15/02/2006

Grupo de mujeres lesbianas denuncian trato discriminatorio y la incautación de materiales de trabajo

Entrevista a Silvia Palumbo, integrante del grupo Las Lunas y Las Otras, quien recibió maltratos por parte de personal de la Aduana de Carmelo, Uruguay, cuando se encontraba realizando un trabajo de difusión de cantos populares creados por mujeres no reconocidas de América Latina.


Las Lunas y Las Otras, grupo de lesbianas feministas con sede en la cuidad de Buenos Aires, desde hace poco más de un año está trabajando en el proyecto «Lunas de América». El mismo trata de la búsqueda, recopilación y visibilización de cantos de extracción popular creados por mujeres que están fuera de los circuitos «oficiales» y/o comerciales de difusión.

En esta tarea, que abarca los territorios de Argentina, Uruguay y Paraguay, se encontraba Silvia Palumbo, cuando fue víctima de violentos actos discriminatorios en la Aduana de Carmelo, Uruguay. Esto le contó a Anred:

 Anred: ¿Cuándo comenzó todo?

 Silvia Palumbo: El 30 de enero pasado realicé un viaje a Uruguay por la empresa Cacciola desde la estación de Tigre hasta la ciudad de Carmelo con los equipos de grabación portátiles que trasladamos siempre para realizar las tomas sonoras de las cantautoras.

 A: ¿Qué sucedió al llegar a Uruguay?

 S.P: Al arribar a la Aduana de Carmelo con el valijón de equipos, el personal de dicha repartición me solicitó que mostrara el contenido, hecho esto, varios empleados comenzaron a solicitar la declaración de dichos equipos, que no teníamos, ya que en la aduana de Tigre nos habían dicho que no era necesario porque todos los aparatos estaban usados. Tras algunas maniobras descalificatorias e intimidatorias por parte de dos empleados de la Aduana, me solicitaron que pase a un cuartito y a puertas cerradas ver como se podía arreglar esta situación. Para esto la valija estaba abierta en el suelo en el medio del local con la gente circulando alrededor. Antes de ir al cuartito le digo a un amigo que viajaba casualmente en la misma lancha que se quedara cuidando las cosas, que ahora venía «la coima», frase que el jefe de Aduana escuchó y que tomó para comenzar la pesadilla que hoy estamos viviendo.

 A: «¦ Y una vez en ese despacho»¦

 S.P: En el cuartito estos señores que no dieron sus nombres ni tampoco tenían su cartel identificatorio, dijeron: «Ahora, con lo que le dijo al alférez… (aclaro, jamás hablé con un alférez) No podemos hacer nada y vamos a hacer la incautación de todo»… «¿Usted qué se cree? Esto no es Argentina». «¿A quién le vas a hacer creer que vas a grabar?… ¡Pero, por favor! No nos mientas». Así siguieron las casi dos horas en ese cuarto con maltrato verbal y el inventario violento de las cosas que iban sacando de la valija. No me dejaban hablar y cuando pude les pedí disculpas por mi mala interpretación de los hechos, me decían: «Cállese la boca, ahora ya estỦ le vamos a iniciar una querella penal por desacato a la autoridad aduanera».

 A: Pero sólo te defendías»¦

 S.P: Sí, pero de todos modos les dije que lo hicieran, si ese era el procedimiento pero que me dejaran pasar los equipos, ya que al otro día debía comenzar las grabaciones con dos cantautoras. Luego otro me dijo que no quería mostrar mi mochila de mano, entonces comenzó a acusarme de resistirme a mostrar el contenido de la misma, la cual, obviamente mostré al instante y en la cual estaba mi agenda, remedios y el equipo de mate. En el mismo momento el otro me acusaba de resistirme a firmar la incautación…la cual firmé en disconformidad.

Pasadas las horas, se cerró la Aduana quedamos mi compañera y yo sin saber que hacer ya que el ómnibus que nos debía llevar a Montevideo ya se había ido hacía bastante. Uno de los alféreces nos dijo que debíamos llamar urgente al consulado que, por supuesto esa noche no pudimos contactar.

 A: ¿Alguna autoridad las ayudó?

