09/01/2004

«En Bolivia, cuando hay problemas, salimos todos juntos contra los poderosos»

boliv1.jpg Entrevista a Ramiro Saravia, integrante del grupo Tinku, de la provincia de Cochabamba, Bolivia, en el marco del Encuentro Enero Autónomo de Argentina. Con una crítica rotunda a la vieja izquierda boliviana, Saravia comenta la experiencia de los movimientos sociales. Y si bien dice no estar con el MAS ni con el Movimiento Indígena de Quispe, reivindica la coordinación y la unidad. «Cuando llega la guerra, cuando hay enfrentamientos, estamos juntos. Lo otro sería traicionarnos.»


– ¿Cómo nació Tinku?

 Empezó como un movimiento juvenil con cuatro grupos autónomos. Cuando nos juntamos los cuatro nos denominados Tinku, que en idioma quechua aymara quiere decir «Encuentro», pero un encuentro no sólo intercultural sino también con otros pueblos del mundo. Estamos un poco globalizados, con los movimientos antiglobalización, porque justo nacemos el ’98, que es un momento en que se da Praga. A partir de eso se da una autoorganización. El problema en Bolivia es que desapareció la izquierda desde hace más de 15 años, entonces desde el ’85 se aplica la política neoliberal y la izquierda antigua abandona la causa revolucionaria y te dice como Fujuyama que es el fin de la historia. Toda la gente que sufrió la dictadura se fue a la derecha, sobre todo los intelectuales, la clase media, apostaron por el Menem boliviano que es el «Goni» Sánchez de Losada.

Entonces nacemos en una ruptura de la historia, entre lo que fue esta izquierda y lo que empezó a nacer que es la autoorganización. Por eso lo nuestro no es un sindicato ni una federación, sino una autoorganización de jóvenes de barrio como de la ciudad, incluso universitarios.
Cuando llegamos al 2000 se da la guerra del agua, que es un referente histórico, porque derrotamos a una multinacional y le hicimos un boquete al neoliberalismo. Fue la primera victoria en quince años contra ese modelo. La gente perdió el miedo, salió a las calles. Tuvimos durante toda una semana bloqueos en la provincia de Cochabamba. Y esa fue la mejor escuela revolucionaria. Logramos torcerle el brazo al Estado y tuvieron que cambiar la ley que autorizaba la privatización y volver con una ley que respetaba usos y costumbres de los indígenas y de la gente comunitaria de la ciudad.

Así empezamos a recuperar otros recursos hasta la guerra del gas que es por los recursos del hidrocarburo. De ahí empiezan a surgir con más fuerza los movimientos sociales, que estaban apagados desde el 2000, se levantan. Ya no son referentes ni el Partido Comunista ni el Socialista. Entonces, los movimientos sociales son la vanguardia. Sobre todo campesinos e indígenas. Pero en las ciudades como Cochabamba o Los Altos son los barrios, la gente más pobre, que están organizados en juntas vecinales, escolares, etc. Pero ya en la guerra del agua se había dado una unidad en el campo y la ciudad, que se consolida hasta el 2003 y actualmente los movimientos son autónomos a pesar de que algunos son liderados por caudillos como Evo Morales y Felipe Quispe, de la zona aimara. Ambos, si bien armaron partidos, no forman estructuras tradicionales de la vieja izquierda, sino de movimientos. Los campesinos comunarios eligieron en asamblea a sus diputados y concejales que fueron a las elecciones. Y actualmente tienen un dilema, no saben si son movimiento o partido. Son la izquierda, pero son diferentes a la tradicional. Cuando hacen movilizaciones no van con sus banderas de partido, van como movimiento.

También hay movimientos que no estamos con el MAS ni con el Movimiento Indígena Pachacuti, pero coordinamos. No nos preocupa mucho porque en el fondo cuando hay problemas salimos contra los poderosos. Eso, a pesar de que hay liderazgos colectivos y sociales, cuando llega la guerra, cuando hay enfrentamiento, estamos juntos. Lo otro sería traicionarnos.

Esta crisis del Estado neoliberal tiene que resolverse en no más de dos años, porque la gente no va a estar saliendo siempre a las calles, entonces hay la necesidad de que todo esto no sea canalizado por la derecha o por un golpe militar. Ahí la fuerte discusión que se ha iniciado en diciembre para hacer las propuestas de cambios y de leyes, han surgido diferencias en las concepciones de los distintos movimientos. Pero es una época de plantear propuestas.

