13/02/2010

El carnaval que no espera

4-238.jpgDurante los días de carnaval Buenos Aires retumba y cruje al son de bombos y platillos. En ese tránsito infernal de fiesta, música y danza, la ciudad se despoja, se descubre y se reconoce en sus lugares más ocultos. ¿Será capaz la Reina del Plata de ver la parte negra que subyace en su cultura? Por Dinah Schonhaut


Si bien hablar de carnaval y cultura afro no son necesariamente sinónimos, podemos encontrar puntos en común al entenderlos como espacios sociales de expresión. Una vez al año, durante el carnaval, el pueblo sale a la calle a decir a través de la música, el canto y la danza quién es y cómo siente. Se abre una válvula que permite desahogar penas, pasiones, dones artísticos ocultos.

El candombe, que es -y ha sido históricamente- parte de la cultura ciudadana, cumple una función similar a la del carnaval al constituirse como un espacio de reunión, comunidad y expresión colectiva; reuniendo alrededor del fuego, hombres, mujeres, niños y ancianos de edades y condiciones socioeconómicas diversas.

Actualmente existen en Buenos Aires unas 20 agrupaciones de candombe que recrean este ritual semana a semana. Cada comparsa imprime su particularidad al ejecutar los toques tradicionales de tambor y los movimientos de la danza. Si bien el candombe que se toca hoy en esta ciudad es de origen afrouruguayo, cada grupo va acomodando a su modo el acento porteño en la clave candombera.

Por otro lado, músicos, académicos y miembros de la comunidad afroargentina se encuentran estudiando y recreando el candombe argentino -diferente del uruguayo- que parecía haber quedado en alguna vuelta de la historia. Juan Suaqué, Presidente de la Asociación Misibamba Comunidad Afroargentina de Buenos Aires, escribe «La segunda mitad del siglo XIX marca, en la Argentina, el inicio de un proyecto de país en el cual no estaban incluidos nuestros ancestros, los afroargentinos»¦ el candombe argentino (en su versión porteña), diferente y anterior a la versión montevideana, fue replegado de la escena pública, cultivándolo sólo en el ámbito familiar y siendo los mayores los responsables de trasmitirlo a las generaciones mas jóvenes, con promesa de continuidad».

Mientras que el musicólogo Pablo Cirio agrega «Hilando más fino, señalamos que preferimos hablar de candombe porteño y no argentino dado que en otras partes del país se cultiva el candombe y que es distinto al porteño -y desde ya al uruguayo-, como por ejemplo en diversas localidades de Corrientes, Chaco, Santa Fe y Entre Ríos, en manos de sus respectivas poblaciones negras ancestrales y de argentinos blancos entusiastas de su música».

Así llegamos a Santa Fe, que de la mano del músico santafecino Savino Pozzo sabemos que «no es cierto que de la africanidad no nos queda nada, el hecho de saber que acá hubo una Comparsa de candombe con afrodescendientes que salieron hasta 1950, fue para mi un punto de inflexión, el candombe siempre estuvo acá, quizás con otra forma, pero estuvo», afirma.

El año pasado, con la intención de mostrar de qué se trata -o qué queda- del candombe argentino, el INADI realizó en el galpón de La Chilinga el Primer Encuentro Artístico de Candombe Afroargentino. Aunque no todos los exponentes del género participaron del evento, fue una oportunidad de acercar al público esta música sobre la que pesa el fantasma de la extinción.

Hurgando entre los sonidos de nuestra historia, encontramos un pasado que intenta recobrar la memoria de una Buenos Aires que iniciaba el siglo arrumando negros, inmigrantes y compadritos en los barrios bajos de la ciudad. Así llegamos al tango y a la milonga, palabras que destiñen negro de sólo decirlas. No sólo el nombre, también el ritmo e incluso la danza, llevan la marca africana. Y el tango es bien porteño, bien mezclado de todo lo que pisa este suelo, por eso también negro. «Del tradicional candombe se pasó a la habanera, para luego llegar al tango americano, sin olvidar al fandango, luego al tango argentino y desembocar más tarde en la milonga y finalmente en el tango», relata una nota del historiador Juan Carlos Coria.

Pablo Cirio cuenta que «la presencia de negritud en los títulos de tango es muy abundante. Ya sea que dan cuenta de personajes negros, reales o imaginarios, como en Negra María, El moreno Salazar, El negro Raúl, etc.; versan sobre el color negro: Azabache, Charol, Negro carbón, El negro, Mulatada, Alma de moreno, etc; remiten al mundo musical negro: La rumbita candombe, El barrio del tambor, El candombe, Candonga, Tango negro, Tocá tangó, por nombrar algunos».

El tango -como el candombe, la capoeira o incluso el mismo carnaval- es una expresión popular, colectiva que integra la danza, el canto y la música, características propias de las prácticas culturales de origen afro. Ni siquiera el folclore escapa a la presencia africana. La chacarera y la zamba, por ejemplo, tienen fuertes influencias negras que pueden escucharse y verse en su baile. Tan ocultadas e ignoradas como las presentes en el lenguaje cotidiano de las palabras tango, milonga, quilombo, mondongo, etc.

Buenos Aires va quitándose lentamente el antifaz de ciudad europea y blanca, dejando ver las huellas de los miles que negros que caminaron sus calles. Lo que nos acerca a lugares más distantes de América, con quienes compartimos un pasado y una historia común. La cultura afro en Argentina, que no para de proliferar, pone de manifiesto la necesidad de compartir, de hacer con los otros, de festejar, de expresarnos colectivamente, de concebir un espacio de apertura, como lo es el carnaval, pero sin esperar hasta febrero.

Fuentes: «La presencia del negro en grabaciones de tango y géneros afines», Pablo Cirio. «Pasado y presente de los negros en Buenos Aires» Juan Carlos Coria. Revista Quilombo! Nros. 12, 37, 40 y 43.

Dinah Schonhaut para Revista Quilombo

Foto: www.agencianan.blogspot.com

quilomboredaccion@gmail.com



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