05/10/2012

«La continuidad debe ser de programas, objetivos, luchas, y no de nombres y hombres”

ndice.jpgErnesto Rodríguez es historiador, especializado en historia del movimiento obrero y la izquierda, y coautor de la importante compilación El Villazo. La experiencia de una ciudad y su movimiento obrero (1999). Luego del triunfo de los candidatos de la Lista Azul sobre los de la Lista Marrón en las recientes elecciones para conducción del sindicado de la UOM Villa Constitución, Rodríguez advierte «una evidencia empírica que consiste en la falta de una estrategia metódica y consecuente, a pesar de algunos intentos infructuosos, de formación de cuadros intermedios que se constituyan en el recambio generacional de los militantes históricos de la lista Marrón formados con el sistemas de valores, creencias, principios y prácticas que caracterizaron a esa lista en los setenta”. Por Agustín Santella.



 Agustín Santella: A partir de los resultados de la última elección según vos por primera vez en la historia de la UOM de Villa Constitución asume una conducción que no está ligada directamente al Villazo de los años 1970. ¿Quiénes son los ganadores de la Lista Azul y cuál es su relación con la experiencia histórica del Villazo? ¿Podemos decir que esto sella una ruptura en la memoria y la experiencia de la clase trabajadora de Villa Constitución?

 Ernesto J. Rodríguez: Es una pregunta fácil pero difícil de responder. El germen de la lista Marrón, la que todavía no se llamaba así, comenzó a gestarse durante la huelga que yo llamé, por no encontrar un mejor nombre, la de los claudicantes, la cual paralizó con alternancias las actividades de la planta Acindar de Villa Constitución entre diciembre de 1969 y marzo de 1970. Allí surgió un reducido grupo de activistas que en forma secreta y clandestina organizó el Grupo de Obreros de Acindar, que luego dio lugar al Grupo de Obreros Combativos del Acero, al incorporar activistas de otras fábricas metalúrgicas de la ciudad, más tarde, para presentarse a las elecciones de Comisión Interna conformaron el Movimiento de Renovación Sindical y para presentarse a las elecciones del 74 la Lista Marrón. La mayoría de sus integrantes fueron detenidos el 20 de marzo de 1975 y los meses siguientes y todos despedidos de sus trabajos. Además, Acindar particularmente, les prohibió el ingreso a la planta aún después de la recuperación democrática, más aún, les prohibía el ingreso también cuando fueron electos para la Comisión Directiva de la seccional. Muchos no pudieron reinsertarse en una empresa metalúrgica, por lo cual dejaron de pertenecer a la UOM, otros consiguieron arreglos con empresarios de la zona que los incorporaron como operarios aún sin trabajar en sus plantas, tal el caso de Alberto Piccinini que ingresó en la empresa de Borras, el ministro de Alfonsin. Como muchos de esos militantes de la lista Marrón nunca fueron reincorporados por Acindar, no fue igual el caso de Metcon, solo unos pocos pudieron conformar la lista que ganó las elecciones luego de la recuperación democrática, entre otros, Piccinini, Manzano y Aragón. Victorio Paulón no era parte de ese grupo fundador ni formó parte de la gesta del Villazo, él se incorporó con posterioridad, al ser electo para el Comité de lucha de 1975 como representante de la empresa Villber. En este sentido no hubo una política definida y consecuente de incorporar a los otros activistas durante gran parte de las gestiones de la lista Marrón, por lo menos no claramente hasta las elecciones del 2008 en donde se enfrentaron Piccinini y Paulón, en donde es integrado, por ejemplo, Juan Actis, quien trabajaba en la empresa contratista Bordín en Metcon. En este sentido, Actis fue uno de los pocos que se había dado a la tarea de formar cuadros para organizar una agrupación. La incorporación de Actis fue, en gran medida, porque Actis había formado ese pequeño grupo de militantes y Piccinini ni siquiera tenía cuadros formados y representativos como para conformar una lista con la cual enfrentar a la de Paulón. Es decir, Piccinini gozaba de mucha representatividad y esto lo demuestra que nunca fue derrotado en una elección pero nunca se dio una línea de acción consecuente para formar cuadros intermedios que constituyeran el recambio generacional. De ese reducido grupo que había sido parte de la Marrón, con el tiempo Aragón debió renunciar por cuestionamientos a su gestión, Paulón perdió las elecciones, Manzano se jubiló y Piccinini también se acogió a ese derecho recientemente. Por eso no resulta extraño que no queden activistas históricos de la lista Marrón, dado los años transcurridos era sólo una cuestión de tiempo, de recambio generacional. Esto no es lo grave, lo grave es que en todos estos años poco se hizo para formar política, teórica y sindicalmente a los cuadros que debían ser el recambio generacional, recambio que ideológicamente aseguraran la continuidad del programa histórico de la lista Marrón, de sus principios, de sus luchas, de sus valores y de sus prácticas. Se siguió más bien una política de «pino” que no dejó crecer nada por debajo de ellos.

