03/01/2006

«Cromañón favoreció el monopolio de las grandes empresas al instalar la idea de que el rock independiente es peligroso»

banda.jpgEn el marco del primer aniversario de la masacre sucedida en República de Cromañón hace un año, y en medio de los actos conmemorativos en el Obelisco, en Plaza de Mayo y en Once, ANRed dialogó con Pablo Wehbe, voz de Aztecas Tupro, una banda de reggae independiente. En la entrevista, el cantante nos habló acerca de los efectos de Cromañón en la música under, de los manejos políticos y económicos de funcionarios y grupos empresariales y a su vez de la contracara de estos sucesos: la unión de distintas bandas en el Movimiento de Músicos Unidos por la Resistencia (MUR).


A pocas cuadras del Obelisco, en donde se realizaba un acto en memoria de las víctimas de Cromañón encabezado por padres y otros familiares, en un bar perdido en el ajetreo continúo de las calles de la ciudad, tenía lugar la prolongación de la cadena causal de lo que ocurriera en el barrio de Once un año atrás: Pablo Wehbe, un músico del movimiento under porteño, reflexiona y cuenta la metamorfosis de las bandas independientes.

Aztecas Tupro es una banda de reggae, con influencias de otros estilos como lo son el blues, el ska, el rock, el reggamufin. Tienen en su baúl de consagraciones dos CD grabados de manera independiente y un cúmulo de experiencia que solo da la perseverancia y el gusto de hacer lo que da placer. Logros que, como tantas otras bandas, han conseguido a fuerza de lucha, de remar en un río revuelto por los manejos de las grandes compañías musicales, de presiones de burócratas obstinados en empantanar el recorrido, de ambiciosos comerciantes que buscan exprimir el jugo al talento de miles de músicos.

Los integrantes de Aztecas, además de Pablo Wehbe, en voz, son Daniel Bosco en batería, Fernando «el tumba» López en percusión, Horacio Antela en teclados, Federico Fasa en guitarra y Sebastián Lara en bajo. Pero estos músicos, además de formar parte de una banda, conforman otro movimiento que excede el mero grupo.

Junto a otras bandas (de todos los géneros y estilos) integran el Movimiento de Músicos Unidos por la Resistencia, anteriormente llamado Unidos por el Rock.

Pablo Wehbe relata que «algunos años atrás, allá por los 90, sucedía algo bastante particular: hubo un boom de bandas independientes. En una misma cuadra tenías varias, una verdadera proliferación, ayudados por la situación de poder comprar instrumentos con muchas facilidades. Y lo que pasaba hasta hace poco es que vos te mirabas mal con los otros, quizás por una cuestión de envidia, de que cada uno se preocupaba por sí mismo. Lo que sucede a partir de Cromañón es importantísimo, tiene una contracara y fue juntarnos en el MUR, Movimiento de Músicos Unidos por el Rock. Ahora pasó a ser Unidos por la Resistencia. Nos parece mucho más amplio ese nombre».

 ANRed: ¿Qué viene a representar el MUR?

 PW: Empezar a reconocer una problemática común que teníamos todos los músicos. Todos nos topamos con las mismas piedras en el camino, lo triste es que haya tenido que pasar esto. Cromañón fue una tragedia. Con respecto a lo formal, el MUR es un espacio que construyen los músicos porque en realidad hay un sindicato de músicos que es el Sadem, que nunca nos representó y que de alguna manera siempre le dió la espalda al rock, y el MUR viene a ocupar este espacio.

 A: Hace pocos días en Plaza de Mayo se organizó un recital con distintas bandas como forma de protesta y de lucha. ¿Qué relación tiene con Cromañón, cómo afectó esto a Aztecas Tupro?

 PW: Nos afectó totalmente, como a todas las bandas independientes. A partir de Cromañón se hizo más evidente nuestra situación. Favoreció el monopolio de las grandes empresas al permitir que se instale la idea de que el rock independiente es peligroso.

 A: Es el discurso que se pretende legitimar.

