28/10/2013

Deshaciendo machos

tapa-1605.jpgEl Colectivo de Varones Antipatriarcales pone la masculinidad en debate. El ser «hombre» es una construcción cultural, una imposición antinatural que reproduce la desigualdad de sexos. Por Mike W. Hannigan. Publicado por Revista Otro Viento


Cuando el Colectivo de Varones Antipatriarcales comenzaba a formarse, decidimos agruparnos por afinidad de intereses y objetivos, donde los afectos y el buen humor nos unieran. Teniendo como objetivo lograr cambios, trabajando con varones y empezando por nosotros mismos, con voluntad de integrarnos y participar en un nivel de igualdad y cooperación horizontal, desarrollamos un espacio de confianza y compañerismo donde nuestra energía fue volcada a la lucha antipatriarcal con criterios de organización y construcción colectiva.

No todxs quienes nos integramos al feminismo entendemos lo mismo por este término, al menos no fue así cuando nos acercamos por primera vez. Hay quienes ya estábamos familiarizados con las producciones intelectuales feministas, o habíamos trabajado coordinadamente con espacios de mujeres, habiendo tejido un compromiso político y afectivo preexistente a la experiencia de organizarse con otros varones. Otros compañeros, con menos acercamiento a estos espacios, manteníamos dudas o prejuicios relacionados a los mitos en torno al feminismo, y más específicamente, a los prejuicios que hacia el interior de cierta cultura de izquierda subsisten en torno al mismo: que el feminismo es burgués, de clase media, reformista, o que pretende generar fracturas internas en los movimientos sociales.

En el camino que comenzaba nos fuimos conociendo a través de algunas propuestas y discusiones. Comenzamos a compartir puntos de vista, manifestando acuerdos y confianzas mutuas, lo que permitió clarificar el rumbo que queremos encarnar para transformar y transformarnos. Sin embargo, más allá de las diferentes trayectorias personales, militantes, y de formación previa, la mayoría que nos acercamos al colectivo lo hicimos interpelados por organizaciones y activistas feministas, que nos invitaron a reflexionar sobre nuestras prácticas sexistas, y su funcionalidad con el sistema de desigualdades de géneros. En ese sentido, gracias a las luchas de las mujeres, se ha tomado conciencia de que la masculinidad es cultural y constitutiva de un sistema opresivo.

Por aquel entonces, cuando el espacio comenzaba, los desafíos eran: construir un espacio con una profunda crítica de las propias identidades de género, atravesadas por la Masculinidad Hegemónica y por el sistema desigual de distribución de poder entre géneros; construir anti jerárquicamente y confrontando al Patriarcado y todo sistema de dominación que reproduzca desigualdades, fragmentación y estratificación vertical; construir un espacio horizontal y colectivo, con presencia activa y protagonismo real de sus integrantes; apostar a una construcción prefigurativa, que solo a través de las relaciones de cooperación, solidaridad, afecto y confianza, se puede ir construyendo, con nuevas formas de ser y de relacionarnos entre nosotrxs: aprendemos a ser varones identificándonos e interactuando.

También otros grandes retos fueron generar articulación desde la diversidad, ya que existe la necesidad de construir vínculos entre colectivos militantes de las diversas identidades de género, dirigidos hacia reivindicaciones sociales y políticas diversas, de carácter crítico y transformador; y deconstruir formas de organización excluyentes, discriminatorias, individualistas, competitivas típicas en los varones, ya que si no se puede pensar en cambios reales en las relaciones entre los varones, mucho menos entre las diferentes identidades de género.

Por último, creímos que una tarea importante era trabajar con otros varones desde nuestras masculinidades, en tanto preocupados por las desigualdades inherentes al sistema para avanzar en organizarnos y transformarnos; y construir un espacio que involucre una implicación personal y colectiva de los varones participantes, con objetivos que apunten tanto a la lucha e intervención activa contra el sistema patriarcal, contra la violencia, la discriminación como a promover transformaciones sociales profundas en nuestra realidad social.

Hoy, los desafíos siguen siendo los mismos»¦ y más. Hemos aprendido de nuestrxs compañerxs la valentía y la determinación de enfrentar los mandatos que se nos imponen como naturales, para desarticular nuestra masculinidad machista, con muchísimos prejuicios por romper, y para sumarnos a las luchas del feminismo y del colectivo de mujeres, LGTTTBIQP, por una sociedad más justa, diversa e igualitaria.

