15/10/2013

Las conclusiones que nos deja el Presupuesto 2014

Senado.jpgEl Presupuesto impulsado por el Gobierno nacional para el año próximo ofrece algunas informaciones que permiten anticipar la situación económica de los trabajadores en el futuro cercano. El pago de la Deuda Pública se llevará un 73% más de recursos que en 2013. En contrapartida, el gasto en Educación subirá apenas un 11,1% interanual, con una inflación que superará, si se mantienen los últimos índices, el 20%. La pregunta es qué pasará con las políticas de transferencias de ingresos, si el crecimiento es menor al 6,2% proyectado por el Gobierno. Por ANRed.


El miércoles a la noche, el Senado aprobó el Presupuesto para el año que viene, junto a la prórroga, hasta diciembre de 2015, de la Ley de Emergencia Económica y el Impuesto al Cheque. El análisis de las proyecciones contenidas en el Presupuesto y el desglose de los gastos que se planean ejecutar durante el 2014, ofrecen información útil para prever la situación económica de los trabajadores en el futuro cercano.

Las proyecciones macroeconómicas

En primer lugar, es necesario detenerse en cómo piensa el Gobierno que terminará este 2013. En la primera mitad del año, la economía experimentó un crecimiento, que fue acelerándose mes a mes: en total, el Producto Bruto Interno (PBI) se incrementó un 5,1% interanual. El Gobierno estima que para fin de año, el crecimiento total del PBI será de esa misma magnitud, en base a la mejora de la industria automotriz y en menor medida de la construcción. Mientras que el incremento en la cosecha agrícola marcará un repunte en ese sector, que también alimenta las perspectivas de crecimiento en general.

El consumo sería el principal motor de la demanda, basado en la tenue mejora del salario real promedio para los trabajadores formales (que no se reproduce entre los trabajadores no registrados) y en las transferencias estatales a los hogares de menores ingresos (a partir de la AUH y la movilidad jubilatoria), que en ambos casos les permitirían consumir más al tener aumentos por encima de la inflación (tanto la oficial como la no oficial). Además, en 2013 se produjo un nuevo impulso a la inversión por parte del Estado nacional (el gasto destinado a obras de infraestructura como rutas y caminos, escuelas, etc.), que continuaría en 2014.

Sobre este escenario, el Presupuesto proyecta que las tasas de crecimiento volverán a ser altas en los próximos años. En 2014, según el Gobierno, la economía crecerá un 6,2%, en base a las exportaciones y la inversión. Sin embargo, la inflación alimenta más la fuga de capitales que la inversión y, por este motivo, en los últimos años la inversión ha decaído, y la generación de empleo se ha estancado. Los puestos de trabajo que se crean en la actualidad han vuelto a ser, sobre todo, empleos no registrados o bajo alguna otra forma de precarización laboral.

El Presupuesto 2014, además, prevé que la devaluación para el año próximo será del 16,1%. La devaluación impacta sobre el aumento de precios, en la medida en que la mayor demanda no pueda ser afrontada por una mayor oferta. Además, sube el precio de las mercancías importadas; y también el precio en el país de los bienes que se exportan (que ahora pueden venderse más caros en el exterior). Esto no era un problema importante en el año 2012, cuando el estancamiento económico había dejado a muchas industrias con cierta capacidad ociosa. Pero de concretarse el crecimiento económico que el Gobierno planea, el impacto de la devaluación sobre una mayor inflación volvería a ser relevante.

Los ejes del gasto público en 2014

El Gobierno apostará a continuar con las políticas de transferencias de ingresos más relevantes conquistadas por los trabajadores en los últimos años. Tanto la AUH como el programa Argentina Trabaja, por ejemplo, son medidas progresistas que contribuyen (aunque con numerosas falencias y limitaciones) a la supervivencia de los trabajadores que cada vez más resultan excluidos de la posibilidad de tener un empleo, por la propia evolución del sistema económico.

Pero las políticas de transferencias de ingresos están condicionadas por la capacidad del Estado de sostener esos gastos y dependen, principalmente, del crecimiento de la economía, que le permite al Estado recaudar más por los impuestos que cobra. En este sentido, en 2014 los recursos que percibe el Estado nacional crecerían un 27,2% respecto a la de 2013. En contrapartida, los gastos se incrementarían un 19,2%. Sin embargo, si el crecimiento es menor al 6,2% proyectado por el Gobierno, el escenario se complejiza.

Buena parte del gasto público es muy difícil de bajar sin un alto costo político. Es lo que sucede con los salarios de los empleados públicos o con las jubilaciones. Pero también pasa algo similar con los subsidios, sin los cuales las empresas de servicios públicos irían a pérdida, a menos que incrementaran drásticamente las tarifas, algo que impactaría de lleno en el bolsillo de los trabajadores. En cambio, suele ser más fácil reducir los gastos en obras públicas, que corren principalmente por cuenta de las provincias (como es el caso de Salud y Educación).

En 2013, las finanzas públicas terminarán con un déficit de 44.600 millones de pesos (1,7% del PBI), si las previsiones del Gobierno nacional son correctas. Será el segundo año consecutivo con déficit, aunque el Presupuesto 2013 proyectaba superávit. Este déficit se financiará en buena medida con endeudamiento interno (préstamos del Banco Central, el Nación y la ANSES) y con emisión monetaria. Pero estos recursos tienen límites y consecuencias (desfinanciamiento de otras políticas o mayor inflación, por ejemplo). Para 2014, entonces, el Gobierno vuelve a plantearse la necesidad de equilibrar sus ingresos y gastos.

Este equilibrio, sin embargo, significa un crecimiento más bajo de muchos de los gastos que el Estado Nacional ejecuta. Si los gastos aumentan menos que la inflación, su poder de compra resultará menor al de 2013. Tomemos la inflación que registran hoy algunos Institutos Provinciales de Estadística, dado que la que informa el INDEC se encuentra manipulada por la burocracia y las patotas que intervinieron esa institución en nombre del Gobierno nacional. Esa cifra es del 23%: en consecuencia, todo aumento del gasto que sea menor a esa cifra, implica en la práctica una reducción real del gasto.

El rubro del gasto que más crece en el Presupuesto 2014 es el que corresponde al pago de la Deuda Pública: en 2014 deberán abonarse 77.354 millones de pesos, 73% más que en 2013. Si bien el monto no se «decide” este año (depende de las decisiones de endeudamiento tomadas en años anteriores), es una cantidad relevante de recursos (el 9% del total del gasto público) que no se destinan a fines sociales prioritarios, hoy, para el país, como educación o vivienda.

En contrapartida, el gasto en Educación sube apenas un 11,1% interanual «“es decir que en términos de capacidad de compra de bienes, servicios y horas de trabajo, el presupuesto se reduce. En particular, el gasto en infraestructura educativa (por ejemplo, la construcción de escuelas), sube apenas un 8,6%. A los gobiernos municipales se les transferirán fondos por un 33,6% más que en 2013, parte de los cuales se destinarán obligatoriamente a Educación (compensando, aunque no en un número suficiente, el pobre aumento de ese gasto en el Presupuesto Nacional).

También se invertirá un 24% más en la infraestructura de transporte; gran parte de estos fondos son destinados a la Dirección Nacional de Vialidad, que tiene a su cargo la reparación y construcción de rutas y caminos en todo el país. El resto de los gastos en obras de infraestructura (para energía, educación, salud, agua y alcantarillado, vivienda, etc.), sin embargo, presenta aumentos menores al 20%.

Algunas conclusiones

El Presupuesto 2014 reconoce algunas de las limitaciones que enfrenta hoy el modelo kirchnerista. Por ejemplo, pretende recortar el déficit fiscal «“aunque el recorte incluye áreas vitales para el desarrollo social, como la educación«“, incrementar la inversión pública «“y prevé que se recupere la inversión privada, aunque parece sumamente difícil»“, y una mayor devaluación del tipo de cambio «“para ganar competitividad frente a las mercancías extranjeras, pero con el riesgo de que se traslade a una mayor inflación. Sin embargo, no reconoce otros problemas, como el riesgo que subyace a la reducción gradual de las Reservas Internacionales «“pese a las medidas de control de capitales y restricciones cambiarias que se impusieron en estos años»“ y la inflación, donde se sostienen los datos manipulados del INDEC).



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