04/06/2012

Loncopué, el pueblo de las sonrisas

MG_21741.jpgAyer Loncopué fue el lugar en el mundo de muchos y de muchas. Fue la fiesta, la alegría, la democracia, la libertad. El NO más grande a la megaminería, porque pudo expresarlo el 83% de la población. Por 8300 – Cooperativa de Trabajo para la Comunicación.


A unos 300 kilómetros de esta capital pasaron muchas cosas. Pasó la prepotencia y pasó la soberbia, la acostumbrada utilización del poder a la que pudo imponerse otro tipo de soberanía: la de las y los vecinos. En Loncopué, ayer, se hizo presente la democracia en su expresión más amplia, en la de hombres y mujeres que se acercaron a votar por una ordenanza que prohíbe una actividad capaz de terminar con sus recursos y con sus vidas. No besaron los pies del poder, tomaron el mando.

«Yo no tengo miedo”

Un acoso de volantes que invitaban a pasar del derecho a decidir decoraba la plaza principal. Gente tomando nota en las esquinas, miradas como flashes y advertencias de quienes bien recibían la visita de cada persona que se acercó a la escuela 168 -establecimiento que ya no volverá a ser el mismo, ni el pueblo- escribían el guión de una película de mafia. Los punteros del partido que manipula esta provincia acechaban e inventaban los pretextos más ingeniosos para que las y los habitantes de Loncopué no se acercaran a emitir su opinión sobre la megaminería. En la esquina frente a la institución, un hombre se camuflaba tras un ventanal recopilando información en una libreta y hablando por teléfono.

Viviana Vaca, una de las integrantes de Vecinos Autoconvocados de Loncopué, fue la encargada de explicar qué venía pasando desde el día anterior. Las amenazas fluyeron por todo el pueblo, la idea de «paz y trabajo” asociada a la actividad cuestionada se repartió entre gran parte de las y los habitantes. Advertencias de quita de subsidios, mentiras asociadas a la no obligatoriedad del sufragio y hasta la llegada del ministro de Gabinete, Seguridad y Trabajo al lugar para defender los intereses de un ciudadano (prominero) fueron parte de lo que se vivió en el «mientrastanto” de la histórica fecha.

La bronca y la impotencia producida por la parte desfavorable de la jornada de ayer se fue opacando con las sonrisas que aparecían, algunas conocidas, por los pasillos de la escuela. Entre esas sonrisas, también surgieron los pañuelos blancos que llenan de orgullo y de confianza todo a su paso. «Vinimos con el deseo de decirle sí a la vida, no a la mina, y acá estamos; realmente sorprendidas porque la convocatoria que han hecho los compañeros tiene una respuesta hermosa, vemos que la gente quiere votar. Por supuesto que nosotras apoyamos el SÍ, nos parece que el agua es algo fundamental que hay que defender. Han dado un ejemplo de unidad y es una construcción durante tantos años de un pueblo que ha sabido organizarse. No es de un día para otro que se hizo esto, son muchos años con coherencia, con ejemplos de ayuda al otro y han dado estos frutos”, dijo Lolín Rigoni con su característico optimismo ante los aparentes imposibles.

«Lo que pasó con la dictadura militar y lo que está pasando con las minas es un genocidio porque de alguna manera se está matando a la gente. Parece que la vida no les importa y lo más lindo que tenemos es la vida. Nosotras, las madres, muertes no queremos, de ninguna especie, ni por el genocidio ni por la mina. Queremos la vida, disfrutar, no como esa gente que está llena de plata y todavía quiere seguir explotando y matándonos a nosotros. Estamos muy contentas de estar acá, porque esto que se ha hecho en Loncopué no se ha hecho en ningún lado, un pueblito de la Patagonia que ha acompañado toda la gente. Que sirva de ejemplo”, reflexionó Inés Ragni, impulsada por la idea de continuidad «genocidios/saqueos/resistencia” que había planteado el viernes Darío Aranda en la mesa debate sobre megaminería y contaminación ambiental. «Esto para el gobierno es un mal ejemplo, como ha sido lo de Zanón, pero a eso hay que hacerle frente. Y todo lo que podamos hacer los de afuera lo tenemos que hacer”, coincidieron.

