26/05/2014

Asignatura pendiente: decidir sobre el propio cuerpo

tapa-1965.jpg Hay un nuevo proyecto de despenalización del aborto. Fue apoyado por un colectivo que reclama por el derecho de las mujeres sobre su propio cuerpo. Una movilización que es producto de un largo recorrido social. La presentación en el Congreso de la Nación de un nuevo proyecto de despenalización del aborto y un nuevo caso de una niña violada y embarazada por su padrastro colocaron otra vez en la agenda pública la necesidad de una normativa jurídica que ampare la libre determinación de las mujeres sobre su propio cuerpo. Por Eduardo Lucita


Semanas atrás integrantes de la «Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito» acompañadas de unas 10.000 personas, la mayoría mujeres y no pocos hombres, presentaron en el Congreso de la Nación el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Esa iniciativa y esa movilización no cayeron del cielo, son producto de un largo recorrido.

Más de tres décadas.

El movimiento de mujeres y particularmente el feminismo, en cuyo centro se ubica decididamente la cuestión del aborto, tienen una larga tradición en América latina y en Argentina. Dieron un salto cualitativo en los años 60 y 70 del siglo pasado, cuando una verdadera contrarrevolución cultural en las artes, en las letras, en la vida cotidiana, en la vestimenta y obviamente en la sexualidad se expandió por los principales centros urbanos del mundo occidental. En este contexto es que la maternidad voluntaria y la educación sexual, la violencia de género en cualquiera de sus formas (física, económica, psicológica o sexual) y la despenalización del aborto comenzaron a debatirse en la América latina.

La historiadora y ensayista Mabel Bellucci en su reciente obra «Historia de una Desobediencia. Feminismo y Aborto», detalla el largo recorrido de estas luchas y muestra como toda esa secuencia de décadas fue una y otra vez interrumpida por los golpes militares, no sin ayuda civil, que se sucedieron una y otra vez en la región. Así las rupturas del orden institucional demoraban y hacían retroceder las luchas por la ampliación de derechos, entre ellos el derecho de las mujeres.

No es de extrañar entonces que fuera el feminismo de México, uno de los pocos países de la región que no sufriera golpes de Estado, quien lograra en 2007 -no obstante su fuerte tradición machista y clerical- institucionalizar la despenalización del aborto durante las doce primeras semanas de gestación. Si bien este logro está limitado al Distrito Federal, ha sido un avance notable que estimuló al resto de los movimientos latinoamericanos.

Desde los años 80 los Encuentros Nacionales de Mujeres fueron el contexto para que las organizaciones feministas replantearan una y otra vez la cuestión del aborto legal y seguro hasta que en el 2005 adquiriera la actual forma de campaña nacional.


Proyectos.

El primer proyecto IVE fue presentado en mayo de 2007 como una iniciativa de la sociedad civil. Exactamente un año después, en mayo de 2008, fue nuevamente entregado en la Cámara de Diputaos/as avalado por la firma de 22 legisladores y legisladoras. En marzo de 2010, cuando el anterior perdió estado parlamentario por falta de tratamiento, se presentó por tercera vez, ahora apoyado con 33 firmas. _ En marzo de 2012 nuevamente con 54 avales y en abril pasado por quinta vez con la firma de 64 legisladores y legisladoras de todos los bloques con representación parlamentaria.

En esencia el proyecto se sostiene en el derecho personalísimo de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Que toda mujer pueda interrumpir su embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación por voluntad propia, y sin plazos en caso de violación, de riesgo para la salud o la vida de la gestante o en caso de malformaciones graves. Además propone que el acceso a esta práctica sea seguro y gratuito en hospitales públicos y que las obras sociales la incorporen entre sus coberturas.

Datos duros.

Las estadísticas en general indican aproximaciones y tendencias generales y son siempre objeto de debates y especulaciones, las del aborto mucho más. La clandestinidad de estas practicas y muchas veces el sub-registro en casos de fallecimiento -se las suele indicar como «infecciones»- constituyen un verdadero obstáculo para determinar la magnitud de estas intervenciones.

Una investigación realizada en el 2006 por la Comisión Nacional de Investigaciones Sanitarias dependiente del Ministerio de Salud de la Nación estimó que «se realizan entre 486.000 y 522.000 abortos por año, la razón de abortos inducidos es de 0,53 o 0,64 por cada nacido vivo; la tasa de abortos inducidos por 1.000 mujeres de 15 a 49 años es de 40,8 o 49,0 y que cada mujer tendría en promedio dos abortos al término de su vida fértil».

«En 2010 la tasa de mortalidad gestacional informada por el Boletín del Ministerio de Salud fue de 44 por 100.000 nacidos vivos, es decir que 331 mujeres perdieron la vida ese año. Los abortos inseguros causaron el 20,5 por ciento de esas muertes. Considerando las estadísticas oficiales el número de mujeres fallecidas por esta causal en el quinquenio 2006-2010 fue de 384, un promedio de 77 por año», según datos obtenidos del libro «El aborto como derecho de las mujeres. Otra historia es posible», más conocido como el libro de La Campaña, del cual esta nota es tributaria.

Aborto no punible.

La práctica clandestina del aborto causa, años tras año, daños irreversibles en miles de mujeres, al mismo tiempo que ya sería la segunda causa de muerte materna en nuestro país. Si bien el aborto está todavía penado entre nosotros hay excepciones que lo permiten, estas están contempladas en el Código Penal, específicamente detallados en el artículo 86. Es así desde el año 1922, siendo nuestro país uno de los pocos en América latina que lo contempla en su jurisprudencia.

El reciente caso de una niña de 13 años violada y embarazada por su padrastro que las autoridades del hospital de Moreno se negaran a interrumpir su gravidez -luego se hizo en Capital Federal por acción directa de las organizaciones feministas- volvió a poner en el centro de la escena a las cúpulas clericales y a muchas instituciones médicas y hospitalarias que se oponen a esta practica absolutamente legal desde hace noventa años. Sin tener en cuenta el grave riesgo que para la salud tienen los embarazos involuntarios producto de violaciones, en muchos casos resultados de incesto.

Batallas contra la moral burguesa.

El periodista y escritor ya fallecido Carlos A. Brocato supo describir a la lucha por la despenalización y legalización del aborto como «la penúltima batalla contra la moral burguesa». Supongo incluiría a la eutanasia entre las últimas. Es interesante esta definición para precisar contra que moral se esta batallando, y no solo en la cuestión del aborto.

Es justo y necesario señalar que muchas de esas batallas han concluido positivamente. La continuidad de la democracia institucional en el país ha permitido en estas últimas décadas avances importantes en la ampliación de derechos ciudadanos: la patria potestad compartida; la ley de divorcio vincular; el matrimonio igualitario; la ley de muerte digna; la de fertilización asistida, entre otras.

El movimiento de mujeres y en su interior los colectivos feministas han jugado un rol preponderante en estas luchas, enfrentando a los sectores más retrógrados de nuestra sociedad, a las cúpulas clericales y a su influencia social y política. Este rol es más destacado aún en el movimiento por la legalización del aborto, que desde el 2005 ha centralizado diversos agrupamientos -hasta entonces dispersos y con prácticas políticas diferentes- en la ya mencionada Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

Campaña que tiene todavía un áspero camino por recorrer, pero que es evidente que año a año crece y gana consenso en la sociedad para finalizar con esta asignatura pendiente del régimen democrático y avanzar hacia una ciudadanía más plena.


Eduardo Lucita- Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda



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