04/07/2013

Un problema de todos los trabajadores: Precarización laboral

tapa-1221.jpg En los últimos 10 años, la forma adoptada para evadir las obligaciones de contratación, pagar salarios más bajos y evitar responsabilidad directa sobre el trabajador, entre otros «beneficios” fue (y es) lo que se conoce como precarización laboral. El ejemplo más claro es el de todos aquellos trabajadores y trabajadoras que a través de una empresa A son contratados para trabajar en B pero en condición de «prestadores de servicio”, cuando en realidad cumplen el mismo horario y las mismas tareas que los trabajadores de planta «estable”. Esta práctica no se limita solamente a las empresas privadas, sino que ocurre también en el Estado, y lo que ya aparece como «el colmo”, incluso en el Ministerio de Trabajo. Por El Roble


Si esta nota hubiese sido escrita quince
años atrás se centraría en lo que se conoce como «flexibilización laboral”. En ese
entonces se llevó adelante una sistemática política contra los derechos laborales,
posibilitando a los dueños de empresas
pasar por alto las conquistas que tanta
lucha, sudor y sangre nos han costado a
los trabajadores. Así, mediante una serie
de medidas y leyes, se hicieron comunes
muchas prácticas que hoy perduran para
volver «más flexibles las condiciones laborales” (por supuesto siempre a favor
de las empresas y en contra de los trabajadores), como por ejemplo: la eliminación de la negociación salarial colectiva,
vacaciones fraccionadas o en el momento del año que conviniera al patrón, la
aparición de jubilaciones manejadas por
privados (bancos sobre todo), los contratos «a prueba”, etc.

De ayer a hoy

El contexto actual nos marca que efectivamente la desocupación ha descendido en nuestro país y que, en términos
generales, existen algunas mejoras para
los trabajadores. Sin embargo, muchas
otras condiciones no se han revertido en
absoluto.

En los últimos 10 años, la forma adoptada para evadir las obligaciones de
contratación, pagar salarios más bajos
y evitar responsabilidad directa sobre el
trabajador, entre otros «beneficios” fue
(y es) lo que se conoce como precarización laboral. El ejemplo más claro es el
de todos aquellos trabajadores y trabajadoras que a través de una empresa A
son contratados para trabajar en B pero
en condición de «prestadores de servicio”, cuando en realidad cumplen el
mismo horario y las mismas tareas que
los trabajadores de planta «estable”. Esta
práctica no se limita solamente a las empresas privadas, sino que ocurre también
en el Estado (y lo que ya aparece como
«el colmo”, incluso en el Ministerio de
Trabajo).

¿Por qué es un
problema de todos?

En primer lugar, es obvio, cualquiera
de nosotros o algún familiar, amigo o
conocido puede atravesar esta situación
(si no la ha vivido ya o la está viviendo).

Pero esto no es solamente un problema
«personal”.

Al existir una alta cantidad de trabajadores en estas condiciones, la estabilidad,
seguridad y garantía del resto comienzan
a resquebrajarse, porque el abaratamiento que significa para los patrones y la
menor responsabilidad ante la ley redunda en un acostumbramiento que relaja y
afecta los derechos de todos los trabajadores, convirtiendo lo irregular en la
norma, «la excepción” en lo común.

De la misma manera actúa la desocupación, que impide una suba mayor de
los salarios y tampoco permite mayor
fuerza en el reclamo, ya que siempre hay
una «reserva” de trabajadores que pueden ocupar el lugar de uno. Esto tiene
además dos problemas relacionados:
El primero es que tiende a dividir a los
trabajadores, haciendo ver en el desocupado (o en el precarizado) al «enemigo”
que puede quitarme el trabajo. El segundo se relaciona con la división de centrales sindicales, que se traduce en mayor
debilidad.

Si por el contrario existiera una sola
central de trabajadores, con independencia y una dirección que fuese realmente
una expresión de la clase, tendríamos la
fuerza como trabajadores de hacer cumplir nuestros derechos y la capacidad de
imponer las mejores condiciones frente
a los patrones. En ese contexto, los problemas de la flexibilización, tercerización o cualquier forma de contratación
y trabajo «precario”, serían abolidos de
hecho, otorgando un mejor piso para
el desarrollo de los trabajadores tanto
a nivel personal (mejor calidad de vida)
como de clase (mejores condiciones, mayor capacidad de intervención y decisión,
control de la producción, elaboración de
programas políticos y de gobierno, etc.).
Para lograr esto, necesitamos la unidad
de todos los trabajadores: los de planta,
en blanco, los precarizados, tercerizados,
en negro y también de los desocupados.
En ese camino de unidad debemos avanzar.



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba