14/12/2005

«Somos under porque estamos por debajo del nivel de visibilidad»

Sentados en la vereda, bajo la noche y mientras se esperaba que comience la exhibición de «Mala Carne», ANRed pudo dialogar con uno de los organizadores del Primer Festival de Cine Underground, Goyo Anchou, quien también presentó dentro de este evento su opera prima «Safo», una historia en donde conviven, en medio de una atmósfera porteña y subterránea, noctámbulos errantes, travestis e invertidos de toda clase.


«Todos estos años se ha filmado bastante en los márgenes de la ley; o sea, que estas películas no existen para ninguna institución. No hay cosa menos inspiradora que ir a presentar un expediente al INCAA». De esta manera comienza la charla Anchou, destacando sin vueltas la marginalidad de estos films, lo que sin duda, los hace aún más atractivos, generando la sensación de querer verlos de inmediato.

Algo que, por fortuna, estábamos haciendo. Por eso, era hora de empezar ya con la entrevista. Así, después, se podía continuar mirando a estas verdaderas perlas antes de que vuelvan a quedar enterradas debajo de la tierra.

 ANRed: ¿Cómo surge la idea de crear este Festival de Cine Underground?

 Goyo Anchou: Es algo que se viene charlando desde hace muchísimo tiempo entre la gente que estudia cine, que junto a sus compañeros y amigos realiza una película con sólo 200 pesos o 300 pesos. Se hicieron muchos films de esta manera, sobre todo a partir del colapso de 2001. Dado que a partir de esta crisis, las perspectivas de futuro se cayeron y fue el momento de hacer lo que uno más quisiera. Fue como si hubiéramos dicho: el plan serio de vida no funciona, entonces vayamos a conquistar el mundo antes de reventar. Es más o menos, lo que pasó con la crisis del petróleo y las bandas punk en Inglaterra, que como no había futuro dijeron: » vamos a cantar». Bueno en el cine pasó algo similar.

 A: Ustedes filman sin ningún tipo de apoyo estatal: ¿esto se debe a un interés manifiesto o es producto del rechazo que reciben de las organizaciones oficiales?

 GA: Es que el rechazo ya se da por descontado. Son muchas las barreras para acceder dentro del sistema. Además es contrainspirador ponerse a pensar que te van a evaluar. Pensá que para presentar un proyecto al INCAA te exigen la realización de un guión y que luego es sometido a múltiples evaluaciones. Este es un modo muy estructurado de hacer cine, dado que desde hace 40 años esto se hace de manera diferente. Para concebir una película no es necesario previamente escribir el guión. Lo que sí hace falta, es tener la idea en la cabeza y que te pongas a trabajarla con tus amigos, para luego filmarla. Pero sin pedirle permiso a nadie, ni siquiera a los lugares en donde se va a filmar. Hay que meterse de prepo y listo.

 A: ¿Crees que el Festival de Cine de Buenos Aires es un verdadero espacio independiente?

 GA: En cuanto a lo institucional no es un espacio independiente. Tanto el Festival de Buenos Aires como el de Mar del Plata son espacios institucionalizados por el INCAA. Por eso, nosotros nos presentamos como «underground», para evitar una coalición con el término «independiente», que ya es un término estándar, en donde está metido un grupo de gente. Y si eso es ser independiente, nosotros no lo somos, somos under.

 A: ¿Y qué es ser under?

 GA: Somos under porque estamos por debajo del nivel de visibilidad. Nuestras películas no existen para la ley. Cuando se habla de cine independiente se habla de otro cine, que nada tiene que ver con el nuestro.

 A: En cuanto a las temáticas que abordan y a las estéticas que muestran, ¿qué crees que los diferencia de los demás festivales?

 GA: Nosotros somos totalmente anárquicos. Esto no es una escuela en donde se delimitan los temas o se piensen en hacer de determinada manera. Si es verdad que hay cosas que faltan, temáticas que todavía no fueron abordadas, como por ejemplo, ficciones de desaparecidos. Si se han hecho en documental, pero no de forma ficcional. Que por otra parte, ya fueron abordadas dentro de los marcos institucionales.

 A: ¿Se realiza algún tipo de selección para con las películas que integran el Festival?

 GA: ¡No, acá no hay selección! Estamos en contra de la selección. Esa es una noción ligada al top five de Clarín, en donde se pone un puntaje a la película. Nosotros somos un grupo de realizadores independientes que creemos que si bien nuestras películas no son perfectas, si se nos da la chance de poder mostrarlas, de qué circulen, de qué busquen su público, creen su cauce, dentro de cuatro o cinco películas más, podemos hacer obras excelentes.

 A: ¿Tienen pensado algún tipo de público al que quieran llegar?