 S.P: Logramos hablar con el cónsul Gustavo Gripa al otro día y durante quince días más que duró nuestra espera en territorio uruguayo. También intervino para ayudarnos una abogada uruguaya (Laura Bogado) que trabaja en la embajada de Uruguay en Argentina. Entre esta abogada y el cónsul consiguieron un abogado de Carmelo, Pablo Mannito.
Todo parecía que se iba arreglando y tuve que enviarle a la administradora de la Aduana de Carmelo (Teresita Gerensich) el 1º de febrero, una carta explicándole cuál era el trabajo que iba a realizar a Uruguay, y así ella remitir todo al juzgado.

 A: ¿Y qué novedades hay al respecto?

 S.P: El 9 de febrero me llamó el cónsul para decirme que de la Aduana de Carmelo no habían mandado ninguno de los papeles que necesitaban en el juzgado, que los enviarían al otro día, pero el 13 de febrero, nos confirman que el fiscal, de apellido Rivas, del juzgado que atiende la causa en la ciudad de Colonia, entiende que ninguno de los papeles aportado por el grupo para el esclarecimiento de la propiedad de los equipos, son suficientes y que estamos con altas probabilidades de perder todo… que no sólo es material sino que en la CPU tenemos guardado el resultado de este largo año de trabajo.

Un hecho más de discriminación que soportan quienes no sólo manifiestan ser diferentes a las normas que quiere imponer el sistema, sino que también lo expresan y luchan para cambiarlas.

Las Lunas y las Otras solicitan por este intermedio la difusión de este hecho y el asesoramiento legal de quienes tengan conocimiento de estas causas.

Para contactarse con Silvia Palumbo

 spalumbo@infovia.com.ar


¿De qué se trata el proyecto Lunas de América?

Así lo cuentan Las Lunas y Las Otras:

grupo.jpg El proyecto Lunas de América se propone un trabajo de búsqueda, recopilación, visibilización y difusión de cantos populares creados por mujeres no reconocidas de Sudamérica.

La música popular de América Latina, riquísima y valiosa para la conformación cultural de los pueblos, tiene una característica «naturalizada» desde el imaginario social: es música de autores y compositores, léase el «hombre creador», los varones firmantes de sus obras y la construcción de una identidad cultural «masculinizada».

Hasta hace pocos años atrás se suponía que existían pocas mujeres creadoras de música popular: las escasas consagradas y alguna otra pérdida en pequeños círculos de músicos.

Raspando un poco la fachada de la música popular se encuentran caminos que conducen a «la otra música». Esas canciones escritas por mujeres, «la esposa de», «la hermana de», «la hija de», se cantaban en las fiestas familiares y en reuniones sociales. Eventualmente, algunas trascendieron hacia un público mayor de la mano del hombre de la familia, mientras otras permanecieron ignoradas detrás de un seudónimo masculino que legitimaba la autoría o, incluso, resignaron el crédito de sus obras en algún varón que recogía no sólo el renombre sino las ganancias.

tambores.jpg Este panorama se va aclarando con los años y hoy las mujeres, como en muchos otros campos, vamos demostrando que no nos quedamos afuera de la producción sino afuera del registro histórico del mundo.

El proyecto Lunas de América tiene como objetivo descubrir la obra de mujeres que no están ni estuvieron mostrándola: las que ya han muerto, las que son muy mayores o las que han guardado sus canciones en el armario.

La búsqueda es del cuerpo de la obra y de las protagonistas, de allí que preferimos no designar zonas geopolíticas y someter el trabajo a esta división sino ir adonde el sonido de esas voces nos lleve. Por lo tanto no habrá provincias sino un mapa de autoras-compositoras del territorio de la República Argentina. Iremos adonde ellas estén, adonde hayan estado o adonde esté su obra, su familia, su cuaderno o su voz.

En este mapa musical, por cercanía e idiosincrasia, vale agregar a las mujeres de Uruguay, que contribuyeron a la construcción del candombe y que permanecen en el total silencio.

El Río de la Plata es uno solo y sus márgenes no saben de fronteras políticas sino de una historia común donde la música no fue la excepción. Y este lenguaje común se extiende al sur de Brasil y a Paraguay.

El propósito, en suma, del proyecto Lunas de América es visualizar el nombre, la historia y, fundamentalmente, la obra de mujeres que «cocinaron» para el magnífico menú que es la música popular del Cono Sur.



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