01/05/2010

Repensar la burocracia

precarias_trabajando_2.jpgUn
aporte del
historiador y
miembro del Taller de Estudios
Laborales (TEL), Alejandro Belkin. Una página para el
debate que plantea
una reflexión
acerca de la
burocracia sindical
y que abre
discusiones
poniendo en
cuestión visiones
simplistas y
esquemáticas sobre
el tema. Fuente: Revista La Llamarada


En el presente artículo vamos a
exponer algunos interrogantes y
cuestionamientos a la noción
tradicional sobre la burocracia sindical.
Específicamente, nos vamos a referir a
la utilización que se hace del término en
el discurso político de la izquierda. En
estas breves líneas, no pretendemos
agotar toda la complejidad que
encierra el fenómeno. Sólo aspiramos a
señalar algunas limitaciones o
falencias que contienen las definiciones
convencionales sobre el tema.
Entendemos que no se trata de un
ejercicio meramente retórico. Las
formas de encarar la lucha contra la
burocracia sindical dependen de la
concepción que tengamos de la misma.

El concepto de burocracia sindical
se utiliza de manera recurrente en los
análisis sindicales de la izquierda. Sin
embargo, a pesar de ocupar un lugar
destacado en el discurso político, se le
ha prestado escasa atención a su
definición. Se supone que se trata de un
término que se explica por sí mismo. Sus
características se presumen evidentes.
Aunque la reflexión sobre la materia es
a todas luces insuficiente, circula entre
la militancia cierto sentido común sobre
el tema.
Ante la ausencia de una
reflexión profunda sobre la burocracia
sindical, se utilizan frecuentemente
algunas imágenes para referirse a este
tipo de direcciones gremiales. En
repetidas oportunidades, encontramos
que se habla de la burocracia sindical
apelando a las metáforas de «losa
burocrática», «dique de contención» y
«correa de transmisión» (de los
intereses de la burguesía al interior de
la clase obrera).

En todos los casos, estas figuras
presentan a las conducciones sindicales
como elementos externos a la clase
obrera. La burocracia sindical aparece
como una sustancia patógena en un
cuerpo sano. Clase obrera y burocracia
sindical serían entidades
absolutamente diferenciadas y
opuestas. Los intereses que defienden
las direcciones burocráticas serían
totalmente contradictorios con los de la
clase trabajadora.

Pero, ¿podemos considerar a los
dirigentes sindicales burocráticos como
ajenos y extraños a la clase obrera? En
la mayoría de los casos, ¿no provienen
de las propias filas proletarias? Las
conducciones de los sindicatos,
generalmente, tienen su origen en la
clase trabajadora. Entonces, se vuelve
difícil considerarlos como elementos
ajenos y extraños a la clase obrera. Pero,
¿qué relación existe entre estos
dirigentes y las bases que dicen
representar? ¿Todas las acciones que
llevan adelante las conducciones
burocráticas son opuestas a los
intereses de los trabajadores? Nadie
podría sostener una afirmación tan
tajante. Hemos visto, en muchas
oportunidades, a los dirigentes
sindicales burocráticos a la cabeza de
genuinos reclamos obreros. Más aún,
¿alguien puede afirmar
categóricamente que los dirigentes
burocráticos no gozan de ningún
consenso en las bases? En definitiva,
considerar a las direcciones sindicales
como elementos externos y opuestos a
las bases sería caer en una
simplificación extrema.

Desde la perspectiva que estamos
criticando, los problemas del
movimiento obrero se circunscriben a
sus niveles directivos, a sus
conducciones. Así, las direcciones
burocráticas son verticalistas y
autoritarias, las bases obreras, por el
contrario, serían partidarias de las
prácticas más democráticas. De la
misma forma, las conducciones
burocráticas impulsarían una política
conciliadora y reformista, las bases
serían naturalmente combativas y
objetivamente revolucionarias. Por lo
tanto, el mundo de las direcciones sería
substancialmente diferente al mundo de
los trabajadores de base. Nos
preguntamos, ¿ninguna de las
características repudiables de las
direcciones burocráticas las
encontramos en las propias bases
obreras? Desde la visión tradicional,
bastaría con cambiar los elencos
dirigentes de los sindicatos y el
problema estaría solucionado.

Las metáforas que representan a la
burocracia sindical como un «dique de
contención» o una «losa burocrática»
llevan implícita una particular relación
entre bases y dirigentes. Los
trabajadores aparecen predispuestos
permanentemente al combate pero son
refrenados una y otra vez por las
conducciones gremiales. Las bases se
encontrarían permanentemente en
estado de ebullición, sin embargo, la
pérfida acción de sus dirigentes no
permitiría que esas fuerzas sean
liberadas. Sería suficiente quitar de
encima del proletariado a esta «losa
burocrática» para que puedan
desplegarse, sin contención alguna, las
energías revolucionarias que anidan en el
corazón del proletariado. Nos
preguntamos, ¿siempre las bases quieren
luchar?