 PW: Claro, el rock independiente dice cosas y lo que se masificó es esta cuestión de que el rock es sólo un entretenimiento, y el rock no es sólo eso. Mucha gente a partir de Cromañón se enteró de muchas cosas que pasaban. Nosotros esas cosas ya las sabíamos hace diez años. Tenemos hechos 500 shows en los cuales era frecuente tocar en lugares donde las condiciones no eran las óptimas, donde no había una seguridad garantizada. Todo eso siempre estuvo presente. Nadie se interesó. Te pongo un ejemplo frecuente: es como un tipo que labura en una oficina en Puerto Madero que nunca se va a tomar el tren que va a de Once a Moreno, entonces el tipo no sabe si eso es peligroso o no y acá pasó un poco lo mismo. Y nosotros no es que tocábamos en esas condiciones porque queríamos, era lo que teníamos. A partir de esto cerraron todos los lugares que había. Ahora acceder a un lugar para tocar es muy caro, nos resulta carísimo producir una fecha.

 A: ¿Cómo hace una banda como la tuya que ya tiene diez años de vida y otra que recién empieza para seguir tocando ante esta nueva situación?

 PW: Nosotros tenemos la suerte de tener 10 años y tener una experiencia que nos permite ir más allá de lo difícil que es la cosa ahora. Podemos de alguna manera idearla y poder llevarla a cabo, pero bandas más chicas no tienen acceso a esto. Una cosa que pasó es que se cuadruplicó el precio de lo que sale alquilar un lugar para una fecha y vos no podés cuadruplicar el precio de la entrada porque no te va a ver nadie. Entonces acceder a eso es cada vez mas difícil y, de alguna manera, se está muriendo el under porteño que en toda la Argentina siempre fue un movimiento recontra groso. Yo creo que muy pocos países de Latinoamérica tiene esta movida cultural. En el under está la visión más pura de lo que se refleja, esto está cuando tocamos, y es donde la gente se puede identificar. En una banda consagrada importa más el tema del corte que venda. El under siempre tuvo la característica de decir las cosas como son, sin filtros.

 A: Vos que llevás tiempo en esto, que lo vivís cotidianamente, ¿creés que esto puede llegar a revertirse?

 PW: Pensá que Telerman, el nuevo Jefe de Gobierno, es socio de Popart. La Trastienda la tienen ellos, a los tipos no les conviene que esto cambie. Va a ser muy difícil un cambio. Para colmo en mucha gente se instaló esta idea de que los recitales son peligrosos, que la música es peligrosa, de que cierta música es peligrosa, y que los responsables son los músicos. Y lo real, como te decía antes, es que yo no tenía ganas de ir a tocar a un lugar donde llovía el techo, en lugares donde me decían que no toque las columnas porque me quedaba pegado, son un montón de cosas. Cromañón dejó en evidencia un sistema de coimas, todos los lugares estaban arreglados, sino por qué estaban habilitados. O de golpe ahora se dieron cuenta de que eran peligrosos. Pudieron haber pasado mil cromañones, pudo haber pasado mucho antes y la responsabilidad no es de los músicos.

 A: ¿Cómo se financia un CD en bandas independientes?

 PW: Nosotros lo hacemos con nuestro trabajo. Por eso nuestra banda, que se formó en el 94, recién pudo grabar en el 2002 el primer trabajo. Es un proceso largo, costoso, donde te tenés que encargar de todo. Lo bueno es que además de ser músico aprendés un montón de cosas: de diseño, de prensa, de periodismo, de management, de todo y la experiencia te va dando puntas y pautas para hacerlo de la mejor manera posible. Hay que exprimir la imaginación.

 A: ¿Qué experiencia o qué sensación te deja el MUR?

 PW: El otro día el MUR armó un recital en Plaza de Mayo con varias bandas independientes y algunas consagradas que apoyan la causa, y fueron 30 mil personas. Lo loco es que fue la primera vez que el rock independiente logra una cosa así y más en este momento. Antes una banda independiente si no pasaba por un festival esponsoreado por una marca era imposible tocar para esa cantidad de gente y poder expresarse. El MUR es una victoria y lo lograron los músicos independientes, solos y es una clara respuesta a que se quiera matar al movimiento under que está más vivo que nunca. Y para los que creemos en esto, lo under tiene que seguir vivo. Es una cosa muy importante lo que los músicos tienen para decir.

