01/05/2010

Horas extras para millones de obreros

Mucho se habla de la recuperación económica y que la crisis mundial no afectó tanto a la Argentina. Veamos como «recuperan su economía» y «superan su crisis» las patronales y el poder político que les sirve. Por Polska.


Nuestra clase está fragmentada en efectivos, contratados por agencias, tercerizados etc. Las grandes fábricas, en especial las automotrices, están produciendo en toda su plenitud. Pero no aumentan los planteles de efectivos; sólo contratan personal a través las agencias de «trabajo eventual».

Así, cientos de miles de compañeros/as permanecen precarizados por largos meses, por años inclusive. A muchos/as los toman de nuevo y empiezan desde cero. La gran mayoría de los directivos sindicales son cómplices de estas crueles violaciones a la ley 20.744.

Esto se traduce en que obreros/as que hacen en una línea el mismo trabajo cobran salarios que son muchas veces la mitad que de los efectivos. Son trabajadores/as sin afiliación sindical, sin defensa ni estabilidad: carne de explotación sin derecho alguno. Muy pocos delegados se preocupan por su tiempo de antigüedad, por los abusos que reciben o por las condiciones de trabajo que sufren. Además las empresas tercerizan y contratan bajo diferentes convenios para reducir salarios. Dentro de fábricas metalúrgicas, por ejemplo, empleados/as figuran con convenio de maestranza u otras.

Muchos compañeros/as efectivos llegan a considerar como «natural» esa fragmentación, sin entender que se perjudican a si mismos.

Para colmo ahora el gobierno, con su plan «Argentina trabaja», terceriza a algunas Cooperativas, masificando así el trabajo precario con salarios de indigencia que condena a cientos de miles al monotributo y la dependencia de los punteros políticos.

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Las extras nos dividen y nos someten

En años anteriores, las extras eran para muchos la forma de terminar la piecita del fondo, irse de vacaciones o comprarle la «compu» al pibe. Pero ahora, en esta época de «vacas caras», de carestía acelerada, las «extras» se convirtieron para la mayoría en el «salvavida» que se manotea desesperado, sólo para llegar a fin de mes, para saldar deudas atrasadas… Porque las miserables quincenas con jornadas de convenio sólo «engordan» si se hacen horas extras, también de trabajar sábados y domingos. Atrás quedaron las jornadas de 8 horas. Doce horas diarias de trabajo, incluso en sectores insalubres, son ahora lo cotidiano para millones de obreros/as.

Más alevosos son los casos de las poderosas multinacionales que, con sus casas matrices en las «civilizadas democracias», vienen a esclavizarnos y quitarnos conquistas. Ellas imponen el horario de 12 horas por 36 de franco. Eliminan de este modo el módulo diario de 8 horas, sin pagar una sola hora extra, pasando al módulo semanal de 48 horas.

Vivir haciendo horas extras; pasar el día entero dentro de la fábrica; viajar apretados, de ida y vuelta; sin tiempo para descansar, compartir un rato con la familia»¦ ¿Y todo para qué? Para sumar unos pesos más al sobre que, al momento de cobrarlos, ya lo consumió la inflación.

Con esto las patronales se hacen el «picnic». Redoblan sus ganancias con la explotación de las «extras». Saben que muchos compañeros/as se volvieron «extra-adictos» y, al estilo de los narcotraficantes, usan la «droga», las malditas horas extras para envenenar, dividir y someter. ¡Como si hicieran un favor al otorgar horas extras! Los supervisores y «team líderes» reparten extras para premiar a algunos y castigar a otros. Fomentan aún más la competencia entre obreros/as, quiebran a los más necesitados, los hacen más sumisos ante quienes los explotadores.

Son comprensibles y respetables las necesidades de muchos trabajadores/as. Otras veces se busca esa salida ante la traición de la CGT y los dirigentes sindicales que no defienden el valor de los salarios y han perdido la confianza en la lucha organizada desde la base.

Algunos sectores reclaman más horas extras para todos/as. Esto es como si un esclavo dijese «Â¡Más latigazos para todos!»

¡No todo es resignación!

Sin embargo por abajo crece la conciencia a la par del de la bronca. Organizarse es la cuestión. Nada de saltar solos y sacar la cabeza antes de tiempo. A no desesperarse. Que la bronca sirva para pensar mejor junto a otros compañeros/as para buscar la forma de lograr un verdadero aumento salarial y no sumas fijas ni largas cuotas; organizar la lucha para eso y para conquistar delegados honestos que no vayan para atrás. Hacerlo desde ya pero sin levantar la perdiz.


Horas extras: explotación absoluta

Carlos Marx nos dejó una valiosa teoría para entenderlo. El tiempo de trabajo necesario para producir los medios de vida del obrero y su familia, es el valor de la fuerza de trabajo.

Nos dice que ese valor se llama salario. Pero este valor de la fuerza de trabajo coincide con el salario sólo si el salario se paga igual o mayor a la canasta familiar.

Supongamos por un momento que el salario coincide con su valor real, con el tiempo de trabajo necesario. En la mayoría de fábricas modernas ese tiempo necesario no pasa de dos o tres horas. Con ese tiempo el patrón ya se reembolsó el salario que nos paga por todo el día. El tiempo de trabajo excedente y su producto se los queda el patrón. Ese trabajo no pagado, es la fuente de la plusvalía, de la ganancia capitalista. De esa fuente viven todos los parásitos, miembros ociosos de la sociedad. Esa es la explotación.

Al prolongar la jornada con las «extras», aumenta el tiempo de trabajo no pagado, aumenta la «plusvalía absoluta». No importa si pagan las extras al 50% o al 100%, tampoco si hay aire acondicionado o se trabaja sentado. Es mayor explotación absoluta. Es mayor ganancia patronal.



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