10/12/2013

Saqueos en Tucumán: la inseguridad de que exista esta policía

tapa_anred_tucuman.jpg La ola de «protestas» policiales por mejoras de salarios , llegaron la noche del domingo a Tucumán con un acuartelamiento en la jefatura de Chile y San Miguel. Seguido a esto, se produjeron diversos saqueos en distintos comercios de la capital. ¿Quién tiene la posibilidad de organizar esto tan simultáneamente? Todo apunta a la misma policía y a punteros políticos que organizan y aprovechan el momento y las zonas liberadas para permitir los robos. El reclamo salarial y los pedidos de sindicalización. Por ContraPunto – RNMA.


Por la mañana los medios que marcan la agenda de la provincia iniciaron la cadena de paranoia que rápidamente lograron instalar, cerrándose los comercios sobre todo del microcentro. Por la madrugada, un grupo de policías se había acuartelado en la jefatura en reclamo a mejoras salariales.

La corporación policial nacionalizó el reclamo que se inició en Córdoba con graves hechos delictivos tras liberar la ciudad de la presencia de los uniformados. En Tucumán, la misma policía es socia de los sectores que manejan la droga y las bandas delictivas en los barrios populares. ¿Puede ser casual que a horas de ocurrido el acuartelamiento se hayan iniciado los saqueos? Es claro que la policía está detrás de ellos, o al menos libera las zonas para que se produzcan los hechos.
En los barrios populares, los punteros del aparato del PJ y las bandas organizadas tuvieron vía libre para realizar saqueos puntuales en comercios medianos y chicos de los mismos barrios.

La paranoia

Una sociedad asustada saca lo peor de sí a relucir. Como si fuese una pesadilla, los «negros» estarían saliendo a «robarle» las cosas a una sociedad que ve la realidad desde su TV. Un discurso que se masifica y que refuerza la idea de que la inseguridad sería responsabilidad de las clases populares.

Las bandas que hoy están robando son fruto de un tejido social roto desde hace décadas, pero organizadas y apoyadas por la policía y el poder político. Nada tiene que ver esta situación con las protesta y la rebelión popular del 2001, a la que remiten algunos discursos mediáticos, ni es un golpe desestabilizador al gobierno nacional como pretenden mostrarlo. Es una corporación que vió su oportunidad y genera un reclamo laboral.

Las clases populares no salieron a robar hoy, sino que fue una delincuencia apoyada por los mismos que protestan en las comisarías. Seguramente hay algún elemento espontáneo que busca aprovecharse de esta situación pero no se puede afirmar que sea generalizado. La escena que se repite es la de los trabajadores de los negocios puestos a enfrentar a los saqueadores, como si tendrían que ser la fuerza de choque de sus patrones.

Sobre los saqueos en Córdoba (cuya policía está además denunciada por su vinculación al narcotráfico), Susana Fiorito de la Biblioteca Popular Bella Vista remarcó que «los pobres son de nuevo el hilo más fino por donde se corta el asunto. No van a ser las patotas que golpean a favor de Monsanto, los exponentes del crimen organizado, ni los verdaderos responsables de la grave situación social y económica que se vive en todo el país: los políticos que gobiernan para intereses sectoriales. Son una vez más los habitantes de los barrios marginalizados los que tienen que salir a explicar que no formaron parte de los saqueos, porque todos los dedos acusadores apuntan hacia el mismo lugar».

Protesta sindical

Este hecho ya pasó en Tucumán hace dos años, donde sendas protestas policiales hicieron que se aumenten los salarios de las fuerzas represivas de la provincia. Esta vez el reclamo parece no ser tan masivo, ya que si hay efectivos policiales en la calle pero paradójicamente hay saqueos en varios puntos.

¿Puede una fuerza policial abandonar sus funciones y dejar una ciudad liberada como pasó en Córdoba? ¿Puede sindicalizarse? En principio y con el manejo de las armas parece que sería un despropósito que puedan hacerlo, como se vió en Catamarca donde la policía se enfrentó a gendarmería a los tiros.

El economista Rolando Astarita plantea que «existe una contradicción entre la necesidad de la clase dominante de tener fuerzas represivas consolidadas, y las condiciones miserables en que mantiene al personal subalterno de esas fuerzas, en Argentina y otros países de América Latina». Agrega que se opone a la posible sindicalización de esa fuerza represiva ya que el «servicio social” policial tiene como componente fundamental «la defensa de la propiedad del capital. Esta es la función que domina y determina el carácter del policía o del gendarme. Su función, como integrantes del cuerpo represivo, predomina por sobre todo lo demás. Por eso, al acompañar las demandas por mejores condiciones de trabajo y salariales de las fuerzas de seguridad, no se está fortaleciendo al trabajo frente al capital, como pretende el discurso reformista, sino se está contribuyendo al perfeccionamiento del aparato represivo».

Por estas horas llegará el acuerdo salarial y la policía volverá normalmente a cumplir su rol de control social, y la «inseguridad» seguirá ya que ellos son parte central de la misma.

Por ContraPunto – Prensa Alternativa

Integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos

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