La lista Azul es en cierta medida una continuidad de la lista que enfrentó a Piccinini en el 2008 y que estaba liderada por Paulón, integrada por activistas con relativa experiencia, algunos de ellos electos durante años para integrar la Comisión Interna de Acindar, activistas de la lista Marrón posdictadura, de la cual se separan definitivamente en el 2008, identificada con la CTA de Yasky y políticamente referenciada, por varios de sus integrantes, con el kirchnerismo. Con respecto a la ruptura, considero que hay continuidades y rupturas, pero que esas continuidades y rupturas se observan ya desde hace años y por los motivos que expliqué anteriormente, porque la continuidad debe ser de programas, objetivos, luchas, valores y praxis y no de nombres y hombres.

 AS: Es muy interesante lo que señalas como la falta de formación de cuadros por parte del grupo histórico de Piccinini, pareciera que se expresaron las limitaciones de un liderazgo «carismático”. Ahora bien, ¿estás sugiriendo que podemos vincular esto al giro político que toma Piccinini durante el retorno democrático de los 80, y la falta de una perspectiva política propia?

 ER: Primero considero necesaria una aclaración. Piccinini no fue el único líder de la seccional desde que la lista Marrón reasumió la conducción en 1984; entre el 2000 y el 2008 la seccional estuvo conducida por Victorio Paulón y, por un breve periodo de tiempo, hasta septiembre de este año, por Juan Actis. Además, concibo el sindicato y las agrupaciones como construcciones colectivas y, en el caso de la Marrón, también democráticas. Por lo expuesto anteriormente, considero que las responsabilidades son compartidas, aunque claro está, no todos tienen el mismo grado de responsabilidad. Con esto solo quiero dejar planteado, sin profundizar demasiado, el tema de la construcción democrática, participativa, con discusiones y búsquedas de consenso, con consultas a las bases, así como también el tema de la responsabilidad que deben asumir en esa construcción democrática de la organización todos los integrantes de la seccional, y aún más los de la Agrupación, de plantear la discusión política cuando disienten con la línea adoptada por la conducción. Estos mecanismos, sobre todo en organizaciones o líderes sobre los cuales se construyeron representaciones «progresistas, combativas, clasistas o populares” a las cuales es políticamente incorrecto cuestionar, así, el disidente mastica secreta, amarga y calladamente su bronca para que el «enemigo” no capitalice las críticas, y de este modo, se inicia un proceso en el que se inhibe la posibilidad de rectificar errores. En síntesis, advierto una evidencia empírica que consiste en la falta de una estrategia metódica y consecuente, a pesar de algunos intentos infructuosos, de formación de cuadros intermedios que se constituyan en el recambio generacional de los militantes históricos de la lista Marrón formados con el sistemas de valores, creencias, principios y prácticas que caracterizaron a esa lista en los setenta y que era advertida por los cuadros más reflexivos, tal como lo señaló Actis cuando la lista Roja asumió en el 2008: ahora la lucha es por la «cabeza” de los compañeros, en una clara alusión a la necesidad de promover la formación teórica y política, por lo menos, de los militantes y activistas. Realizadas estas aclaraciones, intentaré responder la pregunta. Alberto Piccinini participó o promovió diversas iniciativas político sindicales. La primera de ellas fue inmediatamente después del Villazo. En efecto, el 20 de abril de 1974 se convocó a un plenario nacional de Gremios y Agrupaciones Combativas