17/09/2005

VII Festival de cine y video documental

mov_docu.jpg Mañana concluye el ciclo organizado por el Movimiento de Documentalistas.


Cuando la cámara cuenta el otro mundo

En tiempos en que el mundo de la producción audiovisual en general pareciera limitarse a las grandes «criaturas» hollywoodenses, que se presentan como el indicador irrefutable de cómo se debe hacer una película (sea del género que sea) o qué temas y tiempos debería abordar, para «agradar» al gran público y de esta manera ser más rentable, hay otras expresiones que intentan mostrar y rescatar aquello que se vive, se sufre, y se pelea diariamente: la vida.

Muestra de esto es el VII Festival Nacional de Cine y Video Documental, organizado por el Movimiento de Documentalistas que, desde el 10 y hasta el 18 de septiembre, se está presentando en el Museo Etnográfico, el Centro Cultural Recoleta, el auditorio y microcine del Hotel Bauen Recuperado y el auditorio de Radio La Tribu. Como no podía ser de otra forma, ANRed estuvo en la presentación para vivir la experiencia.

Un idioma pobre, otro idioma rico

untitled.jpg «El mundo de la globalización está poblado de palabras convertidas en discurso, con un idioma cada vez más rico en tecnologismos y más pobre en particularidades, expresividades y vivencias humanas cotidianas, reales, concretas, vitales y propias», es el leiv motive de la muestra. ANRed estuvo presente en el edificio del Museo Etnográfico, donde ese día (con sala llena) se proyectaban «La resistencia del Maíz» y «Mbya, Tierra en rojo» que, desde la propia problemática que abordaban, daban cuenta de cómo el avance del capitalismo estaba destruyendo a las pocas comunidades aborígenes que todavía existen en Latinoamérica.

El Pueblo del Maíz

untitled1.jpg «La resistencia del maíz», de las organizaciones ecuatorianas Minga Social y Ayni producciones, cuenta, en un tono algo pedagógico, cómo surgió y qué consecuencias genera el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) tanto en las economías como en las culturas regionales, centrando la atención en cómo afecta negativamente a las comunidades de pueblos originarios conocidas como «Los pueblos del maíz», por su cercanía (tanto cultural como económica) con ese producto natural. «Nuestros padres fueron hechos de maíz, y somos diversos como el maíz»¦ Somos mazorcas naturales y defenderemos la vida», es el grito de orgullo que se escucha de parte de esos pueblos que estaban antes que los blancos.

El documental (que participa del ciclo de retrospectiva latinoamericana) también denuncia la movida de las grandes corporaciones de medicamentos, que buscan adueñarse de algunos conocimientos en medicina de los pueblos originarios para luego patentarlos y lucrar con ellos, como es el caso de la uña de gato y la yaguasca, que son plantas con fuerte poder curativo.

Finalmente, el grito de «arriba, bajo, el ALCA al carajo» se repite una y otra vez en las imágenes de movilizaciones en Perú, Bolivia o Ecuador, y encuentra su cierre al final de la película, cuando sus realizadores encabezan los agradecimientos con un saludo a «la Pachamamita y a la gran energía», centro de muchas culturas originarias de América.

Tierra roja, vida roja

Luego vino el turno de «Mbya, Tierra en Rojo», de Valeria Mapelman y Phillip Cox (con la coproducción de Pablo Trapero), que en sus 72 minutos de relato sorprendió gratamente al público presente, que luego retribuyó con abundantes aplausos, lo cual hizo pensar que, por calidad y repercusión, es una de las posibles candidatas a ganar algún premio en la muestra competitiva.

El documental aborda el problema de la comunidad mbya guaraní «Flor del Monte», que lucha por obtener el titulo de propiedad de las tierras que habitan en Misiones. Estas tierras actualmente son propiedad de ¡la Universidad Nacional de la Plata!. ¿Cómo puede ser eso? Nadie lo sabe.

La película comienza siguiendo a Marcelo González, integrante de dicha comunidad, a alquilar una película. Luego sabremos que es la recordada «La Misión», en la cual, cuenta Marcelo, trabajó uno de sus tíos («Tío Culo Quemado», se ríen evocando su apodo), haciendo de cacique. Esta anécdota es el disparador a partir del cual la película empieza a contarnos, por medio de diferentes historias, la vida y resistencia cultural de esta comunidad. Desfilarán, entonces, Agustín y Juan (caciques), Claudio (un evangelizador que intenta convertir en cristiana a la comunidad), Sebastián y Kerechu (una joven pareja), Cirilo, entre otros.

«El pasado se fue para siempre. La única opción que nos queda es volvernos blancos», se resignan algunos, mientras que otros cuentan que «los más viejos, los chamanes, se resisten al avance de la ciudad» .

La película se vuelve muy llevadera porque aborda desde lo humano y desde sus personajes y vivencias (muchas veces rescatando el humor y las situaciones chistosas) la experiencia de la gente de «Flor del monte».

Pero, evidentemente, «la» escena del documental es aquella en la cual chocan el evangelizador Claudio y el cacique Juan. «Nosotros los guaraní – es la respuesta inapelable de del cacique – tenemos religión también. En esta comunidad se lo escucha a Dios, se escucha y se habla el sonido mismo de él. ¿Y vos creés que manejás todo con cristo?».

Esta y otras escenas ponen en primer plano el resentimiento que hay desde la época de la Conquista hacia los blancos. En boca de uno de ellos, por ejemplo, se filtrará la creencia de que «los blancos nacen de los gusanos» o que «traen enfermedades feas a los chicos» de su comunidad, o «la desconfianza total» que nota Nélida, la maestra de la escuela bilingüe de la zona.

Luego, sus realizadores, Cox y Mapelman, acompañan a los caciques de la comunidad a negociar la tenencia de sus tierras. «No hacen el esfuerzo de progresar. Son vagos», dirá el en ese entonces intendente del lugar Juan Prete, quien sólo atinará a brindarles los pasajes de ida y vuelta hacia La Plata para negociar con las autoridades de la Universidad y el intendente. Obviamente, rueda de prensa, muchas fotos, mucho caretaje político, y un acuerdo que se firma pero que luego no se cumple, hasta hoy en día. Y una frase final, que cierra la película: «»¦¿qué pasará cuando nos dejemos de preguntar?».


Para mayor información sobre el festival, que se estará realizando hasta el 18 de septiembre, dirigirse a: www.documentalistas.org.ar

Por Fernando Ruffa



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