23/05/2012

Últimos relatos de secuestros, torturas y violaciones en los centros de detención platenses

tapa-579.jpgSe realizó durante el lunes una nueva audiencia del Juicio al Circuito Camps en La Plata. Hubo cinco familiares de desaparecidos y una víctima. Relataron las aprehensiones en las casas, las torturas con picana, los traslados y una violación a una detenida. Por Cobertura del Juicio al circuito Camps – Colectivo de Trabajo


Carlota Ayub de Quesada contó que su hija está desaparecida. Carlota ya se había ido a vivir a Barcelona y se enteró por su otra hija en el mes de Marzo del 78. Su marido fue perseguido y echado de su trabajo: «le habían puesto la ley de subversivo, por esa razón nosotros estábamos viviendo en Barcelona”, explicó. «No he obtenido por mi misma ningún dato (sobre mi hija) sino por otras personas, mi otra hija, los padres del marido de mi hija, por carta, por teléfono”, relató como para introducir la subjetividad de su relato. De ahí comenzó a volver al país una vez por año. Contó que realizó un Habeas Corpus y que fue denegado. «Hay testigos que la vieron en La Cacha” y agregó que algunas personas también la han visto por la calle.

Las gestiones también fueron en la ONU en Ginebra, en la Cruz Roja de París, en la universidad francesa también, donde siempre escuchó distintos rumores de su hija.

«Hay cartas de Camps pidiendo por varias personas, entre las que estaba mi hija y siete personas más”, contó. Eran dirigidas del Jefe de la Policía hacia Suárez Masson, «son muy importantes porque certificó que estaban vivas”, aclaró. Otros de los nombres eran: Mainer, Salomone, Garcia Cano, Moretini, Quesada, Hiriart, Moncalvillo. En una de las cartas Camps dice que estaban en la Brigada de Investigaciones, y que «han cesado su colaboración”, además solicitaba una gestión para su alejamiento del país”, finalmente ratifica esto en Noviembre de 1977.

Hubo un médico («el Sr. Dearsi”) que dijo que había visto a la chica en estado avanzado de embarazo. «Busco una hija que se llama Quesada…nosotros dimos sangre para que se coteje con quien sea nuestro nieto…no pretendemos usurpar la identidad sino simplemente que un juez le de su verdadera identidad…vamos a seguir estando, yendo a la plaza, dando conferencias como estas”.

Su madre militaba «para mejorar las condiciones de habitabilidad de Berisso”

María Julia Berzi es la hija de Gabriela Quesada y Luis Berzi. Ambos eran militantes montoneros. Contó que se crió con los abuelos paternos, «a mi papá lo mataron el 9 de Noviembre del 76, en una cita cantada… estaba con su compañero Bettini y fue muerto por un integrante del grupo de tareas que felizmente fue detenido recientemente: Garachico”, contó con un dejo de orgullo. Explicó además que sus abuelos pudieron recuperar el cuerpo de la comisaría.

Su madre militaba en Berisso, «trabajaba con gente que tenía luchas populares, la gente de las fábricas o la gente de los barrios de emergencia”, y agregó que «trabajaba para mejorar las condiciones de habitabilidad de Berisso”. Gabriela Quesada era además estudiante de Antropología. Cuando asesinaron a su esposo, le dijeron que se vaya a España, pero «ella lo desestimó por la convicción absoluta de lo que estaban haciendo”.

Para Marzo del 77, la familia perdió el contacto con Gabriela y ahí «presumieron que fue secuestrada”, y hasta fin de año no lograron saber dónde estaba detenida, aunque sí tuvieron distintos datos.