En nuestro trabajo colectivo desarrollado a través de talleres de educación popular, de intervenciones callejeras, de espacios de coordinación y articulación con el movimiento feminista, aquellos prejuicios iniciales se iban desmoronando. Vimos que las «diferencias entre varones y mujeres” no son naturales, ni ahistóricas, que el sistema que organiza y reproduce las desigualdades entre los géneros es el Patriarcado, que funciona a la par del Capitalismo, el Heterosexismo y el Racismo, y que a ellos hay que atacarlos a través de procesos revolucionarios profundos, que éstos empiezan por casa y se dan todos los días, politizando nuestra cotidianeidad; haciéndonos cargo de que «lo personal es político”.

Encontramos en la militancia feminista reflexiones que ponían palabras y conceptos al proceso que venimos transitando, que estiran y tensionan nuestros límites y evidencian nuestras resistencias a abandonar privilegios y profundizar el cambio. Nos reconocen como compañeros de lucha, y nos convidan y demandan retroalimentando búsquedas compartidas. Entendimos que si había feministas que sospechaban de la organización de los varones en torno a la lucha contra el Patriarcado, es por el rol histórico que los varones hemos cumplido como cómplices y garantes de él, y entendiendo que dicha sospecha es indispensable, y hasta deseable.

Aquí, ¿cuáles podrían ser los aportes de los varones antipatriarcales al feminismo? En esto, las mismas compañeras nos cuentan la importancia de nuestra experiencia para poder profundizar el debate con sus compañerxs varones, para poder expresar que la agenda política antipatriarcal no es exclusiva de las mujeres, y que el compromiso contra toda forma de dominación debe ser un compromiso colectivo.

Esto es ratificado cuando aportamos a la lucha por el derecho al aborto legal, visibilizando que es la masculinidad hegemónica sostenida por varones que reproducen el sistema que niega la soberanía de las compañeras sobre sus cuerpos; cuando denunciamos la complicidad de los prostituyentes que ejercen la explotación sexual de mujeres y niñxs; cuando decimos que no queremos «ni una muerta más por la violencia machista”. Pero todas las desigualdades entre los géneros son formas de violencia, y por ello debemos hacernos cargo de revisar el machismo en nuestras prácticas cotidianas.

Del 1º Encuentro Nacional de Colectivos de Varones, en Haedo a fines del año 2012, surgieron ciertas posiciones, junto a otros espacios, en relación a las luchas que nos permitimos dar:

 Asumimos el reclamo de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos, manifestándonos a favor del Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, problematizando nuestro rol y responsabilidad como varones.

 Cuestionamos nuestro lugar como prostituyentes, entendiéndonos como opresores; es de carácter urgente que cada varón cuestione su lugar de privilegio como generador y cómplice.

 Poner en cuestión a la heterosexualidad obligatoria como única manera de relacionarnos sexo-afectivamente. Y a partir de allí, abordamos los miedos y violencias hacia identidades diversas y sexualidades disidentes.

 Exigimos al Estado la creación de políticas públicas para tratar la problemática del varón violento, con participación activa de las organizaciones de mujeres, acompañada por grupos de varones en la planificación y desarrollo de estas políticas.

 Enfatizamos el poder de las manifestaciones sutiles que reproducimos cotidianamente hacia ellas -«micromachismos”-, manipulaciones de baja intensidad y a veces, escondidas o difíciles de visibilizar.
Vemos que la lucha que debemos dar al sistema patriarcal es de manera conjunta con las compañeras y en un proceso propio de los varones de romper con cierta posición privilegiada en la teoría, pero que en muchísimos casos, se nos vuelve una mochila pesada de llevar o que, directamente, no queremos llevar. Lo que fuimos entendiendo, y sobre todo, sintiendo en este tiempo que llevamos organizados, es nada más y nada menos, que el feminismo nos hace más libres.

No hay verdadero Socialismo sin Feminismo, y el cambio social se construye aquí y ahora.

Publicado por Revista Otro Viento http://otroviento.blogspot.com.ar/



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