Dibujo-3.bmpDesde esta perspectiva, que hemos
denominado «tradicional», la traición de
los dirigentes cumple un papel clave en
la explicación de la dinámica de la lucha
de clases y la situación de los
trabajadores. Si por alguna razón, se
desintegrara ese dique de contención,
las masas desplegarían todo su ímpetu
revolucionario y harían tambalear a la
clase dominante, o directamente la
derribarían. Por lo tanto, la burocracia
sindical, de acuerdo con este esquema
de pensamiento, es el principal sostén
del sistema capitalista. Nos animamos a
poner en duda esta forma de entender la
dinámica social. La clase obrera, ¿es
automáticamente revolucionaria?
¿Basta con eliminar a los dirigentes
burocráticos para que el proletariado
tome el poder?
Los períodos en los
cuales desciende la conflictividad de la
clase trabajadora, ¿se explican única y
exclusivamente por la traición de los
dirigentes sindicales? ¿No hay
momentos donde las propias bases no
están dispuestas a salir al combate? En
esas circunstancias, ¿a qué dirigentes
sindicales eligen para que los
representen? ¿A los combativos o a los
conciliadores?

Sabemos que muchos dirigentes
sindicales se perpetúan en sus cargos
por años y hasta por décadas. La
reelección permanente de las
conducciones gremiales, desde la visión
tradicional, se explica exclusivamente
por el fraude que se comete en las
elecciones a cargos directivos.
Aceptando que son los métodos
fraudulentos los que explicacan la
perpetuación de las conducciones, ¿los
trabajadores de base no tienen ninguna
responsabilidad al respecto? En muchos
casos, esta situación, ¿no refleja la
apatía de los trabajadores? La libertad
de la que goza la burocracia sindical
para realizar fraude en las elecciones,
¿no expresa, de alguna manera, que la
clase no ha querido, no ha podido o no
ha sabido organizar una fuerza opositora
lo suficientemente poderosa para
imponer otros mecanismos de decisión?

Llegados a este punto, el lector se
puede estar preguntando si no estamos
justificando la existencia de la
burocracia sindical. Nada más alejado
de nuestras intenciones. Sabemos de las
traiciones de las direcciones
burocráticas. Conocemos que muchos
son corruptos y que están comprados
por la patronal. Somos conscientes de la
complicidad de la burocracia sindical
con la última dictadura militar. Estamos
al tanto de las formas de decisión
antidemocráticas que practican y que
ahogan toda expresión democrática que
surja desde las bases. Sin embargo, y a
pesar que nos cueste aceptarlo, en
muchos casos, estas direcciones, con
esas características, mantienen cierto
nivel de consenso entre los trabajadores
de base. El consenso puede ser activo o
pasivo. En definitiva, creemos que en la
mayoría de los casos, las direcciones
sindicales, por acción u omisión,
expresan a las bases. Por lo tanto, el
problema de la burocracia sindical no
se reduce exclusivamente a un problema
dirigencial. Para terminar con la
burocracia sindical se debe producir
una transformación global
, que abarque
tanto a las bases como a los cuadros
dirigentes.

Entre los compañeros de trabajo,
encontramos una diversidad de
situaciones. A un determinado sector de
compañeros, en algunos casos
mayoritario, no les interesa en absoluto
la cuestión sindical. No participan de la
vida gremial. Por otra parte, están
quienes fueron ganados por el discurso
de la patronal. Son aquellos que
apuestan a la salida individual, piensan
que la forma de ascender socialmente
pasa por portarse bien y hacer lo que
dice la gerencia de la empresa. Por otro
lado, tenemos una fracción, debemos
aceptarlo, que apoya a la burocracia
sindical. Por último, en algunos casos,
existe un grupo de compañeros que
defiende una política anti-burocrática.
Sería un error pensar que «contamos con
las masas», que el grueso de los
trabajadores está a favor de una política
consecuentemente anti-burocrática.

Por el contrario, la tarea principal
consiste en ganarse a los compañeros
para una política alternativa a la de la
burocracia, participativa y democrática.

Tenemos que acercar a aquellos
compañeros desinteresados en las
cuestiones sindicales, convencerlos de
la necesidad de organizarnos y pelear, de
lo contario, la patronal seguirá
explotándonos cada vez más. A los
compañeros que confían en la patronal,
debemos demostrarles que ese camino
es una vía muerta. Que los intereses de la
patronal son antagónicos con los
nuestros. A los trabajadores que
depositan sus esperanzas en la
burocracia sindical, debemos ganarlos
para una política sindical diferente. En
definitiva, debemos contribuir a
revolucionar las bases obreras para
generar las condiciones necesarias para
pelear por otra dirección sindical para el
movimiento obrero.

Alejandro Belkin
13/03/2010



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