Contó que un día estaban en la puerta de su casa, frente a la sede de la Side, en 55 entre 7 y 8, y relató que «ella estaba en un auto y le permiten bajar y compartir unos minutos con nosotros; yo tenía 2 años y mi hermano 4″³. Relató otros dos contactos que tuvieron con su madre: «Recibimos un llamado para el cumpleaños de mi hermano en Junio, dijo que estaba bien”, contó y la tercera y más fuerte fue cuando el 15 de Septiembre era el cumpleaños n° 3 de María Julia, y les avisaron que iba a ir a visitarlos: «mis abuelos le pidieron a una vecina que a tal hora toquen timbre en casa para que haya algún testigo, (su madre detenida) vino a casa con dos personas de civil, se presentaron como teniente Aguirre y Ocampo… fue una situación terrible”. Su abuelo, que era ginecólogo, vio allí que su hija Gabriela estaba embarazada de 7 meses aproximadamente.

«Durante algunos meses nos dijeron que la iban a mandar a España. Después de Noviembre no hubo mas registros ni contactos, y con los años supimos que estuvo en La Cacha”, relató su hija María Julia.

«Yo me he pasado los últimos 15 años de mi vida tratando de cerrar el agujero negro que significa la incertidumbre que genera la desaparición de una persona, a nosotros nos privaron de ellos, a mis hijos y sobrinos de sus abuelos nos robaron una casa”, concluyó María Julia.

La secuestraron cuando estaba amamantando a su hijo de 7 días

En 1977 Amalia Chambo se encontraba viviendo en City Bell con su marido, tenía un hijo y estaba embarazada, por esos momentos pensaba volver a La Plata para atenderse, y «estaba reestableciéndome para volver a Necochea”, pero el 7 de Febrero cayó la patota en su casa. «Yo estaba amamantando a Juan Pablo que ya tenía 7 días, me hicieron dejar el bebé, gracias a dios”, comenzó relatando Chambo. «Me dijeron que eran de las Fuerzas Conjuntas, me llevaron en un Torino blanco”. Relató además que la tabicaron y esposaron, y que llegaron a un lugar en La Plata con un garaje, y la llevaron a un calabozo con otras tres personas.

«Todos los días nos pedían los nombres, yo estaba con Alesosky, Corona, Patricia de Simons… siempre con maltrato, amenazas”, explicó. Contó además que Patricia la ayudó mucho, la contuvo, no se conocían pero ambas eran de Necochea. Luego apareció Pablo Mainer, con quien se habían criado juntos en City Bell. Relató allí que un día este compañero le consiguió un sacaleches porque se le estaba produciendo mastitis (un término médico que se refiere a la inflamación de la glándula mamaria, que en los peores casos puede llevar a la muerte).

Relató además que desde allí se escuchaban las torturas, «un día trajeron a alguien y lo colgaron, porque yo escuchaba bájenme!’”, explicó. Y contó que escuchó una conversación de los represores que los custodiaban: «a mi mujer la cagué a palos, a mis hijos también, me estoy volviendo un animal”, relató Amalia que fueron las palabras de sus victimarios, y agregó «entre ellos, la violencia crecía”.

Un día, Amalia y otros cautivos fueron metidos en bolsas de papa arriba de un auto: «ese día no nos dejaron tomar agua y nos llevaron a un campito”, comenzó esta parte del relato. «Cuando llegamos me bajaron y había una radio muy fuerte como tapando los sonidos de tortura, me hicieron entrar a un lugar esposada y tabicada…yo estaba muy segura de lo que soy y lo que no…cuando el que me iba a interrogar me dijo ‘vamos a zarandearla un rato’, yo por debajo de la venda veía los cables y escuchaba los ruidos, me estaban quitando la ropa, me preguntaron por qué estaba sangrando…yo le dije que ellos sabían porqué, porque había tenido un hijo…yo le dije que me digan la causa (de porqué estaba secuestrada)…me dijeron que yo era la jefa de sanidad de montoneros, yo le dije de dónde lo sacaron, me nombraron gente que yo conocía de la facultad…yo seguía con mi postura, me dijeron que me estaban grabando y que si yo decía algo diferente a lo que había dicho, me mataban ahí nomás…me preguntaron por la prima de mi ex marido, Graciela Sagues, yo le dije que si la conocía, me preguntaban por Uchanscky y de mi ex marido…yo le dije que estaba cumpliendo guardia en la costa…me siguen acusando, me empezaron a hablar del Derecho, de Kelsen y la Teoría Pura…bueno le dije ‘si vos sos tan hombre de hacer algo con relación a quien es inocente…’, ahí dice ‘dame el arma’ …y ahí me dice ‘pará, pará, qué dijiste?’…yo lo repito…ahí dejaron de torturarme físicamente, yo deliraba, hablaba de derecho y ética…me torturaron toda la vida psíquicamente”, así fue el relato tortuoso de Amalia en el Campo de Arana.

