09/05/2012

Circuito Camps: Estela de Carlotto relató la búsqueda de su marido y contó que el Ejercito la fue a buscar

En la audiencia del martes 8 de mayo, Estela Birnes de Carlotto se centró en su primer búsqueda en la dictadura ante la desaparición de su esposo Guido; relató también cuando el Ejército la fue a buscar pero no la encontraron en su casa. Por Cobertura del Juicio al circuito Camps – Colectivo de Trabajo


Su esposo Guido Carlotto fue secuestrado el 1 de Agosto de 1977. Se tenía que encontrar con su hija Laura para hacer una mudanza; sin embargo ella no llegó y comenzaron las sospechas. Guido llamó a su esposa Estela y le dijo que algo había pasado, «me dijo que me quedara en el domicilio y él iba a la casa de ellos”. Su esposo no volvió, entonces Estela decidió ir con su hermano a la nueva casa de su hija Laura y «vimos algo escabroso, que fue la casa vaciada y ladrones comunes llevándose las cosas”. Allí comenzó a buscar a su esposo en comisarías y hospitales.

«En esa época no tenía la experiencia que hoy tengo y tenia la ingenuidad de que los iban a liberar… pero sabíamos que la dictadura secuestraba gente.”

Recordó que se contactó con una persona de la Universidad, «un hombre de ultraderecha que vendía libros a los estudiantes de esa inclinación política, que después supe su apellido Errecalde Pueyrredón, que era profesor y de la tendencia CNU, un grupo de ultraderecha”. Este le pidió 40 millones de pesos para poder tratar la salida de su esposo. «Vendí cosas, pedí prestamos y entregué el dinero”.

Estela vivía en un departamento de 59 entre 2 y 3 con sus dos hijos Guido y Remo, pero dormían en otra casa por precaución. «En el interín una vecina me avisó que había venido el Ejercito, que habían ocupado toda la calle y habían preguntado por mi. Esto fue el día 2 de agosto… yo no fui desaparecida porque no me encontraron en casa. Ni a mi ni a mis hijos”, relató.

Contó que llegó a hablar con el general Reynaldo Bignone, a cuya hermana conocía. «Muy tranquilo, me dijo: ‘Vio, señora, pagan justos por pecadores’ y me aconsejó que no entregara dinero.” Ya con su esposo Guido liberado, debió otra vez ir a ver a Bignone, por la desaparición de su hija Laura.

Guido Carlotto fue liberado tras 25 días, había perdido 15 kilos; «estaba en estado calamitoso de suciedad y físicamente destruido”, relató Estela. El hombre le relató que había sido llevado a «Cuatrerismo” en 55 y 14, era un lugar donde entraban todo el tiempo personas secuestradas, eran sistemáticamente torturadas y no estaban mucho tiempo. «Les aplicaban unas inyecciones muy costosas… la gente que la recibía caía vomitando casi muertos, y había llantos y clamor, sobre todo mujeres”, le había contado Guido a su esposa Estela Barnes.

Guido Carlotto falleció hace diez años «pero tuvo la fuerza de seguir luchando… se recuperó de una diabetes juvenil y tuvo parkinson”, contó. Nunca declaró en instancia judicial. «Pero es historia que las mujeres pudimos congeniar… lo hicimos para protegerlos, porque los militares eran machistas y decían que eramos tontas y locas…”, comenzó a enfocarse Estela en el rol de las Abuelas y Madres.

Relató la historia de un joven que asesinaron minutos antes en la puerta de la casa donde fue secuestrado su esposo. «lo conocía como compañero de Laura, no sabía su verdadero nombre, le decían bocha y yo le decía kamikaze porque tenia los ojos rasgados; él me decía que querían justicia social por un mundo distinto… Lo conocí y mas tarde me incorporé a un grupo de señoras que ya estaban juntas, me encontré con que ese chico era Daniel Mariani; ella (su abuela Chicha) conocía a mi hija sin saber su nombre y yo lo conocía a él sin saber su nombre. Después nos conocimos nosotras”.

