27/11/2009

Ex FILOBEL-FEBATEX: Un año de lucha obrera

2_1_.jpg Los trabajadores de la ex Filobel-Febatex comenzaron a pelear por el cobro de sus indemnizaciones luego de que la patronal los despidiera en octubre de 2008 como paso previo al vaciamiento total. Tras largos meses de acampe, durante los cuales debieron resistir desalojos y presiones por parte del sindicato textil, lograron poner en marcha la fábrica. La gestión obrera se mantuvo por seis meses, pero hoy, a un año del comienzo de la lucha, se encuentran nuevamente en el desamparo: sin los medios de producción ni el cobro de la millonaria deuda. Fotos y nota:PF


Memoria del vaciamiento (Primera parte)

Rúben Ballini (contador) y Mario Federici (docente de Derecho Constitucional UBA) crearon la empresa FILOBEL S.A en 1994. La textil, situada en Rodolfo López 1706 de Quilmes Oeste, tenía como propósito la elaboración de hilados de algodón y cintas transportadoras.

Reconocidos por la precariedad laboral que ofrecían a sus empleados y la pésima calidad de sus productos; la empresa comenzó en el 2000 con un proceso de vaciamiento, para el cual necesitaron crear una nueva razón social: FEBATEX SRL.
Con las mismas maquinarias y los mismos empleados Ballini y Federici emprendieron un flagrante fraude laboral en las mismas dependencias de la malograda FILOBEL S.A.

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Por su parte, los vapuleados trabajadores textiles fueron obligados a renunciar a su antigüedad y al cobro de las indemnizaciones a cambio de seguir trabajando en negro. Quienes no aceptaron las nuevas condiciones debieron resignarse a entablar juicios incobrables a una empresa que ya no existía.

Memoria del vaciamiento (Segunda parte)

La vida de la «nueva» empresa (FILOBEL S.A) duró apenas siete años; período en el cual quedó quedó claro que lo único que había cambiado era su nombre. A fines de 2007, la patronal comenzó a implementar un segundo vaciamiento. Esta vez el nombre elegido para bautizar el fraude laboral fue el poco original FILOBELT SA.

La historia se repetía: los 120 trabajadores iban siendo despedidos por tandas y la falta de organización; sumada a una ausencia total de apoyo del sindicato textil (A.O.T) los dejaba, una vez más, completamente indefensos.

Mientras tanto y en la misma línea de producción convivían empleados que cobraban con recibos de FILOBEL-FEBATEX cuando empezaron a aparecer lo de la nueva firma (FILOBELT).

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En octubre de 2008 solo quedaban 27 operarios en funciones. Todos temían que al llegar a sus casas se pudieran encontrar con el telegrama de despido. A mediados de ese mismo mes ese temor se convirtió en una triste realidad: la última tanda de despidos llevó a cero el número de empleados de Filobel-Febatex-Filobelt. Veintisiete obreros se sumaban, entonces, a la larga lista de ex empleados de las fantasmagóricas firmas que quedaban en la calle sin cobrar indemnizaciones, salarios caídos, sin obra social por cese de aportes, etc., etc., etc»¦

Estos últimos despedidos, sumados a algunos que habían sufrido la misma suerte semanas antes, decidieron acampar en la puerta de la fábrica para impedir que la patronal se llevara las maquinarias, único seguro de cobro de la deuda que ascendía a 1.500.000 pesos solo con quienes estaban reclamando.
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Ante esta situación, la patronal experta en vaciamientos, decidió «rever» diez de los últimos despidos. Casualmente todos ellos desempeñaban funciones de capataces, jefes de producción y administrativos. De esta manera tenía a los trabajadores acampando en la puerta y a los administrativos «queriendo trabajar», más allá del hecho de que ninguno sabía prender las máquinas.

Esta estrategia de fraccionar a los trabajadores se mantuvo hasta febrero de 2009. Durante esta etapa del conflicto incumplieron sistemáticamente con el pago de salarios y cesaron con los aportes de estos diez empleados y NUNCA presentaron una oferta de pago a los trabajadores que acampaban pidiendo por sus indemnizaciones y salarios caídos.