Luego fue nuevamente trasladada al Centro Clandestino anterior, y varios de sus compañeros de cautiverio ya no estaban. «Un día me llevaron a una especie de patio, me amenazaron y me golpearon bastante”, allí cuenta que escuchó que la golpeaban en el oído a Claudia o Silvia Favero («la hermana del músico”), y por lo que ella misma decía, estaba hecha «una morcilla” por los golpes.” Finalmente un día de mucha lluvia la llevaron hasta Plaza Italia y la liberaron.


Raúl Reydo luchaba por la jornada de 6 horas en YPF y fue «vendido” por el propio gremio

Jorge Ricardo Reydo y Adriana Edith Reydo son los hijos de Raúl Reydo, quien era un trabajador y gremialista de YPF. «Estaba con un grupo de trabajadores por recuperar las 6 horas de trabajo”, contó orgulloso su hijo Jorge. Agregó que su padre estaba enfrentado a la conducción del gremio, en ese entonces YPF estaba a cargo de un Teniente Coronel. El 20 de Mayo del 77 alrededor de 30 efectivos irrumpieron en su casa de 30 N 664 a las 11:30 y arrestaron a su padre, que tenía 42 años. «Mi padre se había ido 30 días a Corrientes para desinflar la situación porque había recibido amenazas, nos íbamos a ir a Australia pero decide no irse”. Y agregó que durante esos días «veíamos continuamente gente que preguntaba y decían que pertenecían a ENTEL, coches estacionados en la esquina de casa, o que me perseguían cuando iba al colegio, gente de civil que veíamos constantemente… le contamos que habíamos visto movimientos, gente subida arriba de los postes, gente que merodeaba, y mi padre dijo que no iba a ir a trabajar ese día porque sabía que algo iba a pasar”. Ese día su padre fue secuestrado de su casa. «Ingresé a mi casa y estaba mi mamá llorando, destruida, la casa dada vuelta, los colchones cortados”.

Días después realizaron una denuncia en la Comisaría 4ta, donde quienes le tomaron la denuncia habían participado del operativo: Cuartuccio y Gonzalez. Luego realizaron algunas averiguaciones. Un día su madre reconoció en la tapa del diario El Día a uno de los captores, era Presti, acompañado de Camps y Etchecolatz durante un acto. Relató además que fueron visitados en su casa tres veces por grupos de tareas, que seguían requisando la casa. Luego se mudaron y «la situación comenzó a ser más tirante”, relató.

«Recabamos que mi padre fue llevado a la BILP en 55 entre 13 y 14, estuvo un tiempo ahí y luego pasó al BIM 3 en 122, y que su último destino fue La Cacha”, resumió. Contó que enviaron distintos Habeas Corpus y que todos les daban en forma negativa. También intento conseguir trabajo en el SUPE y en YPF, pero al reconocerlo, se lo negaron. «Creo que quien había entregado a mi padre eran los gremios”, acusó. También relató que se entrevistaron con el Monseñor Graselli quien dijo: «al negro no lo busquen más, porque el negro ya no está más”.

Adriana además agregó que su madre tuvo un encuentro con Diego Ibáñez, «mi padre era de la lista opositora…nos pidió que no lo buscáramos más porque podía ser peligroso, yo intervine, tuve un entredicho con él…me dijo que me iba a pasar lo mismo que mi padre”, relató la mujer.