Foto 8300web (Emiliano Ortiz)

Muchos vecinos y vecinas no quisieron responder por qué iban a votar, tal vez por miedo, tal vez por inseguridad. Sin embargo, también otros y otras expresaron palabras de tan alto vuelo como «elegir”, «libertad”, «salud”, «medioambiente”, «democracia” para terminar saltando a «felicidad”, «alegría” y «orgullo”.  Hubo también jóvenes pronunciaciones de confusión, como las de David y Doris, que iban a votar a favor de la ordenanza, pensando en sus hijos, pero con miedo por la supuesta falta de empleo que podría sobrevenir.

María Rosa Destefanis, integrante de la JuCon, comenzó a narrar su apreciación sobre la jornada con una frase contundente «yo no tengo miedo”. «Pienso que es un acto de desesperación. Creo que lo más importante hubiese sido que ellos el 4 de mayo, cuando correspondía que se presentara la mesa del NO, se presentaran. Para nosotros, los de la JuCon, hubiera sido una alegría que ellos también se presenten, porque en realidad este es un acto democrático y hay que dejar que el pueblo decida, ya sea por el SÍ o por el NO, por cualquiera de las dos cosas”, expresó refiriéndose a la falta de fiscales opositores a la ordenanza. «Yo creo que esto trasciende, va mucho más allá de esta lucha en contra de la minaría a cielo abierto, esta es una acción democrática que ya cobró importancia por acción democrática en sí. El pueblo tiene el derecho de vivir esta jornada con felicidad, con alegría, con las cuestiones que tienen que ver con una fiesta democrática. Es una manera de opinar, de decir, de decidir. Yo creo que es el único momento en que el pueblo realmente tiene voz, cuando vota”, concluyó.

Aldana Diez, presidenta de mesa, dijo sentir «mucha alegría”, aunque también «no me sorprende nada lo que han hecho, es más: me esperaba hasta más. Es la metodología que aplican, de tratar de comprar voluntades, de confundir, de mal informar, de desacreditar a los que estamos en toda esta movida. Y también creo que toda esa movilización que hubo en el último tiempo de la otra parte habla de la importancia y de lo histórico y grande que es toda esta situación del referéndum. Esto está yendo en contra de un modelo económico, en contra del sistema con las mismas herramientas del sistema, porque es una herramienta de la constitución. Está siendo usada para ir en contra de este modelo extractivo que es una política nacional, provincial, no sólo del país sino de Latinoamérica. Es una movida muy grosa, no es algo así nomás”. Definió a esta lucha como una «forma de hacer política sin partidos políticos, sin hacer política partidaria, que no es muy común en nuestro país. Toda esta movida tiene que ver con esto, con que no hay partidos políticos detrás. Hay toda una mezcla re interesante: política de los vecinos. Es política, pero no partidaria”.

Foto 8300web (Emiliano Ortiz)

Adriana Molini, otra de las involucradas en la pelea que vino dándose para llegar a esta instancia, dijo estar «feliz porque la mayoría ha demostrado que no tiene miedo”. «Feliz de que por fin se haya podido realizar, pero me preocupa que las personas que fueron elegidas para este gobierno le mientan a la gente. Han salido por todos lados y en los panfletos sobre que no se va a multar, no se va a sancionar, sabiendo que están mintiéndoles, que esa gente, por ingenua o porque no conoce las leyes, no hayan venido a votar. Luego van a tener que pagar una multa, que no se las van a pagar esos señores que han venido con mucha prepotencia”. Además, expresó su preocupación porque «los ministros digan que no es vinculante, que no es obligatorio, que no van a haber sanciones. Anoche fue a visitarnos gente de partidos gobernantes diciendo que no tenían que venir a votar porque iban a perder el plan. Esas personas van a tener que pagar una multa de doscientos pesos, que no se las van a pagar ellos”.

