24/11/2005

Entrevista a Lohana Berkins: «Los cambios van a empezar cuando pensemos que lo personal es político»

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Lohana Berkins explica el camino a la construcción de la identidad, el patrón que lleva a las travestis a la exclusión y los castigos por querer vivir fuera de la normativa social.


«Cuando se habla de género, hay que reconocer que las primeras que toman están cuestiones fueron las militantes feministas. Comenzaron a hablar de la «opresión de género», de la individualidad hombre-mujer. Nosotras tomamos ese punto de partida pero, fuimos un poco más allá. Incluso con muchas feministas, planteamos la idea de «géneros»: varón, mujer, travesti, transexual, transgénero, lesbiana, gay. Una cosa es la orientación sexual de una persona y otra es la cuestión de «géneros». Incluso dentro de las propias mujeres se utiliza como un «constructo» el género mujer, pero digo: ¿es lo mismo una mujer campesina, jujeña, y Condolezza Rice? No, pertenecen al mismo género pero obviamente tienen diferencias sustanciales. Ahí fue que empezamos a ampliar el concepto a «géneros» y no solo cómo un «constructo» de las mujeres. En ese sentido nosotras venimos trabajando.

«Cuando gays y lesbianas hablaban de orientación sexual planteaban dos opciones: a un hombre le gusta otro hombre y a una mujer otra mujer, pero el tema del travestismo es mucho más complejo. No es solamente a quién yo puedo amar (porque se puede amar a cualquiera) sino que cuando uno se apropia del cuerpo se vive de otra manera. Muchas personas nos negamos a vivir, según como lo decide la sociedad, por nuestros genes y nuestro sexo. Decidimos vivir libremente otra sexualidad y otros géneros, no nos adaptamos al que biológicamente se nos imponga. El biologisismo no determina nada, porque no se es mujer o varón por tener un pene o una vagina. Se es mujer por un montón de cosas y se es hombre por otro montón de cosas, no sólo por la genitalidad. Si empezamos a ver las identidades, las culturas, las experiencias, las clases sociales, todas vamos a tener una individualidad. La identidad no sólo está fundada y fundida en la genitalidad sino en todos los elementos antes mencionados. No hablo sólo de que soy travesti sino que soy judía, boliviana…»

«La prostitución la impone el estado»

«A temprana edad hay un patrón que se repite: las travestis nos asumimos entre los ocho y doce años, lo cual produce la expulsión del niño, niña del hogar y por ende empieza a sufrir una orfandad social. Falta de vivienda, de educación, de salud. El ultimátum se puede resumir en «hácete bien hombre o te vas». La exclusión es un castigo por desafiar a la hegemonía heterosexual, a la heteronormatividad, a los roles fijos de género. Si sos hombre tenés que ser bien macho, dominador. Si sos mujer preparate para que venga un príncipe azul. Los castigos nos son impuestos por desafiar modelos tan rígidos. La escuela dentro de esta estructura juega un rol muy importante como marcador. Una vez fuera del hogar, la manera de subsistencia es la prostitución, es algo no elegible. El travestismo es equiparable a la negritud, es decir que por el color de piel determinaba la esclavitud y en una travesti necesariamente determina que su manera de subsistencia es la prostitución. Nosotras asumimos el travestismo porque es nuestra identidad, es como deseamos vivir, pero la prostitución es una imposición del estado.

«Además de todo esto, si le preguntamos «a la gente» ( sin repetir y sin soplar, como diría algún conductor de televisión) cómo ve al travestismo dirían que somos viciosas, escandalosas, exhibicionistas y nada tiene que ver. Nosotras al ser parte de una cultura estamos atravesadas por las capacidades y miserias de las culturas donde nos desarrollamos».

