07/06/2013

Criminalización, contrainsurgencia y ciencias sociales

nk.jpgComo continuidad de la denuncia pública plasmada en el artículo Las amenazas, la cultura y la coordinación represiva, Néstor Kohan reflexiona acerca del vínculo entre la criminalización de la disidencia política, las estrategias de contrainsurgencia a escala continental y la disputa por las ciencias sociales.

A partir de la denuncia pública que realizamos sobre el hostigamiento de páginas de Internet manejadas por los servicios de inteligencia (argentinos y colombianos) y ciertos incidentes inesperados que hemos tenido en Chile y México («Las amenazas, la cultura y la coordinación represiva”) hemos recibido muchísimas expresiones de solidaridad. Todo nuestro agradecimiento y un abrazo solidario para los organismos de derechos humanos, las organizaciones políticas, las universidades, las revistas, los abogados y abogadas y las páginas de periodismo alternativo que se hicieron eco de la denuncia. Lo mismo vale para la solidaridad fraternal expresada por tantos amigos y amigas, de Argentina y también de otros países.

Somos conscientes que un papel escrito, un conjunto de firmas, una denuncia o un petitorio no frenan el accionar represivo. Pero al menos salen a enfrentar la campaña macartista, rompen con la pasividad política, difunden y presentan un llamado de atención para que no haya tan escandalosa impunidad.

Más allá de nuestro caso personal, nos parece útil y urgente reflexionar sobre un problema general: el vínculo entre la criminalización de la disidencia política, las estrategias de contrainsurgencia a escala continental y la disputa por las ciencias sociales.

Contrainsurgencia, cultura y ciencias sociales

¿Qué busca la ultraderecha recalcitrante de nuestro continente y sus aparatos de vigilancia, control e inteligencia policial-militar? Generar miedo, inocular el terror, criminalizar todo pensamiento disidente y callar las voces que cuestionan. Para aplastar definitivamente las rebeldías latinoamericanas y sus movimientos sociales hace falta un paso previo: su aislamiento. Derrotarlos política e ideológicamente. Que nadie diga nada. Que nadie investigue. Que nadie escriba. Que todo el mundo mire para el costado ante el terrorismo de Estado. Operar en el plano de la cultura, las ciencias sociales y la comunicación se vuelve entonces un campo de batalla privilegiado.

No, no es sólo el marxista italiano Antonio Gramsci quien ha pensado y sostenido esta teoría.

En Argentina, el general Osiris G. Villegas, principal estratega del terrorismo de Estado de los militares, ha sido uno de sus principales impulsores. Además de contar con el triste «honor” de haber ayudado a salir del país al criminal nazi Joseph Mengele (cuando Villegas era ministro del interior del golpe de Estado de 1962), de haber defendido jurídicamente al carnicero-general Ramón Camps (quien se hizo públicamente cargo de la desaparición y muerte de 5.000 personas) y de haber escrito el patético discurso que pronunciara sumisamente el general Juan Carlos Ongania en la Academia Militar de West Point (6/8/1964) defendiendo la Doctrina de la «Seguridad Nacional» en la V Conferencia de Ejércitos Americanos; el general Villegas fue el teórico precursor de la doctrina de la guerra contrainsurgente en la Argentina.

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Su primer estudio sistemático de esta «nueva forma de guerra” data de 1962. Véase General Osiris Villegas: Guerra revolucionaria comunista. Buenos Aires, Pleamar, 1963 (edición de la Biblioteca del Oficial de 1962). Allí, además de introducir en el país la experiencia de la contrainsurgencia en Argelia y Vietnam, aportaba una perspectiva propia: el estudio de «la cuestión cultural”.

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Sin conocer directamente en aquella época a Gramsci, el general Villegas realizaba un minucioso y exhaustivo rastreo de las actividades culturales del comunismo, llegando incluso hasta proporcionar una lista completa de todos sus teatros y revistas literarias «”que en su opinión formaban parte, como «acción psicológica”, del «aparato político militar de la subversión”»”.

Tres décadas después, volverá a insistir nuevamente con la necesidad de incorporar a la lucha contrainsurgente la dimensión cultural. Véase General O.G.Villegas: Temas para leer y meditar. Buenos Aires, Editorial Theoría, 1993. Pero, a diferencia de 1962, en 1993 hace referencia reiterada y explícitamente a los Cuadernos de la cárcel y al «marxismo gramsciano” «”probablemente tomando como referencia los parámetros ideológicos de los documentos de Santa Fe I y II y la reunión de los Ejércitos Americanos de 1987 realizada en Mar del Plata (Argentina)»”.

No resulta aleatorio que el general de brigada argentino Acdel Edgardo Vilas, primer comandante del bochornosamente bautizado «Operativo Independencia”, que inició el genocidio argentino en la provincia de Tucumán en 1975, poco antes del golpe militar de Videla, sostenga en su Diario de campaña, que: «Cuando en Tucumán nos pusimos a investigar las causas y efectos de la subversión llegamos a dos conclusiones ineludibles: 1) que entre otras causas, la cultura les era verdaderamente motriz. La guerra a la cual nos veíamos enfrentados era una guerra eminentemente cultural [subrayado en el original] 2) que existía una perfecta continuidad entre la ideología marxista y la práctica subversiva, sea en su faceta militar armada, sea en la religiosa, institucional, educacional, económica. Por eso a la subversión había que herirla de muerte en lo más profundo, en su esencia, en su estructura, o sea, en su fundamento ideológico [subrayado en el original]”. Véase General Acdel Edgardo Vilas: Diario de campaña. Tucumán: De enero a diciembre 1975. S/editorial [mimeo, reproducido de una fotocopia del original], s/fecha. p.21.

