26/12/2003

Las organizaciones piqueteras aseguraron que la bomba puesta en Plaza de Mayo hace recordar a los atentados de la Triple A.

«Lo que ellos quieren es que con la bomba, dejemos de hacer actos. En consecuencia, salir de nuevo a la calle es la única forma de parar a los represores, a los que quieren atentar contra los luchadores», manifestaron.


Como sucedió el 26 de junio de 2002, los medios tuvieron que ir modificando sus hipótesis antipiqueteras. En esta oportunidad, a medida que las pruebas demostraban que no se trataba de la propia pirotecnia de las organizaciones que realizaban su último acto en Plaza de Mayo, la prensa tuvo que ir dándole la razón a los piqueteros.

Pero lo que resta por conocer es la autoría del atentado. Hasta ahora no existe ningún tipo de prueba que permita deducir quién puso la bomba. Las dos hipótesis oficialistas apuntan hacia los propios piqueteros. El dirigiente de la FTV-CTA y aliado de Kirchner, Luis D’Elía, acusó a las organizaciones «pseudo-revolucionarias» de un «autoatentado». Mientras que el gobierno mencionó lo que podía ser una «interna piquetera». Lo cierto es que hasta algunos medios masivos aclaran que en la historia argentina no existió ningún antecedente de estas dos alternativas, con lo cual más que improbable es ilógico. ¿Qué organización se arriesgaría a perder convocatoria de movilización sembrando el terror en sus propias bases?

De lo que sí existen antecedentes, y sobre todo en los últimos 30 años, es de atentados a organizaciones populares de manos de grupos paramilitares. Como venimos denunciando desde antes de la masacre de Avellaneda, son muchos los casos de aprietes, secuestros y atentados a piqueteros, asambleístas y campesinos, por grupos que se mueven por fuera de las fuerzas de seguridad, y que en algunos casos cuentan con financiación.

Lo que se viene repitiendo es que cuando la represión directa del Estado no cuenta con el consenso suficiente como para no pagar costos políticos muy altos, se profundiza este otro tipo de terrorismo de baja intensidad.
Luego del atentado en Plaza de Mayo, los voceros de las organizaciones aseguraron que el gobierno creó las condiciones para que algún grupo pusiera la bomba. Vilma Ripoll, dirigente del MST, afirmó que se trató de un atentado gravísimo y que si bien no hay hipótesis concretas sobre quienes fueron los autores de este operativo, «el gobierno tiene responsabilidades políticas por que no paró con sus declaraciones el accionar de este tipo de mano de obra desocupada». Y continuó: «si uno dice durante una semana que está bien pegarles a los piqueteros, que hay que hacerlos desaparecer, que más mano dura, cualquiera se puede sentir en condiciones y avalado por gobierno nacional para hacer una acción de este tipo que costó más de 20 heridos».

Asimismo, Juan Carlos Giordano, también del MST declaró a ANRed que éste es «uno de los primeros atentados, en democracia, que nos hace recordar a la triple A»
Según Giordano, la marcha convocada el lunes pasado con el fin de repudiar este tipo de acontecimientos «es una forma de darle una respuesta contundente al gobierno, a los sectores fascistas o de derecha que circulan por la SIDE o por el Ministerio del Interior».

A su vez Carlos, del Partido Obrero, aseguró que el gobierno quiso poner un freno a los piqueteros dado que «la formación de este movimiento estableció un límite a la ofensiva capitalista y es uno de los más importantes que ha parido la clase obrera en un cuadro totalmente difícil de recesión y desocupación».

Ripoll explicó que la estrategia de la bomba tiene como fin último la desmovilización: «Lo que ellos quieren es que con la bomba, dejemos de hacer actos». En consecuencia, Giordano, aseveró que «salir de nuevo a la calle es la única forma de parar a los represores, a los que quieren atentar contra los luchadores».



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