17/05/2011

Detrás del arcoiris

pecadocp1.jpgHace 21 años la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad del Manual Estadístico de Enfermedades y Problemas de Salud. Desde ese día, en el mundo se recuerda esta fecha como Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia. A un año del fallo histórico en nuestro país, una breve reflexión sobre la situación actual de la comunidad LGBTTI, donde no todo es color rosa, tampoco de arcoiris. Por ContraPunto.


El 14 de Julio del año pasado la Ley de Matrimonio Igualitario fue aprobada en una sesión histórica del Congreso de la Nación, donde los discursos más conservadores y patologizantes quedaron al descubierto, y, tras el triunfo, muchos esperaron respirar un aire de más libertad para la comunidad LGBTTI
(lesbianas – gays – bisexuales – tránsgenero –
travestis – intersex).
Pero lo cierto es que un prejuicio arraigado en los mandatos católicos, culturales y sociales más ancestrales no cambiaría de un día al otro, y hoy, a casi un año de aquel fallo que significó tanto, se puede ver que algunas cosas siguen tal como antes.

El 7 de Marzo de 2010, cuando las tensiones en el debate a favor y contra el matrimonio atravesaban la etapa de mayor confrontación, cuando gran parte de la ciudadanía pretendía construir una especie de contrato de enlace distintivo para gays y lesbianas -como fue la propuesta de Unión Civil-, en un barrio periférico y marginal de Córdoba Natalia Gaitán fue asesinada por el padrastro de su novia por no aceptar esa relación; aquel acto de lesbofobia tan crudo e inesperado no fue tapa de diarios en semejante coyuntura nacional, mucho menos conmovió a aquellos que exigían un acuerdo discriminatorio y excluyente para la comunidad LGBTTI.

El 27 de abril de 2011, Carlos Agüero de 17 años, residente de Chepes, un pequeño pueblo de La Rioja, decidió suicidarse por no poder soportar más el maltrato y abuso que recibía de sus compañeros de la escuela, que decidieron ponerle el cartel de «puto” en la frente y martirizarlo hasta que no pudiera más.

Estos casos, son sólo algunos de los pocos que tomaron cierta relevancia mediática, especialmente gracias a organizaciones LGBTTI y medios alternativos de comunicación. Pero dan cuenta de lo lejos que queda el arcoiris. En el caso de Carlos, la actitud tomada por la escuela es un claro ejemplo de las pocas herramientas que manejan los docentes para manejar estos casos de abuso y discriminación por orientación sexual, especialmente cuando existe una ley de Educación Sexual que se aplica a voluntad desde los Ministerios de Educación, como sucede en Tucumán por ejemplo.

Quienes aún padecen quizás la peor parte, son las personas trans e intersex, cuyas identidades son las más patologizadas. La gran mayoría aun no puede acceder a un cambio de registro de identidad de género por lo que viven como personas anónimas e inexistentes. La consecuencia más inmediata es claramente la imposibilidad para acceder a beneficios y servicios sociales, trabajos en blanco y educación. Este sector de la comunidad LGBTTI tiene tres proyectos de Ley de Identidad de Género esperando ser tratadas este año.

Matrimonio: los que ganaron y los que no

La Ley de Matrimonio Igualitario, a pesar de que sería un beneficio del que no gozarían todos, fue una lucha totalmente válida y que significó ampliar los derechos ciudadanos a un sector de la comunidad LGBTTI que lo tenía vedado. Pero, ¿a quienes nos referimos cuando decimos que no es para todos? Más allá de quienes no compartan el matrimonio como una institución social, quienes gozarían auténticamente del beneficio de éste serían quienes poseen trabajo, propiedades y beneficios sociales que puedan compartir y quienes a partir del casamiento quieran tener hijos reconocidos legalmente por las dos partes.

Por otro lado, a pesar de que la Ley de Matrimonio contempla el reconocimiento y plenos derechos de los hijos de la pareja, quienes hayan tenido hijos antes de casarse actualmente no se ven contemplados en esta ley, por lo tanto no solo una de las madres o padres no son reconocidos legalmente como tales, sino que tampoco tienen acceso a obra social, licencias familiares, servicios sociales y herencias, entre otras cosas. Al respecto, Florencia Gemetro de Les Madres, quienes trabajan en la elaboración de un proyecto de ley que reconozca estos derechos, declaró en Página/12 «Una vez aprobado (el proyecto) se estarían restituyendo derechos y regularizando la situación legal de cientos de niños, niñas, sus madres y su familia extendida. Y no sólo se reconocería el vínculo entre los hijos y sus madres, sino también entre sus hermanas y hermanos, y con sus tías, tíos, abuelos y abuelas”.

Citando a Judith Butler, podemos decir que en la lucha por el matrimonio igualitario se ha perdido y se ha ganado: «Por un lado, vivir sin normas de reconocimiento da lugar a sufrimientos y privaciones de derecho que confunden las diferencias entre consecuencias físicas, culturales y materiales. Por otro lado, la exigencia de reconocimiento, que es una exigencia política muy poderosa, puede llevar a formas nuevas e injustas de jerarquía social,(…) así como a nueva formas de apoyar y extender el poder del estado, sino instituye un desafío critico a las mismas normas de reconocimiento que proporciona y exige la legitimación del estado”.

ContraPunto – Prensa Alternativa

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