03/10/2013

Un grito que cada vez se hace más fuerte: la primavera es de los estudiantes

TAPA-227.jpg A través de dos crónicas dos integrantes de la redaccion de APA! (Agencia de Prensa Alternativa) de Tucumán, dan cuenta de la lucha de los/as estudiantes de esa provincia, en el marco de un conflicto que lleva más de 35 días y cinco establecimientos en medida de fuerza, por el pedido de cumplimiento de parte del gobierno provincial de sus reivindicaciones y reclamos por más y mejor educación. Por APA! (Agencia de Prensa Alternativa), desde Tucumán.


Por Marina Filippi y Sebastián Lorenzo Pisarello, para Redacción APA! (Agencia de Prensa Alternativa)

Nos quieren callados. Nos quieren sumisos. Con los resabios de un régimen que tildaba de «potenciales subversivos” a aquellos que se atrevieran a pensar independientemente, hoy las autoridades están en jaque frente al despertar de los jóvenes.

Trataron de silenciarnos, identificando a los «revoltosos”, sin darse cuenta de que somos todos. Trataron de amedrentarnos con promesas de consecuencias nefastas, sin escuchar nuestros reclamos.

Y nos amenazan con la prepotencia desde un lugar no ganado, sin notar que nos protegemos entre todos. Y autorizan picanas y armas para «mantener el orden” «“su orden- sin notar que ha caducado, que no nos representa, que ya no tememos el escarmiento. Sin notar que la lucha sigue, cada vez más fuerte. Son ellos quienes temen.

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Fue en 1911 la primera vez que se festejó el día del estudiante. Desde el poder político y económico de la época, la celebración se vio con buenos ojos, porque se pensaba que la juventud era garantía de progreso. Algunos años más tarde, en contexto de la dictadura, el poder consideraba a los jóvenes estudiantes como una amenaza al orden que garantizaba su permanencia. La politización se vio estigmatizada (y esto sigue vigente hasta hoy), sin pensar que cada uno de nuestros actos, al suponer decisiones, es político. Se trató de combatir y destruir a quienes cometían el «pecado” de pensar, «potenciales subversivos” que ponían en riesgo el conjunto del cuerpo social, el statu quo que eternizaba a los poderosos de turno.

Hoy recuperamos las calles y la voz que nos fue quitada. Volvemos a ocupar los espacios que nos pertenecen, y retomamos una tradición de lucha diezmada por los años del horror, que hoy volvimos a alzar firme y fuerte. Y nuestras voces cantan: «Alerta que están vivos todos los ideales de los desaparecidos”.

Abrazamos a las causas de otros estudiantes y aunamos el reclamo por un mejor futuro. Tomamos en nuestras manos el timón del cambio: votamos, hablamos, opinamos, exigimos, informamos, construimos, compartimos, decidimos, creemos, crecemos.

Convocamos marchas a las que se nos suman más y más voces. Cada vez más estudiantes se comprometen con nuestra causa, los docentes nos acompañan, así como muchas otras organizaciones sociales, reafirmando la certeza de que nuestros reclamos son legítimos y necesarios. Nos conmovemos cuando a nuestro paso sentimos el apoyo cada vez más visible de la sociedad, no disimulamos la emoción que se traduce en aplausos y en un cada vez más fuerte «Nos ven crecer y no nos pueden detener”. No callamos.

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Porque nos cansamos de mirar para otro lado, y de que los responsables miren para otro lado, en nuestra provincia que es la cuna de la impunidad. Y como en aquellos años, hoy reina el «yo no sé nada, yo no vi nada, yo no estaba”, la indiferencia, la apatía. Nuestra historia nos ha demostrado que fuimos víctimas del silencio, y no podemos volver a permitirlo. Cantar, gritar, escribir. No callar nunca.
Desde afuera, nos quieren dividir, buscan debilitarnos enfrentándonos con nuestros compañeros. Los medios nos muestran como caprichosos, manipulables, acríticos, botín de luchas por el poder; votos, no personas. La realidad choca contra ese discurso y cualquiera que se atreva a verla por sí mismo puede notarlo.

Los más conservadores, que viven en la resignación del «podríamos estar peor”, pretenden deslegitimizar una lucha que es por todos, y en la que todos deberíamos intervenir. Apelan a «aulas llenas” como emblema de lucha contraria, sin notar que es por lo que luchamos todos.

Los derechos «nominales”, sin realización efectiva, no son derechos, son promesas. Y como tales, debemos hacerlas cumplir. La educación es esencial para toda persona y para la sociedad en su conjunto, y por eso debe ser promovida y protegida para que alcance a todos, sin obstáculos, sin límites. Porque es un derecho para todos hay que impedir que se transforme en un privilegio clasista. Para poder de verdad llenar las aulas y que seamos nosotros la promesa efectiva de un futuro mejor para toda la sociedad. Por eso luchamos.

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La educación a la que estamos acostumbrados nos disciplina para que aprendamos a ocupar el espacio que más les conviene a las autoridades, educándonos en la sumisión y en una alienación de la que ahora estamos despertando. No queremos ser serviles a un mundo en el que somos un engranaje, inhabilitados para pensar, para actuar. Silenciados. Deberemos tomar conciencia para poder salir de esa alienación, ser los seres críticos y pensantes que ostenta como objetivo la educación, pero que al poder no le conviene, le incomoda y teme.

Nunca antes vi más claramente cómo la educación universitaria sale de las aulas para instalarse en la vida: en el aprendizaje cotidiano, en el trato con el compañero (que tampoco nunca antes había visto, absorbida por los tiempos y exigencias de las clases), en la charla, en el debate, en la discusión, en la creación conjunta. Estamos haciendo efectivo el objetivo real de la educación, que es aprender a pensar de manera autónoma, y no sujetos a programas que establecen qué es lo que debemos pensar.

