La cultura no se tapa
La decisión del intendente neuquino de enterrar y demoler el histórico anfiteatro de la ciudad provocó una inusitada reacción y organización autogestionada de artistas y vecinos quienes, convocados vía Facebook, se unieron para revertir la medida y hasta recibieron la visita y el apoyo de Pérez Esquivel. Las redes sociales sirvieron para vehiculizar voluntades, unidas esta vez con palas, arte y una premisa básica: la cultura y la memoria no se pueden enterrar. Por ANRed Comahue
El Parque Central de Neuquén se ve distinto hace poco más de un mes. No sólo por las máquinas amarillas de la Municipalidad que, cada tanto, revuelven los escombros que ellas mismas han dejado. Ni los árboles que ya no están, o el patrimonio histórico que han derribado. Se ve distinto porque, desde hace poco más de un mes, se ha convertido en un espacio de resistencia y autogestión.
Es que, sin consulta previa y con violación de ordenanzas mediante, la Municipalidad de Neuquén demolió y enterró el histórico anfiteatro del Parque Central bajo el argumento del total abandono en el que estaba y con la contrapropuesta de convertir el lugar en un espacio verde. Y ante tal atropello, la reacción fue inmediata y espontánea.
Cuatro semanas, dolores de espalda, resfríos, insultos, cortes de luz, baldes, palas, carretillas, carpas y mucho más costó el desentierro del anfiteatro. Hoy, el Colectivo de Artistas y Vecinos Autoconvocados (C.A.V.A) -tal es el nombre que adoptaron quienes emprendieron la tarea- protege con celo el espacio recuperado y exhibe con orgullo, todos los fines de semana, festivales culturales para celebrar el arte local. Mientras tanto, piensan, repiensan y debaten, con las instituciones que aceptan su invite, proyectos para encontrar una solución definitiva al tema.
Podría decirse que todo comenzó con un evento en Facebook. Allí se convocó a un desentierro simbólico del anfiteatro para el domingo 29 de abril. Sin embargo, si algo tuvo de simbólico el encuentro, no fue el desentierro. Con palas, mazas y carretillas, cientos de artistas autoconvocados, estudiantes y vecinos comenzaron a despejar las toneladas de tierra con las que el municipio había tapado el anfiteatro. A poco más de un mes, el anfiteatro luce hoy completamente desenterrado.
Del movimiento de indignados españoles nada tuvo que envidiarle la experiencia neuquina. El trabajo se organizó en comisiones que se dividen tareas y que, ante todo, practican la horizontalidad.
El grupo de Facebook «recuperemos el anfiteatro del parque central», que fue creado el primer día de desentierro, ya supera los 11.000 miembros. Se ha convertido en un diario colectivo del proceso. Allí se suben videos, fotos, documentos -hay hasta un «manifiesto culturoso»-, información, opiniones y se comparten -y critican- las notas que publican los medios «tradicionales» sobre el tema.
«El Gato Negro» es el nombre con el que se rebautizó al anfiteatro, tras su segundo «nacimiento». La elección no tiene nada de arbitraria, ya que se debe al rescate de un gato negro encontrado entre los escombros el primer día de trabajo. El gato, ahora de nombre Anfi, había quedado sepultado entre los restos de las escalinatas y fue encontrado tras oír sus maullidos durante las primeras horas de desentierro.
Pasión covachera
El intendente, Horacio «Pechi» Quiroga, no se dejó intimidar por el rechazo masivo hacia su medida. Su argumento para defenderla es que el anfiteatro se había convertido en un sitio inseguro, utilizado principalmente como «baño público». «Queremos reconstruir el Parque Central para que sea un espacio público de excelencia, y para eso le faltan medidas. Entre ellas las que llevamos adelante que es desacovachar, porque pareciera ser que hay una gran pasión por tener covachas en cualquier punto de la ciudad», disparó y comenzó a proyectar un nuevo escenario, en otro sector del Parque.
Lo que no se tuvo en cuenta es que el anfiteatro forma parte del patrimonio histórico de la ciudad y está protegido por ordenanzas que establecen, dentro del Plan Integral de Usos del Parque Central, la reafirmación de su identidad como corazón verde, «respetándose su muy calificada morfología, que revalorizará los espacios para la cultura consolidados en el sector, como el Museo y el Anfiteatro”.
Acompañados
La ardua tarea emprendida por el C.A.V.A fue acompañada por otros sectores de la sociedad a partir de distintas iniciativas. Los concejales de la oposición, empujados por los artistas y vecinos, presentaron un proyecto de comunicación para solicitar al Ejecutivo Municipal la recuperación y reconstrucción del anfiteatro. El proyecto, que fue tratado sobre tablas en la sesión del jueves 10 de mayo, fue aprobado por 12 votos a favor, 4 en contra y 2 abstenciones. Quiroga, sin embargo, decidió hacer oídos sordos al pedido realizado por dos tercios del órgano legislativo.
A otro que desoyó el intendente -y hasta se atrevió a tildar de «desinformado»- fue al premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. El Nobel estuvo en Neuquén con motivo de la presentación de un libro en la Universidad Nacional del Comahue y se tomó un tiempo para festejar con los artistas la culminación del desentierro, el domingo 20. «Lo que ustedes están haciendo es muy importante para todos. Primero por la unidad, veo que los jóvenes están tomando la posta», declaró.
Quiroga, por su parte, dijo lamentar que Pérez Esquivel estuviera «poco informado» y reafirmó su voluntad de mantener su postura durante el acto por el 25 de mayo, en el cual también intervinieron miembros del C.A.V.A, marchando en el tradicional desfile.
Pese a tanto desinterés oficial, los artistas autoconvocados no parecen desalentarse. No tienen por qué. Neuquén, cuna del piquete y capital nacional de los Derechos Humanos, demostró una vez más que, si de política se trata, sobran las ideas. Pero, sobre todo, sobran las acciones. Pasen y vean.