Dos meses después de esta entrevista, Adriana fue abordada a dos cuadras de ahí por un camión del ejercito, «me gritaron ‘alto ejercito’…me pusieron contra la pared, me arrancaron un aro, me pegaron fuerte y yo grite muy fuerte y un grupo de estudiantes vinieron corriendo…ellos como el jeep estaba en marcha se fueron…yo tenia 15 años”.

La mujer relató que un día, volviendo para La Plata, a fines del 82, se sentó una persona al lado suyo, que tenía muchas marcas, «yo le pregunte si había estado detenido…me dijo que sí…su nombre era Luis Lascano, tenia una imprenta cerca de la Bilp…cuando lo secuestraron, lo llevan ahí…me cuenta que tenía compañeros de cautiverio…le pregunte quiénes eran, me dijo Raúl Reydo…de Supe…yo ahí no podía creer lo que estaba escuchando, me dijo que estuvo con mi padre hasta julio de 77.. Le pregunté si de ahí tenia las torturas, me dijo que no, que los llevaban a Bim 3 por el lapso de tiempo y el ruido del tren…me dijo que a mi padre le aplicaban 5 veces por semana la picana… cuando bajamos en 44 y 8 me presenté, se tuvo que sentar en la vereda y le pedí que por favor fuera a hablar con mi madre y él fue a hablar con ella”.

En Junio de 2007, Adriana tuvo acceso al archivo de la Dipba. Hay allí un seguimiento de su padre desde el 74, hay denuncias que hacían desde el grupo Mosconi, cuentan de la lucha gremial por recuperar las 6 horas, que eran respaldados por militantes del Erp; además desglosa toda la actividad gremial de Raúl Reydo; está la firma de quien elevaba estos informes. También hay un informe secreto que narra la desaparición del trabajador petrolífero, la denuncia hecha por su esposa en la Comisaría cuarta. Y en el folio 2 dice que «habiéndose detectado estos blancos se da la orden de que sean eliminados”.

Fue secuestrada por 32 días y pasó por Comisaría Quinta, Bilp, Robos y Hurtos, Arana y Pozo de Banfield.

Blanca Noemí Rossini comenzó su relato explicando que «es la tercera vez que declaro y lo voy a hacer todas las veces que sea necesario”. Estudiaba abogacía y «no tenia ningún tipo de militancia política y social”. Fue detenida el 7 de Julio de 1977 a las 7 de la mañana en su casa de City Bell. Entraron alrededor de 15 personas en su casa, armadas de civil, despertaron a toda su familia y se la llevaron a ella. Volvió a los 32 días. Fue trasladada a BILP y, luego de unas horas, a Arana.

Relató que en Arana fue llevada a un sector, y desnuda fue tirada al piso y picaneada. «Menos sabíamos, más nos torturaban… yo no sabía ningún nombre”, relató. Tras dos días ahí, fue llevada a la Comisaría Quinta.

«Una noche entraron un grupo de oficiales jovencitos. Entraron, nos hicieron poner contra la pared, uno dice ‘de las cinco cuál cola te gusta mas’…se llevaron a una odontóloga, cuando volvió la habían violado, volvió destrozada. Eso era en Comisaría quinta”.

De las cinco mujeres que estaban compartiendo cautiverio, las retiraron a Blanca y a Georgina Martínez, y las trasladaron en un camión hasta el Pozo de Banfield. Pasaron algunas horas allí, se pudieron bañar y lavar la ropa, y nuevamente las llevaron a La Plata, otra vez a Robos y Hurtos. Ese mismo día las llevaron a 13 y 32 y las tiraron en un pozo de obra. «Había dos o tres varones también ahí, nos dijeron que nos teníamos que quedar ahí hasta que no escuchemos los ruidos de los motores”, allí fue liberada.

Cobertura del juicio «Circuito Camps»

Desde el Colectivo de Trabajo, Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP, te invitamos a sumarte a la cobertura de este juicio a 25 represores por 5 centros clandestinos de la zona de La Plata. Escribinos a bondi.perio@gmail.com



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