 GA: No lo estamos buscando, pero eso es algo que se va a decantar solo. El otro día se estaba pasando mi película «Safo», la cual esta llena de travestis y putas, y había un grupo de «Rolingas» y yo pensé: estos van a sacar un «chumbo» y nos van a robar a todos. Pero no, todo lo contrario, ¡hasta aplaudieron!

 A: ¿Cómo surge la idea de filmar tu película?

 GA: Yo estaba dando clases de Historia del cine argentino en la Universidad de San Telmo con alumnos avanzados de la carrera y se me empezó a cuestionar que para que estudiábamos a estas películas arcaicas que de nada servían para poder aplicarlo en la actualidad. Entonces, surgió la idea de tomar una película del 43: «Zafo», de Carlos Christensen, para filmarla de nuevo, pero haciendo todo lo que no hay que hacer. Fue una manera de confirmar que se podía hacer algo con el cine clásico que fuera completamente antirreaccionario y la verdad que la destrozamos, tanto como cuando un grupo punk hace un cover de un tema clásico.

 A: Resumiendo, ¿qué le aporta este Festival a Buenos Aires?

 GA: Onda. Dinamiza el espacio. Que exista un mínimo de movimiento, de exhibición de todo el material que se está produciendo. Hace que Buenos Aires sea un espacio un poco más abierto y una tierra un poco más fértil para que esta actividad siga. Dado que si no existiera ni siquiera la posibilidad de ofrecer funciones gratuitas, en lugares marginales o raros, es imposible continuar. Porque el proceso de creación debe terminar en la exhibición, eso justifica a la obra.

 A: ¿Tienen pensado que estas películas además de ser mostradas en este Festival puedan seguir circulando?

 GA: Esa es la idea. Estos son cuatro días de prueba piloto en estos siete lugares que se coparon por la onda. Pusimos veintiún películas porque más era un delirio, pero quedan más de doscientas por ser exhibidas. Sí, invisibles y debajo de la tierra. La idea es crear una articulación entre todos estos lugares para que esto siga. Y si bien somos una organización horizontal sin jerarquía y dispuestos a desintegrarnos en cualquier momento, es verdad también que todo se está articulando para ser sostenido y que pueda entrar otra gente.

 A: Resulta paradójico que por un lado existan más de doscientas películas en los márgenes de todo y que no puedan ser exhibidas y que por el otro lado se haga una promoción infernal del crecimiento del cine argentino aludiendo a un record de películas filmadas y estrenadas

 GA: Es que hay un discurso oficial y otro verdadero. La situación es muy similar a lo que sucedía en la década del 60, en donde había gente muy joven que empezaba a hacer películas con el surgimiento de las escuelas de cine y había una política oficial que declaraba a algunos films de categoría A (exhibición obligatoria) y a otros de B (exhibición optativa). Por lo tanto, segregaba a las películas de los jóvenes realizadores que no eran del palo y quedaban afuera de la obligatoriedad de exhibición. En consecuencia, más del setenta por ciento de los directores de la generación del 60 tuvieron que dedicarse a otra cosa.

 A: ¿Y dentro del circuito oficial consideras que hay productos que valgan la pena?

 GA: Sí, por supuesto. Una cosa no quita la otra. Que se repartan la guita entre ellos no significa que no puedan hacer realizaciones buenas. El punto radica en que nosotros, desde las cloacas, podamos movernos. Que no podamos exhibir y que seamos invisibles, eso es negativo. Que existan dos niveles no es lo importante, porque nosotros tenemos onda y un día la gente se va a dar cuenta. La cuestión es que se pueda elegir, como lo hacen las personas que van a ver las revistas de Gerardo Sofovich a la calle Corrientes, pero que también saben que pueden ver obras off de gran calidad, que hay a patadas. Se pueden hacer dos esferas diferentes que no se molesten. Es más se pueden potenciar.

 A: ¿Por qué pensás que en el teatro pueden sobrevivir distintas alternativas y dentro del cine no?

 GA: Porque el cine está mucho más controlado. Como por ejemplo, por SADAIC que no te pierde pisada. Por eso, no cobramos entrada, para que no nos controlen. Dado que si viene un inspector a decir que X película es ilegal porque no se encuentra en tal expediente, nosotros le podemos decir que esto es gratis y él no nos puede decir nada.

 A: ¿Y con el tema del financiamiento cómo hacen?

 GA: Evidentemente ninguno de nosotros vive de la recuperación de estas películas. Trabajamos en el periodismo, la publicidad, otros en la gestión cultural o en la enseñanza. La financiación es totalmente silvestre, conseguimos la cámara, armamos la idea y por último:¡a filmar!

Fin del recreo. Nos esperaba «Mala Carne» una de las 221 películas que pudo escapar de su destierro y, como corresponde, no la íbamos a dejar pasar. Había que completar el último eslabón de la cadena, que, cueste lo que cueste, siempre debe terminar bajo la mirada del espectador.

Mariano Minasso



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