En primavera, la naturaleza nos da el mejor marco para que florezca también la lucha, que va teniendo sus frutos, que viene con perfume de cambios, y fecunda de conciencia crítica. Hoy apartamos por un instante los libros para aprender de la vida. Hoy cambiamos los festejos por la lucha, para que mañana todos tengamos motivos para festejar, y no sólo algunos privilegiados. Hoy somos protagonistas todos. Porque somos jóvenes y tenemos por qué luchar. Nunca más mirar para otro lado.

Demostramos a cada paso que el compromiso con el futuro sigue firme, que el cambio es cada vez menos utópico. Somos el presente para crear el futuro que queremos. Y aceptamos el desafío.



LOS ESTUDIANTES ENSEÑAN LUCHANDO

* Por Sebastián Lorenzo Pisarello, redacción APA!

«Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires.

Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”
. Rodolfo Walsh

En la cita puede reemplazarse (o, mejor aún, agregarse) «los estudiantes”, donde dice trabajadores. Es que, ante el esfuerzo oficial y mediático por hacer aparecer las tomas de las facultades de Filosofía y Letras y de Psicología como una bengala en medio de la noche, es necesario apelar a la disputa por el espacio que nadie le puede arrebatar al pueblo: la memoria colectiva.

Sería difícil «“y para muchos analistas, cronistas, etc., les es imposible, o siquiera interesante- poder entender el proceso de lucha actual descontextualizado. No sólo con la realidad sociopolítica de la provincia y el país, sino con la propia historia, reciente y más antigua. La historia no es la sucesión de hechos que se acumulan para luego volcarse en un papel y estudiarlo en la secundaria, aislado de la práctica actual. Todo lo contrario: es la necesaria referencia que nos permite entender qué pasa, pudiendo reconocer las continuidades, rupturas, avances y retrocesos.

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Por eso, comprender a fondo las reivindicaciones de los estudiantes permite analizar que estas tomas no surgen de la nada. Son una consecuencia de las tomas de las facultades de la UNT en 1998 (contra el cupo en la facultad de Medicina), en el 2003 y en 2005 (que consiguieron la construcción de aulas, bancos, bibliotecas, análisis de las currículas de algunas carreras, etc), de la lucha contra la impunidad en las causas de Paulina Lebbos y Marita Verón, de la pelea contra un profesor de Trabajo Social denunciado por acosador, del levantamiento de los autoconvocados de la salud. De un pueblo que, diezmado por la represión de la dictadura genocida del «™76 intenta, tenaz y vigorosamente, reconstituir un tejido social destruido sistemáticamente por los sectores de poder.

No es casualidad que en las grandes marchas estudiantiles se cante que son «˜los hijos del Tucumanazo»™. Podría sonar exagerado, tomando en cuenta que aquellos levantamientos populares tuvieron una masividad que hoy suena utópica. Que, además, en aquél proceso se fomentó la unidad obrera-estudiantil, con sindicatos combativos y honestos que en nuestra provincia son difíciles de encontrar actualmente. Que los vecinos apoyaron activamente todas las luchas, pues entendían que esas manifestaciones por una universidad para el pueblo eran una pelea justa que los contenía.

Sin embargo, es cierto. Son los «˜hijos del Tucumanazo»™. Los que intentan recuperar los comedores universitarios cerrados por la dictadura, que no cumplieron solo la función de dar de comer, sino cómo ámbito de debate político. Por eso nunca ningún gobierno intentó reabrirlos. Mejor tener a los estudiantes aislados, fragmentados. Unidos son peligrosos. También son estos «˜hijos del Tucumanazo»™ los que pelean por un boleto estudiantil, vieja reivindicación que en algún momento fue una realidad. Pero a eso se suman otras cuestiones, más novedosas: ponen en cuestión la violencia de génerono como un problema de seguridad, sino como una consecuencia de un sistema capitalistas patriarcal. Logran ir a la profundidad del problema. Por eso, no piden más policías. Exigen una Ley de Emergencia en violencia sexual y doméstica, para que el Estado reconozca la preocupante situación de doble opresión de las mujeres.

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La toma continúa. Desde los gobiernos municipal, provincial y de la UNT riegan rumores de que se pondrán colectivos para completar el camino que va del puente Lucas Córdoba y de la rotonda del parque hasta el Centro Prebisch. También dicen que se cambiarán los recorridos de algunas líneas de ómnibus. José Alperovich anunció a la mañana que se instalarán dos comedores, promesa que ya había hecho en el 2005 cuando cientos de estudiantes tomaron 8 de las 13 facultades por ese reclamo (entre otros). Será cuestión de continuar la lucha sin bajar las banderas, vigilando que se cumplan las promesas.

Sean cuales sean los logros, los estudiantes ya ganaron. Pudieron hacerse oír. Están haciéndose oír. Despertando del letargo. Siendo ejemplo para muchos. Ellos están escribiendo la historia. Otros están mirando cómo la escriben. Pobres de aquellos que desde su hogar lamentan la decisión de tomar las facultades. Porque en el futuro no podrán reivindicar que fueron parte de esa multitud que puso en cuestión las estructuras sociales. Tendrán que contar que vieron la historia por televisión. Que se la contaron los grandes medios que tergiversan, ocultan y mienten.

No es momento para neutrales. Se trata de convertir la queja en protesta y la protesta en creación, en una respuesta colectiva, popular y democrática. Es la etapa para constituirse en protagonistas de la historia. Y entender que, luchando, se aprende. Tal vez mucho más que en un aula. Pero, por sobre todo, que se enseña. Dichosos los tucumanos si entendemos la lección.

Por APA!



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