Ahora se habla de tres salidas: 1) La golpista conservadora, desde las fuerzas más reaccionarias, en Santa Cruz la empresa agroindustrial, su plan es descabezar a los movimientos. El anterior gobierno pensaba matar 500 e irse a Santa Cruz para cambiar de gobierno. Mataron 50 y por eso lo sacaron rajando. Esta sería la peor salida porque sería un retroceso de 20 años: un neoliberalismo dictatorial. 2) La otra salida es la insurreccional, y ahí es la discusión de que solos no podemos, tenemos que tener un sector militar patriota. Nos hemos dado tareas de charlar con algunos, aprovechando que si bien existe un sector pro trasnacionales, también hay un sector patriota. Hay esperanzas de que este último sector apoye una insurrección popular. Porque históricamente los militares han defendido y nacionalizado el gas. 3) Y la otra es la actual, la salida reformista. En ésta hay dos caminos: la del gobierno actual que plantea un reformismo conservador, que nos da la asamblea constituyente, llamado a referéndum, la reforma de la ley, es decir parches; y otra que sería una reforma más revolucionaria, no las reformas desde el gobierno, sino desde los movimientos sociales. El tema es que los movimientos sociales no están logrando articular las propuestas, porque si no las hacemos, las hace el gobierno. Nosotros tenemos la fuerza, pero necesitamos hacer propuestas, como en la guerra del agua, que propusimos la nueva ley.

– ¿Tinku nace allí?

 Tinku nace en el ’98, pero nos conocieron en esa guerra, ahí nos confían los movimientos más grandes porque estuvimos en las barricadas y las trincheras. Desde ahí tenemos muy buena relación con los cocaleros y los obreros. Como nosotros estamos en la ciudad, cuando viene una acción de ellos, nosotros hacemos el apoyo logístico. Allí hay una sola Central Obrera, la COB, y están a punto de afiliarnos, a pesar de que son muy obreristas.

– ¿El componente social de Tinku es variado?

 Sí, es múltiple, encuentras desde desocupados hasta estudiantes, jóvenes, mujeres. Es como un polo de atracción porque hemos logrado autogestionar una oficina, un taller y hacemos trabajo de base fundamentalmente, apoyo con niños, jóvenes, biblioteca, trabajo más social y político, pero no partidario, sino con la línea de los movimientos sociales, que también tienen intelectuales que producen y hay mucha riqueza en ese sentido. Los indígenas se están autogobernando por primera vez en la historia.

– ¿Cuesta mucho tener una propuesta en común entre los movimientos?

 Claro, porque los indígenas tienen muchas diferencias, debido a que son varias culturas. Hay unas 30 en la selva, que es otro país. Pero si bien hay muchos movimientos todos tienen poder de convocatoria. En momentos determinados hay un enemigo común, entonces hay el enfrentamiento. Pero lo que hace daño a veces es el caudillismo. Pero eso se entiende porque hay una tradición histórica del caudillaje. Ahora hay como cinco: está el más fuerte, del Alto, Juan de la Cruz; está Jaime Solares, de la COB; Oscar Olivera, de la Coordinadora del Gas; y están Quispe y Morales, ambos con su proyecto de partido parlamentario.

– Estos líderes mediáticos que salieron, ¿tienen que ver con el cacicazgo dentro de las comunidades?

 No, lo que pasa es que ellos hacen la coordinación por las necesidades de la representación, son diputados, es decir tienen ya otras funciones. No quiere decir que no estén con las bases. Las peleas entre los líderes no es por asuntos ideológicos sino por «celos», en las bases hay la unidad. Sólo se fija en las elecciones, pero después vuelve a sus movimientos y sigue bloqueando. Es circunstancial.

– ¿La organización política de los movimientos tiene muchos elementos de la filosofía indígena»¦?

 «¦ Y de la izquierda.

– ¿»¦ Y eso lo trabajan como que a futuro puede ser la organización política de Bolivia?

 Sí, porque ya no se pueden hacer copias made in Unión Soviética ni Cuba, con el respeto que tenemos por las revoluciones. El tema en Bolivia es que la propuesta de nueva sociedad primero tiene que partir de los movimientos sociales, cuyos orígenes son mestizos o indígenas. Entonces, sus elementos comunitarios, de relación personal, diario, son indígenas, o sea, es muy fuerte, así que ya se está teorizando para un cambio de sociedad. Pero también te ayudan los elementos libertarios o marxistas, que tampoco no hay nada puro, que pueden contribuir a un mejor análisis del capitalismo. Lo otro te sirve para lo étnico. Históricamente, la izquierda nunca le dio bola a lo étnico, era ignorante, porque más sabía de la Unión Soviética.

– ¿Cómo trabajan la educación en los movimientos?

 Nosotros somos jóvenes de barrios o de la universidad, no necesariamente formados políticamente, sino grupos que hacen algo en el barrio. Empezamos a agruparnos y fue en la lucha la autoeducación, el hecho de visitar comunidades indígenas, contactarnos con los sectores obreros politizados, la gente fue descubriendo quién era Marx, quién era Bakunin, porque aún se habla de eso. Pero no fue algo doctrinario. Además que hay una pereza intelectual y a los chicos más le interesa la acción. Aunque la acción en abril fue la mejor escuela. Ahí hubo socialismo porque todo era para todos. Era como un milagro que todos compartiéramos todo. Todos eran solidarios, traían la comida para las barricadas, todos eran compañeros. Y ahí dijimos es posible, y la gente creyó. Y los más marginales fueron la vanguardia.

La gente, si bien no lo ha teorizado tanto, se ha dado cuenta de que puede ser la protagonista de la historia. Y recién se está planteando, en base a la experiencia de las comunidades indígenas, cómo construir una nueva sociedad.



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