El Ministerio de Trabajo, A.O.T y el Municipio de Quilmes hicieron oídos sordos ante los reclamos de los trabajadores y sólo esperaban que los obreros se cansaran de reclamar y volvieran a sus casas.
Recuperar la fábrica

El 11 de febrero de 2009 (tras 5 meses de conflicto y ante la certeza de que nada se había logrado); la asamblea de trabajadores decidió que la patronal no volvería a entrar a la fábrica hasta que no efectuara el pago de la deuda. En estas condiciones Rubén Ballini y Mario Federici tampoco hicieron ningún tipo de oferta de pago y comenzaron una campaña de denuncia hacia los acampantes afirmando que no eran «verdaderos trabajadores de la firma».

Patotas armadas vigilaban las puertas de la fábrica, amenazas telefónicas y autos sin identificación se instalaron en las casas de los trabajadores buscando amedrentarlos mientras las ofertas de pago no llegaban.

El Ministerio de Trabajo provincial dictó en abril una conciliación obligatoria. Una situación irrisoria ya que no se permitió participar a los despedidos, por estar «representados» por la AOT y que dicha conciliación debería haberse pedido seis meses antes cuando el conflicto estallaba.

Ante esta situación los trabajadores vieron por primera vez seriamente la opción de poner a funcionar la fábrica. La patronal no iba a pagar y ellos habían conformado la Cooperativa de Trabajo Textil Quilmes Limitada como forma de presión; pero poner en funcionamiento las máquinas era la única opción que les quedaba para mantener la fuente de trabajo.

Invitaron a formar parte de la cooperativa a los diez trabajadores que aún no habían recibido el telegrama de despido pero que de hecho no cobraban hace meses -algunos aceptaron ingresar a la cooperativa y otros no- y se comenzaron los preparativos para retomar la producción de la planta.

Durante 6 meses chocaron con todas las limitaciones que tienen los procesos de recuperación de fábricas. Gracias a la ayuda desinteresada de vecinos y organizaciones agrupadas en lo que denominaron «comisión de apoyo» muchas cosas se facilitaron. El apoyo técnico de los estudiantes de la UNQ y UBA fue valioso a la hora de impulsar el área de administración y el mantenimiento de las maquinarias.

El resultado fue inestimable. La experiencia mostró que los trabajadores podían poner en marcha algo que la patronal había parado por considerar inviable y no sólo eso: generaron decenas de nuevos puestos de trabajo y convirtieron a la textil, en un espacio de intercambio con la comunidad quilmeña, generando múltiples actividades artísticas, sociales y culturales.

El desalojo

El 13 de agosto un espectacular operativo policial ingresó por techos y saltó los portones para sacar a punta de pistola a los cuatro trabajadores que realizaban las tareas propias del turno noche.

Seis meses de producción eran cambiados por la ocupación total de la planta por fuerzas policiales gracias a una orden del Juez de Garantías Número 4 de Quilmes, Damián Véndola, quien consideraba que las instalaciones habían sido usurpadas.

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Este juez tomó su decisión pasando por encima de Poder Legislativo Provincial, ya que la ley de expropiación de la Coop. Textil Quilmes había sido aprobada de manera unánime por la Cámara de Diputados provincial y estaba siendo tratada por la Comisión de Industria y Minería de la Cámara de Senadores. La cooperativa contaba además con las matrículas del IPAC e INAES.

Los trabajadores hoy

Desde el desalojo se puede apreciar como la policía se turna para custodiar una fábrica abandonada, que corre peligro de ser tomada por una treintena de obreros que quiere volver a trabajar y que hasta el momento acampa en el frente de la textil.

El poder de lobby de la patronal ha logrado que la ley de expropiación se trabe en la Comisión de Industria y Minería de la Cámara de senadores. Esta comisión afirma que es necesario que el intendente quilmeño, Francisco Gutiérrez, tome posición ante el conflicto y realice un «informe a favor» de los trabajadores para que la ley sea aprobada.

Ante esta situación el intendente solo ha presionado a la patronal para que pague las indemnizaciones. Dando como resultado una oferta de pago por primera vez en un año de conflicto. La propuesta consiste en 450.000 pesos de los 1.500.000 adeudados a pagar en 24 cómodas cuotas.

A un año de iniciado el conflicto, la situación vuelve al principio del mismo. La decisión de no pagar las deudas se evidencia en la propuesta misma de pago. La única posibilidad de conservar la fuente de trabajo está en manos del intendente quilmeño, quien debe tomar una decisión que no quiere tomar, devolver la fábrica a los únicos que demostraron querer trabajar y generar puestos de trabajo: los trabajadores de la Cooperativa Textil Quilmes.

Por: Pablo F y ANRed



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