27/07/2013

El primer paso hacia la Revolución

26-julio-cuba1.jpg El 26 de julio es para los cubanos, una fecha significativa. El asalto al Cuartel del Moncada en 1953 resultó una derrota militar, pero el inicio de una victoria política. La Revolución de 1959 tuvo en esa fecha una de sus fuentes, pero no sólo la identitaria. Aquí repasamos el contexto histórico que devino en esa jornada, y sus implicancias. Por ANRed.


La historia de Cuba previa al 1º de enero 1959 está atravesada por la subordinación de la producción en la isla a las necesidades de las potencias dominantes de turno.

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Hacia comienzos del siglo XX, la dependencia del azúcar y su consumo en el mercado norteamericano no dejaban lugar a la diversificación productiva que posibilitara a Cuba otras fuentes de desarrollo. Como agravante, el 70% de su producción estaba bajo control de capitales norteamericanos.

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Así fue como el movimiento popular en la isla protagonizó varios episodios de lucha durante las primeras décadas del siglo, hasta que un general que ya había sido presidente en la década del 40 por vía electoral con el apoyo del Partido Socialista Popular (Comunista) entre otras fuerzas progresistas, dio el 10 de marzo de 1952 un golpe de estado a pedido de las necesidades norteamericanas: Fulgencio Batista.

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Al año siguiente, las condiciones de vida y la represión impartida por el régimen generaron las condiciones para que un movimiento dirigido por un joven abogado vea en la lucha armada la respuesta a la dictadura. El 26 de julio, ese movimiento intentaría el asalto a dos cuarteles: El Moncada, en Santiago de Cuba, y el Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. El resultado de ambas operaciones fue un rotundo fracaso militar, y los principales dirigentes, detenidos. Uno de ellos, Fidel Castro, marcaría en el alegato del juicio en su contra, conocido como La historia me absolverá:

«a los quinientos mil obreros del campo que habitan en los bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año («¦), que no tienen una pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a compasión si no hubiera tantos corazones de piedra; a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba; a los cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida, para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, planta un cedro o un naranjo porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que irse; («¦) ¡Ése es el pueblo, cuyos caminos de angustias están empedrados de engaños y falsas promesas, no le íbamos a decir: «˜Te vamos a dar»™, sino: «˜Â¡Aquí tienes, lucha ahora con toda tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad!»™

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En 1955, la resistencia contra la dictadura consiguió la amnistía para los presos políticos. Algunos «“entre ellos, Fidel Castro- partieron al exilio en México, donde organizaron la vuelta a la lucha contra el régimen de Batista. En diciembre de 1956 el buque Granma desembarcó en la isla para iniciar mediante la estrategia guerrillera del Movimiento 26 de Julio (M26, o Ejército Rebelde) el proceso de lucha en la Sierra Maestra, que dos años después llegaría hasta La Habana para acabar con la diversión de la alianza entre terratenientes, guardias rurales y yankys.



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