La herida abierta que no se quiere ver
En épocas donde la epidemia del dengue debería ser una preocupación para las autoridades, un arroyo contaminado a cielo abierto es foco de distintas infecciones en Isidro Casanova, en el Partido de La Matanza. Informe: Nadita Desimone, Valentin Palma Callamullo y Guillermo Mamani / Fotos: Verónica Tello.
Antártida Argentina, también conocida como Danubio, es una avenida que existe en los planos, pero no en la realidad. La obra de entubación del arroyo que la subyace, denominado Don Mario, se planificó en la década del sesenta, pero nunca se finalizó. Éste divide, de varias maneras, a dos de los barrios que allí están asentados: José Luis Cabezas y San Antonio.
Además del proyecto que jamás se concluyó, y sobre el cual la gente confiesa que en la década del noventa algunos políticos «se comieron la plata”, el abandono de este lugar es notable. El servicio de recolección de residuos no funciona en la zona, acumulándose la basura en las esquinas de las casas, o mucho peor, se la arroja al agua como solución práctica. Tampoco ingresan los patrulleros o las ambulancias.
Los constantes cortes de luz que sufrieron durante todo el año pasado, la falta de respuestas por parte del Municipio de La Matanza cuando solicitan ser escuchados, son algunas de las cuestiones que aquejan desde hace muchos años a estos habitantes.
Las necesidades y carencias aquí son evidentes: sólo hace falta caminar por las calles semi asfaltadas para darse cuenta. Sin embargo, pudimos ir un poco más allá de lo visible y descubrir una cuestión que aqueja a todos y todas, pero que está tan naturalizada, que pasa desapercibida: la problemática sanitaria.
Los residuos que alberga el arroyo Don Mario generan la presencia de virus, bacterias, alimañas y hasta restos humanos, cuentan los vecinos. «Yo una vez saqué un muerto”, confesó Daniel.
Los fuertes dolores de cabeza, erupciones, alergias y ardor en los ojos, llevaron a realizar un estudio que alarmó a algunos profesionales, debido a la contaminación existente que daña la salud de las personas que viven allí cerca.
Las mujeres del barrio San Antonio expresaron que las lesiones en la piel de sus hijos son «normales” en esta época del año, cuando el calor se hace presente y los residuos entran en descomposición.
Así como se presenta en los chicos, también se manifiesta en los adultos. Miryam, vecina desde hace diez años, comentó que en los últimos tiempos, su problema de Diabetes se agravó, posiblemente por los tóxicos que despide el agua servida. Éste no es el único caso entre los mayores. Si se hace una breve recorrida por la cuadra, se puede detectar con facilidad que los síntomas son recurrentes. Aunque sea algo «común” para ellos, análisis médicos han demostrado que esto no es así.
Además de la avenida que no existe, aún no se habilitaron las cloacas, y esta cuestión se torna indispensable ante el panorama.
Las enfermedades se hacen visibles; el municipio parece no querer verlas; y los que más sufren por esta situación son los más vulnerables: los niños.
Fuente: Periódico Renacer