08/01/2011

«No nos olvidamos de la Semana Trágica»

tapa-321.jpg«Todo empezó por un reclamo del que nadie puede negar su legitimidad. El gobierno se mostró intransigente frente a quienes decidieron defender sus derechos. Rápidamente llegaron al lugar las fuerzas de seguridad, para castigar la «insolencia” de los explotados organizados. Se produjo el primer «enfrentamiento”. En la corrida que se produce para escapar de las balas, caen los primeros muertos. Del otro lado algún policía herido de un corte en la cabeza por algún piedrazo. Después, los temerosos porteños empezaron a agitar el demonio del desorden y avivaron los sentimientos xenófobos. Para «garantizar la paz social, el orden y el respeto a la ley”, civiles y policías empezaron a atacar. Las «guardias” civiles o «patrullas barriales” formadas por jóvenes armados, actúan al grito de «hay que matarlos a todos” o «que los deporten a su país”. Finalmente tuvieron que aceptar la legitimidad del reclamo y se llegó a un acuerdo en el que demostraba que la razón estaba del lado de los pobres. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre.
No estamos hablando de Soldati, ni del Parque Indoamerícano, ni de los bolivianos. Estamos hablando de la «Semana Trágica” de 1919.»


Fotos de la actividad del viernes 7 de enero. Por La Olla de Angel Gallardo y Corrientes:

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En estos primeros días de lo que para algunos cuantos es el año 2011, hacemos la última olla de 2010, la de diciembre. La coyuntura desfavorable, sumada a otros factores propios de esta época del año, nos propuso posponer esta última olla del año…. Aunque el chiste de la coyuntura era que se trataba de que muchos/as viajamos a ver a nuestras familias…la coyuntura de la ciudad y del país, montada en una ola represiva, aunque negada por los gobiernos, sumó a muchas y muchos en incertidumbre, envueltos en miles de rumores que confundían a las personas. Como sucedió siempre que el pueblo, los pueblos, sacuden su modorra de años de desinformación, y comienzan a verse y sentirse con ganas de protagonizar la historia.

Y esta vez…

Todo empezó por un reclamo del que nadie puede negar su legitimidad.
El gobierno se mostró intransigente frente a quienes decidieron defender sus derechos.
Rápidamente llegaron al lugar las fuerzas de seguridad, para castigar la «insolencia” de los explotados organizados.
Se produjo el primer «enfrentamiento”. Como siempre: balas contra piedras. Piedras contra la policía y balas que «nadie sabe de dónde salieron”.

En la corrida que se produce para escapar de las balas, caen los primeros muertos. Del otro lado algún policía herido de un corte en la cabeza por algún piedrazo.

Se pide más policía para «garantizar la ley y el orden”.

Después, los temerosos porteños empezaron a agitar el demonio del desorden y avivaron los sentimientos xenófobos. Para «garantizar la paz social, el orden y el respeto a la ley”, civiles y policías empezaron a atacar. Las «guardias” civiles o «patrullas barriales” formadas por jóvenes armados, actúan al grito de «hay que matarlos a todos” o «que los deporten a su país”.

Finalmente tuvieron que aceptar la legitimidad del reclamo y se llegó a un acuerdo en el que demostraba que la razón estaba del lado de los pobres. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre.

No estamos hablando de Soldati, ni del Parque Indoamerícano, ni de los bolivianos. Estamos hablando de la «Semana Trágica” de 1919.

A 250 metros de donde hacemos la olla, en Corrientes y Yatay, desde el convento, policías y bomberos comenzaron a disparar contra el cortejo fúnebre que se dirigía a la Chacarita, cobrándose más víctimas.

NO NOS OLVIDAMOS DE LA SEMANA «TRAGICA»

(Para l@s que tuvieron y le tienen miedo a la insurgencia)

Hay muchas diferencias entre esas jornadas de hace 92 años con las de estos días, pero la que más nos hace ruido es que, en esas jornadas inmediatamente se declaró la huelga general. Las personas de Soldati ¿no se merecían el apoyo y la solidaridad de los trabajadores organizados?