Si bien no fue posible hablar con ningún referente del Movimiento Popular Neuquino, sí se pudo entablar un diálogo con el concejal Gerardo Nisenbaum, del Frente para la Victoria cuya postura a nivel nacional es a favor de la megaminería. Sin embargo, el funcionario expresó que «nosotros vivimos en Loncopué, y más allá de que pertenecemos a un partido político tenemos pensamientos propios. Creo que sería fundamental que muchos de los dirigentes y muchas de las personas empezaran a pensar no sólo en el partido, sino también en la gente”.

«Viva la democracia”

La escuela se vació. Apenas las y los responsables de la votación y la poca prensa que estuvo presente pudieron permanecer en los pasillos de los que saldría un resultado posiblemente ejemplar. Las urnas pasaban de a una con resultados que asombraban por el panorama que se había planteado anteriormente, una multitud estaba en las puertas y cada vez que se abrían para anunciar el recuento de votos la alegría se filtraba en cánticos y bombos.

Foto 8300web (Emiliano Ortiz)

Todo indicaba que habría un final feliz cuando las mesas iban mostrando ya una cantidad favorable del 80%. No era esperanza, era confianza en el pueblo que alentaba desde afuera un resultado inminente.

Y llegaron los resultados. Loncopué necesitaba 1802 votos para decirle NO a la minería. 2125 personas votaron porque así sea. Participó, pese a las «advertencias”, el 72% de las personas habilitadas para votar, sólo 323 de ellas lo hicieron en contra de la ordenanza. Una lección al poder político y económico. Un ejemplo para todos los pueblos.

 

«Sí se puede”

La felicidad se adueñó de las y los habitantes de Loncopué, el pueblo ejemplo. «Sí se puede”, «no pasarán”, «si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”, «viva la democracia”, «vecino, vecina, la mina contamina” fueron los ecos que cubrieron con un manto de festejo a la localidad. El brillo en los ojos y la emoción en los labios no faltaron en ningún rostro de quienes rodeaban la plaza sin alejarse del sitio en el que todo acababa de suceder.

Dado que el Consejo (en donde se deberían haber resguardado las urnas) se encontraba cerrado, las y los vecinos se organizaron para quedarse en la escuela custodiando la prueba del triunfo en una muestra más de su unidad.

Foto 8300web (Emiliano Ortiz)

El concejal Carlos Camargo, uno de los impulsores de la ordenanza, expresó: «esto es algo importantísimo para nuestra localidad teniendo en cuenta que es una lucha que venimos sosteniendo desde hace cinco años con todos los vecinos. Primero éramos los fundamentalistas, los extremistas, y luego esto fue tomando forma, porque es una lucha completamente por la vida, para cuidar nuestro medioambiente. Esto es el coronario por la lucha que Loncoupé llevó adelante a lo largo de estos cinco años, a pesar de las amenazas, a pesar de que tenemos una provincia con actividad y gobierno pro minero. El pueblo ha demostrado con este 83% que no quiere megaminería, que no quiere megaproyectos que arruinen la vida de sus habitantes.  Es un ejemplo para todo el país, para todos los pueblos latinoamericanos, fundamentalmente para los que están cerca de la cordillera. A partir de hoy, Loncopué marca un punto de inflexión. A partir de mañana Loncoupé es otro pueblo que se lo va a respetar con una decisión soberana. Esto le va a servir a toda la República Argentina y a los gobernantes, para que entiendan de una buena vez que los emprendimientos megamineros son un desastre para el medioambiente”.

Por su parte, Viviana Vaca, emocionada, dijo: «estamos re felices, el resultado fue arrasador. Más del 70% de la gente vino a votar solita, caminando. El resultado fue el SÍ a la ordenanza por más del 80%, el 80% le dijo SÍ para cuidar la vida, para seguirla protegiendo y para no permitir que ninguna multinacional venga a saquear y contaminar el pueblo en que vivimos”.

Las y los vecinos consultados por las sensaciones que los habitaban en tan importante momento no se cansaron de usar la palabra «alegría”, «triunfo”, «felicidad” y «freno al gobierno”.

Loncopué es, a partir de ahora, el nuevo hito de la democracia. Hay que sostenerla, defenderla y acompañarla. Tomar el ejemplo, mantener las manos unidas. La megaminería es apenas una de las grandes bestias que acechan la vida de nuestros pueblos.

Fuente: 8300



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