16/06/2012

El Circo Manija del Frente de Artistas del Borda

tapaposta.jpg Transcurren Marzo y Abril del 2012. Los rumores de la privatización de los terrenos de los neuropsiquiátrico Borda, Tobar y Moyano merodean los medios de comunicación alternativos y las conversaciones en estas instituciones. Un centro cívico, trasladar la Jefatura de Gobierno allá, contratos millonarios con empresas constructoras. Macri y lo de costumbre, lo del sistema: Atropellar a los que menos pueden y menos tienen con los intereses puestos en la billetera.
En las paredes de las calles un escrito proclama «No al cierre del Borda”. En los pasillos internos y galpones otra proclama permanente emerge de la oscuridad: «No al manicomio”. Texto y Fotos: Facundo Nívolo para ANRed.


«El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”. Bertolt Brecht.

No al manicomio»¦ ¿Cómo es que no quieren el manicomio? ¿No era que estábamos preocupados por que se cerraba el Borda?

Un debate es el de resistir al desguace de las instituciones públicas y esa postura está incluida dentro de esta historia. El deseo de la gente que reclama es que no se venda lo público, que no se cierren los hospitales públicos, pero en ese que «no se cierre” subyace una realidad que el mundo de salud experimenta desde hace casi 50 años y que en la Ciudad de Buenos Aires debe lucharse, como sucede desde hace 28. Esa realidad es que el sistema de manicomios fracasó, y la respuesta que existe en muchísimas partes del mundo, e inclusive en Río Negro se llama «des-ma-ni-co-mia-li-za-ción”.

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Como las cárceles y las escuelas muchas instituciones del sistema pretenden normativizar, normalizar. El manicomio no es un caso aparte, sino el espacio que la sociedad le da a su locura, a los desechos que el sistema considera peligrosos y de escándalo público.
Quiene sufre de padecimientos mentales y entra en una crisis sufre el encierro, el aislamiento, la pérdida de sus vínculos sociales y casi siempre es sometida a violencia química. La institución manicomial, entonces, agrega padecimientos adicionales al que ya tenían las personas antes de ingresar, encontrándose así en un espiral que los hunde más y más. Nunca más cierto: el remedio es peor que la enfermedad.

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A la propuesta de inmovilidad y soledad se contrapone la propuesta desmanicomializadora, que tiene en el arte el arma ideal. Diversos talleres funcionan dentro del Frente de Artistas del Borda, y resulta que en ellos hay códigos implícitos de cada actividad que, de forma natural, invitan al compartir, a expresarse y recuperar la voz, y a mostrar las producciones artísticas, que es una forma de mostrarse y comunicarse»¦ Siempre hacia afuera.

El taller de circo, que es donde tuve la oportunidad de estar, siempre inicia con una asamblea. No es un dato menor. La estructura vertical de la institución se compone de un director, asistentes, técnicos. Lo que decide si la persona se «curó” o sigue siendo una «inadaptada social” es un alta médico, allí interviene un juez, también el médico del juez»¦

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En esa alta línea de roles los pacientes no tienen ningún lugar ninguna voz sobre las cuestiones a decidir, que curiosamente tienen que ver con el destino de su vida. Entonces, que la propuesta del taller implique semana tras semana, la construcción horizontal asamblearia, donde todos opinan, se expresan y toman decisiones, significa un ejercicio de vital importancia humana, aunque esto no se vea finalmente a la hora de la función.

En las imágenes que uno ve cuando camina los pasillos del hospital suelen repetirse las figuras inmóviles a contraluz; pero no eran seguramente los artistas de circo porque con respecto a esas 3 horas de taller, el trabajo se intensifica siempre semana a semana: un ejercicio para calentar, estiramientos, respiración, ayuda entre compañeros. También hay días complicados donde la tristeza le inunda la cara de algunos de los que participan de igual a igual: algún interno, de algún tallerista o un doctor; pero sin embargo se sube al trapecio, repite un ejercicio con la bola de contact una y otra vez, y la lucha contra las penas, contra el padecimiento parece que se puede ganar. La clava gira en el aire, una y otra vez, luego del décimo cuarto intento y cae en la mano.

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Hace unos días fui a esa función que dieron en el festival «Circo Abierto”. Como cualquier otro grupo de circo, los aislados de la sociedad tuvieron un espacio dentro del festival. Fue en el club de circo «redes”, de Villa Crespo. Minutos antes de empezar un flaco de la organización avisó que habían quedado 50 personas afuera. La sala estaba llena y el «circo manija” pudo estallar.

Me queda como reflexión final un ideal y una realidad. El ideal cuenta que las primeras experiencias en desmanicomialización implican un rol preponderante del estado para convertir al manicomio en un hospital multidisciplinario, para generar centros de día, para que la atención sea primordialmente ambulatoria. En Italia se crearon emprendimientos cooperativos con salarios base mensuales, inclusive los recursos económicos que gastó el estado fueron inferiores al que ocasionaba cada paciente internado. Algunas internaciones duran meses, otras años y otras»¦ irreversibles décadas.

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La realidad es que la experiencia desmanicomializadora en la ciudad de buenos aires se inició en 1984, y la falta de voluntad política hundieron ese intento. Hoy las confusiones entre leyes de salud mental nacional y de la ciudad hacen que muchas altas se den sin el estudio de cada caso, y sin la contención adecuada para saber cuestiones básicas como si el paciente tiene en donde vivir luego del tiempo que estuvo internado.

La semilla de la ideología desmanicomializadora es el Frente de Artistas del Borda, que sigue funcionando de forma autogestiva. En esa soledad y desamparo, van trabajando y ayudando gente. Hace tres años que funciona el taller de circo. Me cuenta Laura, una de las talleristas que al principio se iba angustiada por que los participantes no podían resolver cosas mínimas de sus números, como ocuparse de su ropa y sus accesorios. No se si sabe, pero uno de los internos me comentó la semana que le gustaba tanto el taller que creía ¡que había nacido para el circo!

El viernes pasado el club de circo redes no dejó nunca de aplaudir. Mientras guardaba mi cámara y me fumaba un pucho en la calle veía que la gente no se iba de la puerta. Seguían agradeciendo a los artistas y ellos a la gente, los aplausos, la obra, lo que compartieron.

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Experiencia autónoma, está de más decir pero lo digo igual, que si el estado interviniera como debiera, se remediaría algo del daño que causa esta política arcaica de salud mental y finalmente nos pondríamos al día luego de casi medio siglo de negligencia.

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Gracias a los compañeros del Circo Manija por abrirme las puertas.
Hasta la desmanicomialización siempre.

Texto y Fotos: Facundo Nívolo (2da.realidad@gmail.com )



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