con el objetivo de forjar la unidad y la solidaridad de la clase obrera, coordinar las luchas dispersas y fragmentadas desarrolladas por el movimiento obrero contra los enemigos comunes (la burocracia, los aspectos más impopulares gestados por Perón en su tercera presidencia -Pacto Social, ley de Asociaciones Profesionales y de Prescindibilidad y la política represiva- y la burguesía) y por la democracia sindical. Con la recuperación democrática, Piccinini integró el Encuentro Nacional de los Trabajadores (ENTRA), impulsados por los radicales, y promovió el Centro de Estudios y Formación Sindical (CEFS). Según Giginer y Pieretti, el CEFS constituía «un espacio de formación de toda la dirigencia sindical local, docentes, ferroviarios, obreros y supervisores metalúrgicos, empleados estatales: un nutrido y policromático grupo de trabajadores se da cita en el espacio de formación político sindical, y experimenta momentos de intercambio con trabajadores de distintos lugares del país”. También durante la presidencia de Alfonsín escribe en la revista Entre Todos -publicación que en ese momento tenía una propuesta plural y basista y en la que colaboraba un nutrido espectro progresista- germen y órgano de propaganda del posterior y más radicalizado Movimiento todos por la Patria. Más tarde fue uno de los principales fundadores de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Durante la presidencia de Menem fue electo convencional constituyente por el FREPASO y en el 2001, diputado nacional por el ARI. Luego de este breve recuento de la participación de Piccinini en la construcción de diferentes instancias políticos sindicales considero que habría que reformular la pregunta ya que considero que es más significativo interrogarnos sobre la carencia de una propuesta política alternativa de y para la clase trabajadora que si a Piccinini le faltó una perspectiva política propia. Esto nos remite a la unidad de la lucha de clases del proletariado y a las fricciones que aparecen entre la lucha sindical y la política, en palabras de Lenin, «la lucha económica (lucha contra determinados capitalistas o contra grupos determinados de capitalistas por el mejoramiento de la situación de los obreros) y de la lucha política (lucha contra el gobierno por la ampliación de los derechos del pueblo, es decir, por la democracia y por la ampliación del poder político del proletariado. (…) Ninguna lucha económica puede aportar a los obreros un mejoramiento estable (…) si los obreros no poseen el derecho de organizar libremente sus asambleas y sindicatos, editar periódicos propios, enviar sus representantes a las instituciones representativas del pueblo. (…). Y para obtener estos derechos es necesario llevar a cabo una lucha política”. (Lenin, V.I. Lucha sindical y lucha política. Bs. As, Anteo, 1986, pág. 56-58). En igual sentido, Rosa Luxemburgo señala que «no existen dos luchas distintas de la clase obrera, económica una y política la otra, sino una única lucha de clases, que apunta a la vez a la disminución de la explotación capitalista dentro de la sociedad burguesa y a la abolición de la explotación junto con la sociedad burguesa”. Esta es la carencia más significativa del proletariado argentino, no de Piccinini, la desconfianza que condujo a casi la prescindencia de la lucha política tal como la plantean Lenin y Rosa de Luxemburgo.

 AS: Aunque, como decís, Victorio Paulón no fue parte del primer grupo de La Marrón luego se incorpora plenamente como parte del grupo de Piccinini en los años 80 y 90. ¿Qué fue lo que origina la separación entre los dos dirigentes y la división en dos listas en 2008?