La hija de Estela y de Guido, Laura se enteró luego del secuestro de su padre, «se dio cuenta que la estaban buscando”, formaba parte de Prensa de Montoneros; «ahí se fue de la Ciudad y pasó a la clandestinidad”.

A finales de noviembre de 1977 Laura fue secuestrada, embarazada de tres meses. Fue mantenida con vida en el centro clandestino de detención La Cacha, en la ciudad de La Plata, hasta el parto, producido en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978. El bebé permanece desaparecido.

La Abuela de Plaza de Mayo también se refirió a los bebés apropiados durante la última dictadura, como por ejemplo María Eugenia Gatica Caracoche, y remarcó que durante la dictadura se puso en marcha «un plan sistemático con adultos y con bebés”.

La defensa de los imputados no efectuó preguntas a Estela de Carlotto, quien se retiró aplaudida por el público que presenció la audiencia.

Una hija relató cómo fue la detención de su madre y el parto en cautiverio

Su mamá, Liliana Galarza, estudiaba Arquitectura y vivía en La Plata desde el 73; venía de Mendoza. Su familia que mantenía contacto con ella dice que el 1 de Septiembre del 76 pidió licencia y el 18 fue secuestrada en la calle y llevada a la BILP.

Sus abuelos (padres de la víctima) pidieron verla pero no tuvieron muchas precisiones, salvo que tuvo el parto por la noche y «fuera de los calabozos de la brigada, estiman que pudo ser en un galpón o un lugar trasero de ahí”, relató Maria Merceces, su hija. Se supo que estuvo al borde de la muerte por una infección. «Supe que cuando la atendieron me retiraron y después volví con ella”, cuenta María, ya formando parte de la historia.

«Nunca supimos porqué razones estaba detenida”, dijo. Los abuelos pudieron conseguir una autorización para llevarse la nena a Mendoza. Relató que tuvieron que entregar dinero a Von Wernich, y «suponían que mi mamá iba a tener como destino Chile”.

Por su parte Carlos Martín Galarza, hermano de Liliana Galarza también realizó su testimonio y agregó alguna información a la declarada por su sobrina. Se enteraron de la detención a través de la pareja de Liliana, Ricardo Molina. Vino a realizar gestiones a La Plata con el padre y estuvieron por comisarías, gremios, y el ámbito de la iglesia.

Recibieron una llamada de ella a mediados del 77 y a partir de ahí, sus padres pudieron visitarla algunas veces. Un día se volvieron a Mendoza con la nena.

A través de un contacto con Christian Von Wernich creían que a Liliana la iban a soltar; pero no sucedió.

Roberto Grillo le relató que estaba encargado de quemar los cuerpos en Arana

El siguiente testimonio fue el de Francisco Fanjul. Su hermano era médico y tenía 24 años; fue secuestrado cuando se iba a encontrar con Cristina Bustamente, primero lo llevaron a 12 y 61 («unidad regional de La Plata”), luego Comisaría Quinta y BILP, en esta última se contactó con un preso común que fue quien avisó a la familia de que estaba ahí. Luego fue trasladado a Arana, y «después tengo entendido que lo mataron”, concluyó.

Su padre y él (Francisco) realizaron varias gestiones y reuniones para tener noticias de él, así fueron reconstruyendo varias cosas.

«Estuve entrevistado varias veces con Roberto Grillo (uno de los 25 acusados), lo fuimos a buscar a la casa un día porque nos dijeron que el podía saber…lo habían jubilado por incapacidad, debería tener 25 o 26, el nos contó que había estado encargado de quemar cuerpos en Arana, que ponían gomas para disimular el olor”. Y agregó: «después de 30 años no se si lo podría reconocer era un chico rubio y de ojos muy claritos”.