 A: Toma un tema que te parta la cabeza y contámelo, qué dice.

 PW: Hay un tema que se llama Boomerang, que aparece en Tallo, nuestro segundo CD, que frecuentemente la gente nos para para decirnos que tienen mucha identificación con lo que les pasa. Y dice más o menos así: «Lo que va vuelve, como un boomerang, dedicado a gente que nos hace todos los días la vida más difícil, los que te pegan en la calle, a los que reprimen, a los burócratas, a la gente que no te permite crecer, que no se olviden que lo que va vuelve, nada es gratis».

 A: ¿Quién escribe las letras?

 PW: Yo; los temas reflejan cosas reales, vivencias, son letras que hablan de lo que veo en la calle, son letras sociales. Pero también hay otras que hablan de viajes más internos. Sentimientos y sensaciones, visiones de lo que me pasó y de lo que veo.

 A: ¿El reggae sigue siendo un lugar contestatario? ¿Se enfrentan contra algún prejuicio a la hora de tocar?

 PW: A nosotros siempre nos catalogaron como banda de reggae pero no tocamos solamente reggae; sí es la columna vertebral de la banda, pero no somos puristas del género. No buscamos parecernos a una banda jamaiquina. Dejamos que se cuelen otras influencias y esto mismo pasa con otras bandas con las que nos sentimos más o menos emparentados, parte de la misma movida. Te podría nombrar a Andando Descalzo, Pampa y Acusa, a Caballito del 16, a San Camaleón; todas bandas que, más allá de tener un buen ritmo particular, permiten que se cuelen otras influencias.

Con respecto a los prejuicios, nos pasó de ir a buscar lugares para tocar y que al preguntarnos qué música hacíamos nos dijesen «No acá reggae no queremos. El otro día tocó una banda y estaban todos fumando porros». Hay una imagen parcializada que viene desde la crítica a la figura de Bob Marley, del rastafarismo, acerca de su relación con la marihuana. Pero eso era sólo una parte de su persona, y para mí ese era el punto menos importante. Eso es un prejuicio. El rasgo más importante era todo lo que decía, tener en cuenta su arte. El prejuicio no tendría que existir hacia ningún género musical. La música es arte y el arte tiene que ser libre. Que sea como quiera.

 A: ¿Cómo es la relación con el público?

 PW: Eso es lo que nos lleva a seguir adelante, nos satisface y nos llena, a pesar de no ganar dinero con esto. Que la gente se acerque y te diga: «Che, tal letra me levantó el ánimo», o que les hizo acordar a tal cosa, es decir, que se sientan identificados yo creo que eso paga todo el esfuerzo que se hace. Ahí es donde empezás a sentir que lo que haces es útil y que tiene un sentido.

Sin lugar a dudas el momento por el que está transitando la música que surge desde los distintos rincones de las calles de cualquier ciudad no es el soñado. Sin embargo, el sueño, quizá la utopía de poder cantar que tienen estas bandas, de poder oír que tenemos todos los demás, persevere a pesar de todo.

Tal vez bandas hoy en día relegadas del mercado, alejadas del canto hipócrita que ofrecen los parámetros del raiting de las grandes cadenas, puedan encontrar lugares adecuados para que experimenten tanto ellos como el público del mejor show; poder disfrutar de lo que la música como arte ofrece, en lugar de que se los excomulgue de la sociedad y se pretenda inculparlos por culpas ajenas.

Por lo pronto, para seguidores o inquietos, Aztecas Tupro se presentará el 7 y el 28 de enero en La Castorera, ubicado en Córdoba al 6327. Las entradas pueden conseguirse de manera anticipada por el valor de 8 pesos en Locuras Once, Flores, La Castorera y Lee Chi, o bien en la puerta por 10 pesos.

Por Nora Sánchez



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