26/12/2011

Contra las cadenas del silencio

tapa-477.jpgOrganizado como parte de la jornada de la Campaña Autogestiva Contra el Abuso Sexual Infantil, del colectivo Mujeres Libres, un sábado de noviembre se realizó el escrache a un abusador sexual en el barrio los Hornos de la ciudad de la Plata. En este caso el violador se llama Víctor y la víctima Laura, pero los nombres podrían ser cualquiera y día tras día cambian, y lo que no termina, es el terror de las violaciones que marcan a una mujer para toda una vida. Por ANRed Géneros


Cinco cuadras. Quinientos metros. Setecientos cincuenta pasos. A esa distancia de la casa del abusador se congrego la marcha que, entrada la tarde, lentamente comenzó a caminar por las calles del barrio Los Hornos. La ciudad a esas horas se fundía entre el calor y el silencio. Un silencio que fue dejando paso a las voces de la denuncia, de aquello que a cada paso tenía que nombrarse para buscar justicia, una liberación que en cada cántico, en cada proclama, condenaba el abuso y se mezclaba con los grafitis que se pintaba en las paredes y que gritaban por el fin de la violencia sexual, por la necesidad de una condena efectiva para los violadores.

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En una hilera compacta el grupo avanzaba mientras se repartían folletos de denuncia a los vecinos que circulaban por la calle, y otros familiares y amigos de Laura tocaban una batucada o simplemente cantaban. Las máscaras blancas, hechas artesanalmente para la ocasión, casi todos la usaban como sombrero dejando la cara al descubierto. La música que acompañaba era alegre, sin odio. La idea clara que había dado la organización era que no había que transformar al victimario en víctima y que todo debía hacerse sin desmanes de violencia física pero con la firme convicción de buscar que moralmente no quede impugne un delito que destruye la integridad de una mujer.

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A dos cuadras del lugar las consignas se cantaron cada vez más fuerte. Y las advertencias a los vecinos de que en barrio convivían con un violador llamaban la atención a cada metro. «No se olviden,- decía una mujer por el altoparlante- tengan cuidado, vive en este barrio, y sí, seguramente es un buen padre, un buen marido, un buen vecino… pero es un abusador.”

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Cuando se llegó a la casa de Víctor, el violador, se organizó una radio abierta con música y lectura de poemas y declaraciones en contra de la violación y del terrorismo sexual. «Este término forma parte de una teoría -explica desde el micrófono de la radio, Raquel, del colectivo mujeres libres- que compara lo que fue el Terrorismo de Estado con el terror de los abusos sexuales, de la violaciones ya que en ambos casos se dan torturas, la apropiación de los cuerpos y la complicidad del silencio, del no te metás. Por eso es importante romper el silencio y lograr la solidaridad, para que las victimas de abuso no se queden solas y que por otra parte se sepa que los violadores aunque a nivel legal queden impugnes igualmente con los escraches van a tener una condena, unas sanción moral. Lo que se busca es transformar el dolor y la impotencia en solidaridad y justicia”.

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Ya finalizando el acto se lee un escrito de Laura donde la memoria vuelve a recordar el dolor y forma una herida invisible que arde en la conciencia de todos los presentes. «Estoy cansada y ya no siento las piernas, -dice- cada día que pasa todo se me hace más difícil.(..) Siento desesperación por volver a ser feliz sin esas imágenes, sin las marcas en mi cuerpo. Una trata de seguir, trata de ser feliz, en fin, de vivir, y de repente viene como un tsunami, pero de recuerdos malos(…) Empiezan las preguntas ¿Cómo vivir con eso? Cómo vivir con el recuerdo de que Víctor obligaba a un niño y dos niñas a tocarnos entre si y penetrarse frente a él, hasta que él penetraba en mí y la pesadilla empezaba(…) Hoy siguen en mi cabeza las amenazas de Víctor que me hacen temblar e incluso hay veces que mi cuerpo siente oler su asqueroso cuerpo(…) Retornando aquellos momentos de mi infancia, mi ser se encuentra hoy lleno de dolor, miedos y frenos. Siento como si mi cuerpo cada noche fuera violado nuevamente y cada mañana amanece más frágil.(…) Ese maldito desde mis siete años me hizo llorar por las noches, no dormir, etc. Hasta que un día me dije BASTA, él me cagó la infancia, pero no puedo permitir que también me cague la vida (…)A veces vuelve a mi pecho una angustia inexplicable. Siento que Víctor no sólo me violó, sino que me cagó la cabeza para siempre, y aunque piense que puedo superarlo, en cierta medida, esas imágenes estarán siempre. No sé, lo único que sé, es que algún día, de alguna manera SE HARÁ JUSTICIA»(…)
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La tarde cae y después de la lectura de sus palabras algunos vecinos se han acercado, y escuchan y miran. A modo de cierre se ató un muñeco que simboliza al violador y acto seguido se le prendió fuego. Un fuego para la violencia de hace once años y el sufrimiento que sigue presente, una reparación que aunque sigue el curso legal de una denuncia ante la justicia, no se olvida de liberar la voz que organiza una resistencia para quebrar para siempre la violencia que oprime desde las mas oscuras las cadenas del silencio.

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Si necesitás ayuda o contención podes escribir a:
mujereslibres@hotmail.com
o a: bastadesilencio@hotmail.com



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