14/01/2006

«Shangay», la obra que te toma de rehén

tapa-6.jpgDesafiando la pachorra de una ciudad de Buenos Aires agobiada por un enero de altas temperaturas y en donde las buenas propuestas teatrales parecen haberse pulverizado, ANRed decidió no quedarse quieto e inició una búsqueda subterránea y nocturna hasta toparse con un sobreviviente del verano: «Shangay», una obra que combina desde la crisis de una pareja gay inserta en una supuesta cultura oriental hasta la aparición de una posesiva madre italiana que decide tomar partido en la disputa para proteger a su ya crecido hijo. Una verdadera explosión de elementos propuestos por su creador, José María Muscari, quien ante todo busca que el espectador sea un condimento más dentro del espectáculo. Provocar y perturbar es la propuesta.


uno-4.jpgUn bar impregnado bajo una estética oriental. Dos mozas devenidas en geishas y portadoras de una sexualidad indefinida que atienden a sus clientes de una manera muy particular al ritmo de los reproches que se escuchan entre una pareja gay en crisis. Señoras del público que se incomodan ante la proximidad de estos dos hombres que cuando dejan de pelearse comienzan a correr por el lugar, mientras se desvisten y se tocan provocativamente.

Miradas que no saben dónde focalizar su atención ante este panorama móvil y ecléctico. Personajes que interpelan a las personas que más que asistir a una representación teatral se ven inmersas dentro de un juego de excentricidades y excesos al por mayor, que, a medida que va perdiendo su voluptuosa envoltura, deja al desnudo una historia tan universal e identificable como puede ser el desamor o la soledad en estos tiempos evanescentes.

Toda una desoladora visión sobre el amor que incomoda a los gays porque ven dibujada en su caracterización un trazo frívolo e irritante. Los heterosexuales, en cambio, pueden sentirse aliviados, al menos en los comienzos de la obra, al ver que no es a ellos a quienes se les está hablando. Sin embargo, luego comprenderán que también ellos forman parte de ese universo mordaz al que apunta la caricaturización.

Y de eso se trata, de generalizar un planteo, más allá de las diferencias sexuales o de géneros que saltan a la vista o no tanto. Acá no hay gays ni heterosexuales, sino personas que sufren y exponen sus miserias en carne viva ante esa mirada curiosa de los espectadores que espían una realidad que se les pone por enfrente de sus narices. Es el puro y primitivo placer de contemplar a otro.

dos-3.jpgDe esto y de mucho más, nos habla el reestreno de «Shangay», la obra que una vez más vuelve a la cartelera porteña de la mano de su creador, el auténtico y talentoso José María Muscari, quien de un plumazo logra esfumar los límites impuestos por un cierto teatro que suele separar al público de lo que sucede arriba del escenario.

Muscari, por el contrario, primero hace volar el concepto de único escenario y traslada la acción a todo el espacio ambientado bajo una exótica cultura oriental en donde abunda el snobismo y la excentricidad de sus personajes.

Segundo, utiliza a ese público como un rehén antojadizo de sus caprichos, casi como si fueran extras que deben cumplir con un papel que se va modificando de acuerdo a lo que van viendo y sintiendo en escena.

Algo que enriquece profundamente la obra porque uno no sólo tiene que estar atento a la acción que ofrecen los protagonistas, sino también a las reacciones de esos espectadores devenidos en actores secundarios. Aplausos, comentarios, risas o enojos, todo es escuchado y percibido, porque más allá de esa trama central se tejen otras subtramas esperando salir a la superficie.

Que tendrán que esperar: porque, mientras dure la función, esas almas portadoras de subtramas deberán formar parte de ese bar temático y conformarse con curiosear «la mesa del vecino» que, por el momento y por lejos, resulta la más llamativa y divertida.

Hasta que salgamos a la calle y nos choquemos con otros personajes y situaciones y, ahí sí, tendremos nuevamente la posibilidad de elegir seguir siendo testigos de otras vidas, o de centrarnos en nuestra propia existencia y convertirnos en los actores principales, o sea, ¡en el entretenimiento de los otros!

Mariano Minasso


SHANGAY

 Protagonistas: Mariana Plenazio, Paula Schiavon, Fernando Sagayo, José María Muscari

 Libro y dirección: José María Muscari

 Sábados a las 23.30hs en Chacarerean Teatro, Nicaragua 5515, 4775-9010

 Localidades desde $12



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