Por eso es importante recordar que durante algunos días, la huelga general, esa herramienta tan poderosa de quienes trabajan, producen, viven, imperó en la ciudad y se desparramó por todo el país. La huelga general, esa temida calamidad que se repite cual tragedia en la historia de los pueblos. Tan poderosa es que la única forma que encontraron los poderosos que dominan gobiernos para tratar de vencerla, fue matar, usar las balas, sembrar el miedo… y no pudieron vencerla, fue un triunfo de los trabajadores, organizados en sindicatos y ayudados por ideas y personas que venían de otras luchas, socialistas, anarquistas, esos que los patriotas asesinos siempre defenestran, a quienes siempre temieron, porque pese a las balas y a la muerte, a la cárcel y los castigos, a la «opinión pública” manejada por los medios del sistema, ellos/ellas, nosotros/nosotras, siempre están, siempre estamos de pie, enfrentando a quien nos mata, pero nunca nos venció.
Seguimos presentes, en las tomas, en los cortes, en las asambleas a lo largo del país, en los contrafestejos de los pueblos originarios, en los reclamos de las víctimas, en el grito de los mas débiles, en las manos como puños corazones, en la libertad que nos motiva. Y mas que desearnos un feliz año nuevo ya viejo, ya gastado, nos auguramos buenas luchas, buenas vidas!!!

Para recuperar la memoria del barrio – No nos olvidamos de la semana «trágica»

Hace 92 años, el 7 de enero de 1919 en los depósitos de los Vasena, 20 obreros habían hecho un piquete para que no pudieran entrar los carneros rompehuelgas defendidos por un cordón de 110 policías y bomberos.

En el primer «enfrentamiento”, en la esquina de Pepirí y Alcorta caen los primeros muertos: Juan Fiorini; Toribio Barrios; Santiago Gómez Metrolles; Miguel Britos.

Enseguida la FORA anarquista decidió en asamblea ir a la huelga general activa para el día 8 de enero. El presidente Yrigoyen le pide a Dellepiane que ingrese con el ejército para «garantizar la ley y el orden”.

La columna de trabajadores tenía que seguir el recorrido determinado por la policía y los bomberos. Pero la manifestación se desvió para pasar frente a la fábrica de Vasena.

Se generó un nuevo enfrentamiento con la policía y a pesar de las barricadas el resultado fue unos 35 muertos y cientos de heridos más.

Mientras avanzaban las 8 columnas se iban haciendo más y más numerosas, 200.000 personas para una población total de la ciudad de 1 millón de habitantes.

En la Rioja y San Juan, los esperaba Dellepianne que dispara contra los obreros con ametralladoras pesadas, decenas de muertos y cientos de heridos más.

Pero el cortejo sigue avanzando por corrientes hasta llegar a la altura de Yatay, frente al convento, dentro del templo estaban apostados policías y bomberos que comenzaron a disparar sobre la multitud cobrándose más víctimas de la jornada.

A pesar de todo, el cortejo continúa hasta la Chacarita. En primera fila estaban los familiares de los muertos. Surgieron abruptamente detrás de los muros del cementerio miembros de la policía y del ejército que comenzaron a disparar sobre la multitud. Era una emboscada. Ahí fueron masacrados por policías, bomberos y militares. _ Este incidente marcó el inicio de una lucha desordenada y caótica contra la policía. Estas jornadas dejan como saldo unos 1500 muertos unos 17000 presos y más de 3000 deportados.

En las primeras horas del 10 de enero, los temerosos porteños empezaron a agitar el demonio del desorden y avivaron los sentimientos antisemitas debido a que consideraban comunistas y anarquistas a todos los judíos por su origen ruso.

El terror blanco duro hasta el día 14, las guardias civiles el 16 de enero de 1919, pasarían a llamarse la Liga Patriótica Asesina.

Todo esto duró una semana y eso explica la primera parte del nombre con el que los empresarios empezaron a llamarla: Semana Trágica. La segunda parte del nombre se debe a que para los empresarios fue realmente trágica, ya que tuvieron que aceptar las condiciones de salubridad pedidas por los obreros huelguistas, quienes además consiguieron la disminución de la jornada laboral, aumentos que iban en el rango del 20 al 40%, la liberación de los presos y la supresión de la ostentación de fuerza por las autoridades y el respeto del derecho de reunión.

La firma del ministro del Interior en las cláusulas de la solución del conflicto deja en claro que la razón estaba del lado obrero. Eso sí, esa razón se había pagado con sangre de los explotados.

Por La Olla


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