La femeneidad como moneda de cambio

«Hay una sola manera de ver la estética, pero porque la sociedad impone una sola estética. Para vender un agua mineral ponen el culo de Pampita, o las tetas de cualquier otra modelo, y hay un solo modelo de femeneidad. La femeneidad usada como moneda de cambio, como bien ganancial que produce plusvalía. ¿ Por qué nosotras vamos a construir una estética distinta si la sociedad construye una sola estética? Incluso la Argentina es uno de los pocos países en que todas las modelos y primeras actrices son cada vez más niñas y las grandes actrices ya no tienen trabajo, porque parece que cada vez se consigue algo nuevo, lo mejor. Existen ciertos programas como «Operación Triunfo» o los programas donde se elige a la Top Model y que son programas que apuntan a un mercado bien concreto. Si la sociedad impone un modelo, ¿por qué no lo van a tomar las travestis, una estética que quede dentro del marco del consumismo?»

El Gran Hermano

«La exclusión produce una aceptación tácita de la misma. ‘Bueno, para qué voy a ir acá, si no tengo derecho de ir a ningún lado’. Lo que no permite el travestismo es la individuación. Todas tenemos que ser iguales porque vivimos en un espacio tan cerrado que es muy difícil la construcción de otro tipo de modelo. No existe la convivencia con determinadas cuestiones, lo que hace que la situación sea bastante difícil. Viven en el mismo hotel, trabajan en la misma esquina, van a la misma comisaría, comen en el mismo restaurant. Yo quisiera verte en esa situación, otra que Gran Hermano. La introducción de otro modelo no es visto como una situación de peligro pero si de difícil aprendizaje, hay un mismo lenguaje, una misma situación y fuera de estos márgenes parece no existir nada».

«Nuestras victimas no logran tener legitimidad»

«En los últimos cinco años, le hicimos una encuesta a 400 travestis y ellas identificaron a 600 compañeras asesinadas, torturadas en las comisarías, en los últimos cinco años. Cuando muere una travesti siempre se piensa en ‘por algo será’, ‘algo hizo’, ‘celos pasionales’, ‘se mataron por un cliente’. Nuestras víctimas no logran tener legitimidad en esta sociedad. Recién, en los últimos años, empezamos a abandonar la página de policiales. La edad de mortandad no supera los 30 años. Las causas identificadas mayoritariamente son tres: muerte por la policía, el HIV y el uso ilegal de las cirugías.

«Este último caso del doctor Ferriols que si le gustaban o no las travestis no es lo relevante. Cuando lo entrevistó Susana Jiménez, decía «una debilidad». Me indignó. ¿Por qué el tipo no puede decir públicamente: A mí me gustan las travestis?. Evidentemente la sociedad sigue con los mismos prejuicios, no es su debilidad sino su deseo. No se puso el acento en el tema central que es la ilegalidad con la que el tipo opera. Varios médicos trabajan así, sin estudios prequirúrgico ni controles post operatorios. Además de la ilegalidad con el paciente, hay otra ilegalidad que es económica».

La política desde lo cotidiano

«Los prejuicios atraviesan toda la sociedad, desde la izquierda a la derecha. Mujeres Creando(1) dice `No hay nada más parecido a un machista de izquierda que un machista de derecha’. Es muy difícil instalar temas como la violencia intrafamiliar, los roles de género, son temas que no tienen la relevancia que en realidad tendrían que tener. Y la falta no es sólo con nosotras, sino también para las mujeres. Hay compañeras muy capacitadas en espacios de poder, dentro de los movimientos sociales, pero, a pesar de eso, los temas son relegados.

«La política la entendemos como un instrumento al que hay que apostar como la organización, pero es necesario hacer una distinción: una cosa es la política partidaria y otra es producir hechos políticos. Para mí, los cambios van a empezar cuando pensemos que lo personal es político. Cualquier cuestión del ámbito de lo doméstico tiene que ser llevado a lo público y ser debatido en lo público. Si se mantiene en lo doméstico como la violencia, como los roles de género fijos y no se cuestionan, no vamos a cambiar nada. La política es una herramienta importantísima y es un instrumento al que hay que apostar para un cambio verdadero».

Mariana Collante


(1) Mujeres Creando: Colectivo Feminista de Bolivia. «La Virgen de los deseos», compilación del Colectivo Situaciones editado por Tinta Limón.



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