Relató que en el 79, con el cambio de la cúpula militar, hubo alguien que dijo «esto va a provocar que maten a todos los chicos”, y concluyó la frase: «a partir de allí se cerró la información y no supimos más nada”.

«Vos no sos terrorista pero sí sos subversivo»

Eduardo Kirilosky fue secuestrado el 1 de Julio hasta el 8 de Agosto del 77. Llevado primeramente a Robos y Hurtos en 55 entre 13 y 14 donde pasó la mayoría del cautiverio, excepto «un par de veces que me llevaron a Arana, y de ahí volví a 55 hasta mi liberación”, relató ordenadamente.

En el segundo traslado a Arana fue sometido a picana eléctrica para interrogarlo. «Yo era militante de la Juventud Comunista”, y Eduardo había sido el presidente de un Centro de Estudiantes, y dejó de militar cuando finalmente lo gano la Juventud Peronista.

En Arana le dijeron que eran perejiles, y además le hicieron una clasificación particular: «yo les dije que no era subversivo, y me dijeron ‘vos no sos terrorista pero sí sos subversivo”. También recordó a los «colaboradores”: «Había un grupo de chicos montoneros que estaban trabajando para la policía. Uno de ellos estaba cuando me interrogaban, cuando me picaneaban…” y contó que algunos presos comunes les daban golosinas.

Además relató que «mi apellido fue motivo de cachetazos y maltrato… era un trato antisemita”.

«En Arana sí que se acordaron de nosotros”

José María LLantada, mencionado por el testimonio de Kirilosky, también fue detenido en Robos y Hurtos y luego llevado a Arana para volver después. Al comienzo los trataban bien, pero: «después si nos llevaron de vuelta al campito y ahí si se acordaron de nosotros”.

José María tenía 22 años, trabajaba en el Banco Provincia y estudiaba.

«Estaba este muchacho von Wernich, nos vino a ver un par de veces, decía que nos sacaramos el tabique pero nosotros no queríamos verlo, me dijo ‘soy fulano de tal’, hablamos un par de veces. La segunda vez yo me podía desatar y lo pude identificar. Delgado, cetrino, nariz aguileña, después lo vi en fotos y después lo vi en el juicio. Era von Wernich, que es el único que pude ver con seguridad”.

Después lo subieron a un auto con Kirilosky y otros y los dejaron detrás el Hospital Italiano.

Dos hermanas relatan sobre su hermano fusilado

Luego declaró Mónica Williams: Su hermano, Carlos Guillermo jorge Williams nacido en el 61, fue secuestrado el 17 de Septiembre del 76 a sus 25 años. Estudiaba Arquitectura. «Trabajaba muchísimo, jugaba al rugby y era una persona maravillosa”, relató.

Fue llevado a Comisaría Quinta. Presentaron Habeas Corpus y se entrevistaron con Graselli: «fue terrible más que nada por el trato de él, muy así de la ‘qué me importa’, ‘flaquita pasá’; supuestamente iba a tomar los datos y después nos iba a dar información”. En un momento Graselli les dijo «no lo busquen más, fue enterrado en Enero. «De la entrevista con Harguindeguy mi padre dijo que había dicho que no sabia nada”. Sus restos aparecieron en el Cementerio de Villegas.

Su otra hermana, Patricia, relató que su hermano le contó que jugaba al futbol en un equipó que se llamaba Evita, y que un tal Tony Jesus de la CNU lo había marcado. Por lo que le refirieron los testigos, en el último tiempo Carlos militaba en la Jup.

«Aquella mañana desayunó conmigo y se fue a trabajar al estudio de un profesor de la Facultad: Germani; el amigo lo ve salir en la moto y a partir de ahí ya no tenemos más rastros”, relató cronológicamente su otra hermana.

Cobertura del juicio «Circuito Camps»

Desde el Colectivo de Trabajo, Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP, te invitamos a sumarte a la cobertura de este juicio a 25 represores por 5 centros clandestinos de la zona de La Plata. Escribinos a bondi.perio@gmail.com



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