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Esta última definición, realizada por el general Acdel Vilas, el iniciador del genocidio militar del pueblo argentino, es quizás una de las formulaciones más claras de la Doctrina de la «Seguridad Nacional», teorizada antes por el general Osiris Villegas.

Los intelectuales, profesores, maestras, periodistas, escritores, cineastas, sacerdotes, educadores populares, investigadores, abogados e historiadores se vuelven entonces un blanco privilegiado para la represión y la estrategia contrainsurgente.

La zorra y el león

Frente al campo de la cultura rebelde y disidente la contrainsurgencia opera de un doble modo. Con la zorra y el león (como le gustaba escribir a Maquiavelo), con la zanahoria y el palo, con el consenso y la violencia. Tratando de incorporar y de cooptar a los intelectuales y, si no se puede, vigilando, persiguiendo, criminalizando y reprimiendo cualquier expresión de pensamiento crítico.

Sobre el proceso de la compra y la cooptación de los intelectuales críticos, puede revisarse el documento-antología Imperialismo y ciencias sociales, publicado en Cuba, que reúne un extenso debate sobre esta problemática. En este trabajo se analizan los incontables mecanismos utilizados por las fundaciones «inocentes” del imperialismo para intervenir en el seno de las ciencias sociales y operar en el campo de la cultura, financiando de manera encubierta proyectos de investigación destinados a proporcionar información sobre los movimientos sociales populares. Allí se discuten diversos proyectos de investigación impulsados en las últimas décadas por el imperialismo. Este documento, de extrema actualidad, puede consultarse gratuitamente en: http://amauta.lahaine.org/?p=1730

En el mismo sentido resulta sumamente útil el formidable libro La CIA y la guerra fría cultural de Frances Stonors Saunders (Madrid, Editorial Debate, 2001. Edición en inglés de 1999, en español de octubre de 2001). En este documentado trabajo de investigación se exponen los sutiles mecanismos de cooptación desarrollados por Estados Unidos y sus aparatos de inteligencia con escritores, músicos, periodistas y diversos científicos sociales y exponentes de la cultura. En la web: http://librosgratis.net/book/la-cia-y-la-guerra-fria-cultural-frances-stonor-saunders_3484.html

Sobre el papel de las ONG»™s financiadas por la CIA, que han reemplazado en los últimos años las viejas tareas de cooptación intelectual de la Fundación Ford por las más recientes USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional -United States Agency for International Development) y la NED (Fundación Nacional para la Democracia – National Endowment for Democracy), puede consultarse por ejemplo: http://percy-francisco.blogspot.com.ar/2013/04/vinculos-entre-las-ongs-y-la-cia.html

Cuando no logran neutralizar e incorporar a las voces disidentes a través de todos esos mecanismos y fundaciones, entonces la contrainsurgencia pasa a una segunda instancia, que consiste en «marcar”, amedrentar, atemorizar, fichar, identificar, criminalizar y aplastar al pensamiento crítico que no se deja cooptar. En definitiva: ¡Hay que aplastar al pensamiento crítico y callar cualquier voz o pluma disidente: por las buenas o por las malas! Esa ha sido y sigue siendo una constante en las estrategias de contrainsurgencia continental.

Los amedrentamientos y acusaciones fraguadas que hemos recibido (incluyendo fotos nuestras trucadas por la inteligencia militar), lejos de paralizarnos, nos alientan a seguir en el mismo camino. Por eso los hemos denunciado públicamente.

Si ellos se toman tanto trabajo es porque nosotros no estamos muy equivocados. Esas acusaciones fraguadas van entonces mucho más allá de un simple caso individual. Forman parte de una constante histórica dentro de la estrategia de represión, control y contrainsurgencia.

A continuación reproducimos dos de los textos publicados a raíz de nuestra denuncia.

El primero pertenece al profesor y doctor Gilberto López y Rivas, antropólogo marxista que investiga en el célebre Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. El compañero y amigo Gilberto es autor de una extensa serie de libros entre los que se destacan México 1847. La guerra del 47 y la resistencia popular a la ocupación (México, Ocean Sur, 2009); Antropología, etnomarxismo y compromiso social de los antropólogos (México, Ocean Sur, 2010) y sobre todo, por el tema que nos ocupa, Elementos de la contrainsurgencia de Estados Unidos (Caracas, editorial Trinchera, 2012). Ver: Ante amenazas y coordinación represiva, mayor compromiso con las luchas de nuestros pueblos

El segundo pertenece a los compañeros de Uruguay Alberto Cabrera y Alberto Vidal, y junto con ellos a nuestro amigo Jorge Zabalza, uno de los líderes históricos del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros de Uruguay, rehén de la dictadura junto Raúl Sendic. El «tambero” Zabalza es autor de varios libros, entre los que figuran El miedo a la democracia (Montevideo, TAE-Túpac Amaru editorial, 1989), Cero a la izquierda. Una biografía de Jorge Zabalza (escrita por Federico Leicht. Montevideo, Letraeñe, 2007), Una historia que no es cuento (Orígenes, esplendor y derrota del MLN-T) (Montevideo, Letraeñe, s/fecha) y Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento revolucionario. (Montevideo, Letraeñe, 2011). Ver: ¡A prepararse!

Todo nuestro agradecimiento para Gilberto, para el tambero Zabalza y sus compañeros uruguayos y para todxs lxs compañerxs que brindaron su solidaridad y siguen en la lucha.



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