Luna de Avellaneda
Tanto Independiente como Racing viven un mal momento. El Rojo sigue penando en su paso por el Nacional B y la Academia no encuentra el rumbo en el Torneo Inicial. Ambos cambiaron de entrenador, el mismo día. ¿Podrán De Felippe e Ischia revertir la situación? Por El Caminante
Las coincidencias nunca terminan. Nacieron para ir como diría Pappo, «Juntos a la par”. Uno podría fácilmente atribuírselo a la coincidencia (estaría en todo derecho de hacerlo). Otros también podrían polemizar con que el verdadero grande de Avellaneda está en Sarandí y se llama Arsenal. Los avales para los de Alfaro sobran. La comparación seria odiosa, pero para el Arse.
Los magros momentos de estas eminencias de nuestro fútbol no son nada nuevo y a veces es cuestión de apostar hasta dónde puede llegar la agonía.
Al Rojo vivo
Tras el colapso institucional y deportivo que significó el descenso en junio pasado a la segunda división, el comienzo, lejos de ser prometedor es un real dolor de cabeza. No está de más explicar que es lo que representa la divisional para Independiente, con todos los rivales hambrientos y deseosos de darse el gran gusto de vencer a uno de los grandes del fútbol argentino, lo que representan los viajes al interior del país, donde uno es realmente visitante (a veces incluso por hechos de violencia física hacia el plantel) y el hecho de ser un torneo con 42 fechas, que alarga la agonía y la estadía para nada deseada.
Ante este panorama el equipo que se conformó para atravesar esta verdadera jungla tiene base «guerrera” de la divisional. Está formado por muchos jugadores que han pasado por la categoría en otros equipos y jugadores de extirpe aguerrida y que son reales batalladores. Jugadores como Alderete, Razzotti, Martín Zapata, Penco y Menéndez se sumaron a la experiencia de Montenegro, Tula, Morel Rodríguez y Parra, recientemente reincorporado a la institución.
Sin embargo, este equipo se vio superado por rivales a priori más débiles y se escapan quienes han arrancado muy bien el torneo, dejando al Rojo atrás. El equipo de Brindisi no encontró respuestas en la cancha y se le cerraron los canales de juego asociado, con individualidades que no pudieron suplir estas falencias colectivas. Es así que se vió a un «Rolfi” Montenegro, vital para las aspiraciones ofensivas de Independiente, intermitente (lo mismo que Benítez, Monserrat, Mancuello y el resto de los pibes).
A este momento para nada sencillo se le suma el despido de Miguel Brindisi y la contratación de un técnico que sabe de luchar en zonas comprometidas y en situación poco cómodas: Omar De Felippe. Sus grandes trabajos al frente de Olimpo y de Quilmes, ambos en situación de compromiso con el descenso, le dieron esa luz de ventaja para ser la principal carta para acabar con este mal momento.
Esto se da enmarcado en un clima de fuerte disputa entre las fuerzas políticas del club, donde Cantero ha perdido legitimidad y la oposición se encuentra cada vez más confrontativa con la actual conducción. Esto se plasma incluso con el pedido de renuncia de Cantero y de la conformación de un co-gobierno hasta el final de su mandato, en diciembre de 2014. Además se suma la búsqueda de firmas por parte de las listas opositoras para adelantar las elecciones.
Por lo pronto el Rojo no pasó del empate en cero con su homónimo de Mendoza. Panorama complejo y mucho trabajo por hacer para torcer el rumbo.
¿Por casa cómo andamos?
La actualidad de Racing no es tan diferente. Es cierto que hay una categoría que los separa, pero la «Academia” había armado un plantel interesante que debía pelear arriba. Un plantel que combina experiencia con una muy promisoria juventud encaraban otro campeonato jugando juntos y eso era un dato para nada menor. Los Zuculini, Vietto, Viola (que volvió a la institución), Centurión, De Paul eran respaldados por la solidez y templanza de caudillos como Saja, Ortiz, Cahais y Pelletieri.
La continuidad de Luis Zubeldía suponía la profundización de una línea de juego en la que se apelaba al desequilibrio, fruto más a la dinámica de sus intérpretes (fundamentalmente de los jóvenes que surgieron de la cantera en los últimos tiempos) que al juego en equipo, con pases punzantes y movimientos en ataque para encontrar espacios.
En la práctica, es decir, en la cancha, la candidatura de Racing fue rápidamente desestimada. Cuando la dependencia hacia ese tipo de juego es toda la estrategia que se tiene y se pregona, es normal pensar que cuando los pibes no puedan marcar la diferencia no habrá otra cosa más que ofrecer. Esto, sumado a sendas derrotas consecutivas y eliminación incluida de la Copa Sudamericana, marcan este mal momento albiceleste.
Pero la frutilla del postre es la falta de respaldo dirigencial hacia Luis Zubeldía, cuando un mes atrás se le había renovado el contrato por doce meses más. Un proyecto futbolístico que se haga llamar serio no puede permitirse esos «lujos”.
Quien llego se trata de Carlos Ischia, que tiene en su haber el Apertura 2008 con Boca Juniors, y un paso por México y Ecuador. El equipo viene de cosechar 1 de los últimos 21 puntos en disputa (si se agrega los dos partidos en los que cayó ante Lanús por Copa Sudamericana). Prometió trabajo en lo «futbolístico y en lo anímico” en su conferencia de prensa de presentación. Habrá que ver si alcanza.
Pero al igual que lo que pasa con Cantero esto se da en un contexto de progresiva hostilidad entre los dos máximos dirigentes de la entidad: el presidente Gastón Cogorno y su vice y ex presidente Rodolfo Molina, sumado a la figura del manager que también mantiene una línea «autónoma”: Roberto Ayala.
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