marrakech se para un coche de policía y acabas durmiendo en el calabozo. O que, por tener una «actitud afeminada”, si eres un chico, o lo contrario si eres una chica, puedes acabar marginada por tus amigos, familiares y entorno. Si se confirma tu homosexualidad, puedes cumplir hasta 6 años de prisión. Por La Marea


Tras las revueltas árabes, que llegaron hasta Marruecos, surgieron colectivos como Aswat («voces”, en árabe), que reivindica los derechos y trabaja por la visibilización de los homosexuales en el país. Sus miembros tienen que luchar desde el anonimato, y se valen principalmente de las redes sociales para protegerse de represalias legales, sociales y familiares.

El 17 de mayo, Día internacional contra la homofobia, arrancó una campaña en Marruecos en la que activistas y simpatizantes de Aswat difundieron fotografías suyas con las caras tapadas y portando carteles con diferentes lemas. Fue más que una jornada de lucha, ya que a día de hoy las imágenes continúan extendiéndose por las redes sociales.

Bajo la consigna «El amor no es un crimen”, iniciaron un llamamiento contra la homofobia y la persecución de homosexuales. Se difundieron vídeos en los que aparecían conocidos intelectuales del país.

Los activistas LGBT cuentan que un simple gesto de amor o mostrar una actitud considerada propia de homosexuales en la calle puede costar entre tres meses y seis años de cárcel o una multa de hasta 1200 dirhams (unos 120 euros). A pesar de la reforma constitucional impulsada hace tres años -forzado por las revueltas árabes- por el rey de Marruecos, Mohammed VI, el artículo 489 del Código Penal que criminaliza «actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo” permaneció intacto, permitiendo que continuara la discriminación contra las relaciones homosexuales.

En estos vídeos, personalidades como el activista bereber Ahmed Assed, denunciaba que en la cultura marroquí «no se le da prioridad a las personas, sino a las tradiciones y a la religión”. Otros, como el profesor universitario Abdulah Beda, señalaba que hay una «hipocresía social”, ya que «se evita hablar de algo que existe y que siempre existió en la sociedad marroquí pero no se quiere reconocer”. Apenas días después de la publicación de uno de los vídeos, la policía detuvo a seis personas acusadas de «homosexualidad” y juzgadas en un tribunal de Fqih Bensalah.

En este otro, bajo el título «Llamamiento contra la homofobia en Marruecos”, una activista marroquí, que se tapa la cara para no ser reconocida, denuncia que su país no da el derecho a amar y expresar ese amor a los homosexuales como sí se lo da a los heterosexuales.

Un joven coloca un cartel bajo una señal de

Desde el poder, se impulsa la aceptación de la homofobia como una actitud valiente, heroica y definitoria de la identidad marroquí. A los homosexuales se les ve como algo extraño, «importado” de Occidente, títeres que destruyen los códigos morales magrebíes. De este modo, el colectivo LGTB se ve condenado a la clandestinidad y a conocerse principalmente mediante las redes sociales, ya que en cualquier momento puede ser víctima de arresto. De nuevo, los marroquíes que luchan por hacer avanzar a la sociedad se ven abocados a la clandestinidad.

Y es que los problemas de los homosexuales no sólo los causa la justicia: cualquier actitud sospechosa es motivo de discriminación, exclusión y persecusión violenta («zamel”, «marica” en español, es una voz común en Marruecos). Muchos se callan para no ser repudiados por sus propias familias o rechazados por sus amigos.

De hecho, algunos grupos se dedicaron a amenazar con agredir a los homosexuales que se atrevieran a manifestarse el 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia. Protestar contra la discriminación por motivos sexuales se hace equivalente a una agresión a la dignidad y al islam. Miembros del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), la formación conservadora que encabeza el gobierno de coalición, han cargado duramente contra la campaña: «Estos mensajes que ensalzan la homosexualidad no sólo son perjudiciales para nuestra cultura musulmana, sino que pretenden acabar con el orden social”, espetó la diputada del PJD Amina el- Maa Ainein en el parlamento cuando se inició la campaña.

A pesar de la criminalización generalizada en el norte de África, colectivos como Aswat fortalecen poco a poco sus lazos con diferentes movimientos LGTB de la región. Y continúan con su lucha para visibilizar y reivindicar sus derechos: estos días se está celebrando Mawazin, el mayor festival de música del país. Durante la actuación de Ricky Martin, gente del colectivo alzó una bandera gay entre el público. Es en estos espacios donde se evidencia que las nuevas generaciones empujan hacia un futuro Marruecos en el que ser libre.

Fuente: http://www.lamarea.com



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