03/10/2013

Huanta, aprendiendo en la lucha

tapa-1528.jpgEn Huanta, Perú, en 1969, ocurrió un levantamiento de campesinos y estudiantes debido a la aplicación de un decreto, que establecía que los alumnos que desaprueben un curso como mínimo tenían que pagar la suma de cien soles oro de abril a diciembre. Esta rebelión campesina y estudiantil concluyó con una cifra elevada de muertes por la represión de los «Sinchis», la Policía Nacional Peruana(PNP). Por CAUCE UBA


Una canción de Ricardo Dolorier que esparció los hechos por todo Perú e incluso más allá, y se volvió un himno de las resistencias populares…

Huanta, aprendiendo en la lucha

En días pasados se celebró en Argentina el día del maestro y se celebra el día del estudiante.

Lamentablemente, no se celebra el sacrificio que miles de docentes hacen por construir el aprendizaje de millones de niños y niñas, sino que es una especie de homenaje a quien proclamaba que no había que escatimar en sangre de gauchos para regar estas tierras… El mismísimo Domingo F. Sarmiento (en las fechas de su muerte y la repatriación de sus restos a la Argentina). La historia de la educación tiene esas contradicciones, no sólo acá sino en toda América, la Educación Pública se implantó en la mayoría de los casos como una iniciativa liberal, colonialista, pero los pueblos se plantaron cuando apareció la iniciativa neo liberal dispuesta a privatizar y hacer más excluyente ese espacio público.

Vayamos un rato al final de la década del 1960… a Perú…. Vemos que hay un grupo de choque de la Policía Nacional Peruana que se denomina los Sinchis, «valientes”, en quechua. El 22 de junio de 1969 (en plena época de Inti Raymi), atacaron a un pueblo que se había rebelado, en Huanta, Ayacucho.

Estudiantes, campesinos, trabajadores, se dieron cita desde temprano para mostrar su voluntad de luchar ante la detención de sus dirigentes el día anterior en Ayacucho. De hecho, ya habían tomado de rehén al Subprefecto (el intendente subordinado al Gobernador) y lo habían llevado a las alturas de Huanta. Ahora avanzaba la movilización, para que suelten a los presos y contra la represión que la jornada anterior había dejado 4 muertos en la cabecera del departamento, Ayacucho.

Una valiente mujer fue la que le puso el pecho al acercamiento de la policía. Una señora grande, desprendida de la columna de mujeres que encabezaba la marcha luego de algunos intentos de dispersión de los manifestantes con gases lacrimógenos. La metralla la barrió. Todavía no eran los Sinchis los que disparaban. Era la policía, que luego iría retrocediendo hasta la sede de la Policía de Investigaciones que fue finalmente tomada y quemada. Luego continuaría retrocediendo con la Guardia Civil hasta la Plaza de Armas. Ahí sí entraron los Sinchis, que habían sido traídos en un avión desde Lima y que avanzaron desde el campo a la pestilente tarea de defender a las fuerzas represivas contra el avance del pueblo. Y entraron a la plaza a puro fuego, matando estudiantes, docentes, trabajadores, mujeres, niños…

Tanto revuelo, por un Decreto que establecía que debían pagarse los cursos reprobados por los estudiantes. El pago era inalcanzable para un trabajador cualquiera de aquella época, absolutamente prohibitivo para las familias campesinas. Tanta sangre y represión porque en el departamento de Ayacucho la movilización seguía, los colegios se sumaban al repudio, y se multiplicaba la organización ante la represión policial. Tanto palo porque los estudiantes habían puesto de pie Frentes Únicos, tanto palo porque estaban coordinando con los campesinos, porque estaban organizándose unidos a los trabajadores. Tanta mugre de humanidad porque no se trataba de una mera movilización espontánea, sino que estaban articulando para la lucha distintas organizaciones existentes que agrupaban a diferentes sectores populares, y estaban creándose nuevas.

Tanto revuelo, por querer sacarles la educación colonial que primero les habían impuesto. Querían dejar afuera de la misma a un 30% de la matrícula, en especial, a los hijos e hijas más pobres del Perú. Les estaban sacando una esperanza de un futuro mejor, les estaban sacando la posibilidad de aprender a escribir su futuro, rebelándose incluso contra lo que en esas mismas escuelas les enseñaban.

El Gobierno a través de sus medios de comunicación salió a demonizar esta lucha, planteándola como un intento de parar la «revolución” en marcha, viendo a la derecha agazapada en las movilizaciones populares. Incluso desde el Partido Comunista (siempre tan bien ubicado políticamente!) se acompañó esa visión. Era un Gobierno con contradicciones, se escucharía decir hoy…

No era una lucha local, pero la enorme resistencia de Huanta y Ayacucho consiguió que se deroguen algunos de los puntos del Decreto. Tan fuerte fue el impacto de esta lucha, que tuvo que ser «tapada”, por una jugada enorme por parte del Gobierno de Juan Velasco Alvarado. Nada más ni nada menos que una Reforma Agraria.

Ellos dicen que hubo 20 muertos, pero el poder siempre tiene vergüenza de la sangre que le riega las manos, le riega el pecho y los pies, se sabe que fueron muchos más.

Se decían Sinchis, fueron a matar al pueblo defendiendo sus derechos. No parece muyvaliente que digamos…

Valientes fueron y son esos campesinos, trabajadores y estudiantes.

Volvamos un poco, a estas tierras más al sur del continente, donde también sobran valientes, como Carlos Fuentealba, docente asesinado en una ruta en Neuquén por luchar por su salario, hace poco tiempo, el 4 de abril del 2007. Ahí la policía neuquina no se puso un nombre en mapudungun (el idioma de la tierra, el lenguaje del pueblo mapuche), ni se arrogó ningún calificativo para cubrir su rastrera misión. Ningún responsable político fue preso.

Los adjetivos los ponemos nosotros, que organizándonos desde abajo queremos escribir nuestra historia. Quizás sea hora de cambiar el día del maestro por el 4 de abril y dejar a Sarmiento fuera de los podios escolares, pudriéndose con los enemigos del pueblo. Y sigue siendo hora, cada día, de seguir luchando para ganar una educación que no deje afuera a nadie y que nos sirva para cambiarnos y cambiarlo todo.



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba