22/02/2006

¿Quién se robó el argumento?

A-NMDA2.jpgSiguiendo con nuestra frenética rutina teatral, hoy le toca el turno a «No me dejes así», una interesantísima obra de Enrique Federman que resulta todo un desafío, dado que una vez finalizada la función el espectador queda plagado de dudas y de incógnitas. La única certeza que tiene es no tener ni la menor idea de cuál es el argumento de lo que vio en escena. Pero lo seguro es que entretiene y permite la reflexión a partir de unos pocos elementos que posibilitan armar la historia. Algo habitual para muchos de nosotros que solemos espiar y sacar conjeturas apresuradas de una realidad siempre compleja, en donde los límites de la verdad y la mentira suelen trastocarse.


Una mujer sentada que sufre, un hombre al lado, vestido con un particular equipo deportivo que la consuela, mientras no para de ofrecerle pañuelitos de papel que saca de su no menos particular bolso, para después de usados volverlos a guardar. Dos sujetos que, luego de un rato, ingresan a la escena y se unen a este particular dúo que se encuentra esperando algo que no podemos saber con precisión, pero que se intuye.

Gestos, miradas, expresiones corporales de todo tipo, alguna que otra palabra entrecortada y, sobre todo, mucho silencio. Ausencia de diálogo es lo que empieza a regir dentro de ese incierto espacio en el que se encuentran estas cuatro personas que no sabemos bien dónde están, qué esperan, ni por qué sufren, ni mucho menos qué vinculación existe entre ellos. No, no se trata de una cuestión de paciencia y de aguardar el desarrollo de la trama, dado que estos interrogantes nunca llegarán a develarse.

Porque después de esta presentación, los personajes comenzarán a desplegar una historia interna entre ellos, plagada de códigos internos y pases de factura, en donde irán transitando por varios estados: llantos, ira, bronca, risas, hasta que de pronto llega el momento de despedirse y abandonan el escenario, para luego volver… pero en búsqueda del más que merecido aplauso.

Corresponde al espectador armar y completar la trama, de acuerdo al nivel de creatividad que se posea, pero también y no menos fundamental grado de involucramiento que se tenga con respecto a lo visto. Casi como si se tratara de contemplar una conversación entre un llamativo grupo de personas que se encuentran aguardando en una sala de terapia intensiva en un hospital. Espiar y sacar conjeturas sin datos precisos: a eso apunta «No me dejes así», la obra ideada y dirigida por Enrique Federman, que, después de todo, no nos propone nada que no estemos acostumbrados a hacer diariamente, ¿o no?

Por eso, la propuesta resulta más que atractiva y a su vez reconocible. Sólo requiere dejarse llevar por estas cuatro almas que no sólo le retacean información al público, sino que también entre ellas mismas existe un alto nivel de camuflaje en donde es imposible acceder a la verdad. ¿Pero qué es verdad y qué mentira dentro de esta obra?
Y la respuesta es tal como en la vida misma: verdad y mentira son dos construcciones humanas en permanente cruce que pueden llegar a un grado de relativismo que hace difícil poder discernir la verdadera realidad de las cosas y en donde todo pasa a depender del contexto y de la percepción que se tenga del suceso.

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A Federman y a su equipo (dado que esta obra es resultado de un trabajo colectivo) no les interesa armar un cuentito cerrado, ni mucho menos trasmitir un tranquilizador y claro mensaje final. Pero, a cambio, ofrecen una aguda e inteligente construcción acerca de qué pasa cuando varias personas son depositadas en un lugar cerrado a esperar por una supuesta situación dolorosa.

Y ya no sólo hablando de los personajes de la obra, sino también del mismo espectador que es utilizado como un conejillo de indias a espiar una realidad de la que poco entiende, pero que intuye. La diferencia es que estos espectadores, en su mayoría, no se conocen entre sí y aguardan en silencio y contemplan la acción; mientras que los actores interactúan entre ellos y manifiestan sus emociones, dado que es a ellos a quienes les toca mediante la representación vivir en carne propia el sufrimiento, ¿pero es esto último tan así? ¿O en realidad todos, actores y público, se encuentran prisioneros de la idea del autor?

Lo concreto es que tantos unos como otros desean ser: ¡no dejados así! Incertidumbre y duda impregnan el lugar. La tragedia acecha y ante eso… el humor suele convertirse en una válvula de escape. Tanto para quienes lo padecen en forma explícita, como para los que observan y asocian.

Gran trabajo de los actores Eugenia Guerty (alguien le puede decir, por favor, lo talentosa que es), Claudio Martínez Bel, Néstor Caniglia y César Bordón. Sin ellos, lo descrito hasta el momento no tendría razón de ser.

Ahora, lo único que queda es encontrar a la salida del teatro a algún espectador que se atreva a contar el argumento de lo que vio en escena. ¡Se ofrece recompensa!

Mariano Minasso


NO ME DEJES ASI

Idea y dirección: Enrique Federman

Ella: Eugenia Guerty

El del bolso: Claudio Martínez Bel

El del traje: Néstor Caniglia

El otro: César Bordón

Creación colectiva en colaboración autoral con Mauricio Kartun

Viernes y sábados a las 23hs en el Piccolino. Fitz Roy 2056 / 4779.0353

Localidades $15



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