ER: A principios de febrero de 2008, dos jóvenes obreros de una empresa contratista, Alfredo Dianda y Nicolás Correa, estaban realizando una reparación en el horno 4 de Acindar y se produjo una explosión que les provocó la muerte a las pocas horas. Este hecho puede señalarse como el inicio de la fractura entre Alberto Piccinini y Victorio Paulón que derivó en la presentación de dos listas diferentes para las elecciones de comisión directiva de la seccional que se realizaron ese año. Acindar ordenó comenzar a trabajar en el horno 4 solo tres horas y media después de su paralización. Esto violaba y modificaba unilateralmente el protocolo acordado con la Comisión Interna por el cual se debía esperar 24 hs para iniciar esas tareas. Si bien la responsabilidad de esas muertes recae fundamentalmente en la voracidad de Acindar, empresa que instrumentó políticas para incrementar la productividad en detrimento de la seguridad de los trabajadores, Piccinini también responsabilizó a los representantes de los obreros, quienes debieron oponerse tenazmente a la iniciativa patronal. A esta crítica inicial se sumaron otras. Piccinini también advertía un proceso de burocratización en el sector que apoyaba a Paulón, el cual se evidenciaba en la falta de consulta a las bases y toma de decisiones en asamblea para resolver los temas importantes que involucraban al conjunto de los trabajadores. En este sentido, las críticas apuntaban a la forma en cómo se decidió la construcción de la nueva sede, el anfiteatro y el auditorio así como la compra del Sanatorio Rivadavia. En este último caso se cuestionaba la objetividad de la encuesta realizada para relevar la opinión de los trabajadores, opinión que se consideraba, fue manipulada arbitrariamente para obtener el apoyo obrero a la iniciativa. Otras críticas estaban vinculadas con el avance en Acindar de la precarización y de la flexibilización laboral, la pérdida de estabilidad laboral «“puestos efectivos- y, por lo tanto, un incremento de la terciarización y del personal contratado. A todo esto se sumaba una estructural pérdida absoluta de puestos de trabajo, progresiva desde la década del setenta. También planteaban la necesidad extremar el control obrero de los importantes ingresos de la Mutual Metalúrgica. Por último, Piccinini también abordaba la situación desde una perspectiva personal y afectiva, según la cual él había integrado a Paulón a la UOM Villa Constitución, motivo por el cual esperaba de Victorio un mínimo de lealtad y una mayor dosis de gratitud.

 AS: En cuanto a la victoria electoral de la Lista Azul, relacionada por Victorio Paulón y la CTA Yasky. ¿Se puede leer este resultado políticamente, como un respaldo político de una parte de la base de los trabajadores al gobierno?

 ER: En absoluto. Tanto el Diario Página 12 como Victorio Paulón fueron como mínimo escasamente prudentes al intentar nacionalizar los resultados de la elección en la seccional local de la UOM, esas elecciones en ningún momento se plantearon como un referendum para aprobar la gestión de Yasky ni tampoco para establecer el nivel de aprobación del gobierno nacional, por lo tanto considero incorrecto que se pretenda considerar que esta elección refrendó a un sector de la CTA o al gobierno nacional. Ahora bien, es cierto que tanto Victorio Paulón como un sector importante de la lista Azul se identifican con el sector de Yasky y con el gobierno de Cristina Kirchner y la Lista Marrón, en las anteriores elecciones de la CTA había apoyado al sector de Micheli. Pero que no se puede trasladar mecánicamente la elección de la seccional al nacional de la CTA lo demuestran las elecciones anteriores, en donde a pesar de que la lista Roja de Piccinini ganó por un margen mayor de votos y apoyaba a Micheli, en las elecciones locales de la CTA fue derrotada. En esta elección, tanto como en la anterior, considero que hubo muchos votos castigos, y esos votos son muy aleatorios y volátiles. La lista Azul ganó tanto por aciertos propios como por errores ajenos. Sería suicida considerar todos esos votos recibidos como propios, solo una gestión democrática, participativa, transparente, amplia, respetuosa, eficiente, idónea y de defensa férrea de los intereses integrales de los trabajadores los convertirán en votos «cautivos” o leales.



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