26/06/2009

Los Medios Populares y Alternativos y la Masacre de Avellaneda

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El miércoles 26 de junio de 2002, alrededor de las 12, las fuerzas de seguridad en un operativo conjunto desataron la feroz represión sobre los y las trabajadores/as desocupados/as que se manifestaban en Avellaneda. Dos jóvenes, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados. ¿Qué dijeron los medios masivos?, ¿qué dijimos los medios alternativos?


27 de junio de 2002. El día después

Jueves 27. Primera hora

La aparición pública de evidencias y la presión popular marcaron el fracaso
de la estrategia oficial. Las tapas de los principales diarios del país, la
mañana del jueves 27, aportaron tranquilidad a quienes fomentaron y llevaron
a cabo la estrategia oficial:
«LA CRISIS CAUSÓ 2 NUEVAS MUERTES. NO SE SABE AÚN QUIÉNES DISPARARON
CONTRA LOS PIQUETEROS», tituló Clarín.

«La crisis», así a secas, era según el diario de mayor tirada del país la responsable
de las muertes. ¿Quién? ¿El gobierno? ¿La policía? No: la crisis.
Así sembraban las dudas necesarias que avalaran el discurso oficial.

La Nación: «DOS MUERTOS AL ENFRENTARSE PIQUETEROS CON LA POLICÍA»
¿Represión criminal? ¿Jóvenes asesinados? Nada de eso. En el copete
de la nota que acompaña la foto de tapa, el diario conservador -tradicional
vocero de la oligarquía- agrega: «BAJO SOSPECHA DOS GRUPOS PIQUETEROS»
y nos señala a nosotros y a los cumpas del Teresa Rodríguez.

Crónica y Diario Popular pusieron su cuota de confusión y sensacionalismo.

Sólo Página/12 tituló en tapa «CON DUHALDE TAMBIÉN» y en su nota
principal: «LA CACERÍA POLICIAL TERMINÓ CON DOS MUERTOS A BALAZOS»,
presentando una crónica que tomaba distancia del discurso oficial
para acercarse a la realidad.

Sin embargo, también durante aquellas primeras horas del día comenzaron
las fisuras en el discurso dominante, por donde finalmente se coló parte de
la verdad en torno al fusilamiento de Darío.

Sin notar lo que publicaba, Clarín ilustró su confusa tapa del jueves 27 con
una foto tomada en el interior de la estación de trenes de Avellaneda, en la
que se veía a Maxi muerto en el piso y, en forma borrosa, un joven de pie
a punto de iniciar la carrera, rodeado por cuatro policías uniformados portando
Itaka, dos de ellos en posición de tiro. El primer ejemplar del diario
llegó a nuestras manos bien temprano, mientras estábamos velando a Darío,
reunidos en el Salón Comunitario del Barrio La Fe. Al ver la foto, inmediatamente
notamos que la figura borrosa de pie junto al cuerpo de
Maxi era la de Darío, con vida, en el mismo lugar donde segundos después
fue fusilado de un tiro en la espalda. Los que sí se veían con nitidez en la
imagen eran el comisario Fanchiotti, el cabo Acosta, el principal Quevedo
y el cabo Colman, dispuestos a matar y borrar las pruebas del crimen.

Diario en mano, comenzamos a explicarle la imagen a todo aquel que se nos
cruzara. A través de los reportajes radiales que atendimos desde temprano,
comenzamos a desarmar ante la sociedad el discurso oficial punto por punto.

Además de la explicación de la foto en la que se ve a Darío segundos
antes de ser fusilado por la espalda, los cumpas que pudieron hablar ante los
medios plantearon los detalles de la represión criminal, las cifras de compañeros
heridos por balas de plomo, el trabajo solidario que hacían Darío, Maxi
y todos en el Movimiento. Así comenzaba a traslucir qué es lo que realmente
hay detrás de los piquetes: un intenso trabajo social en los barrios, como
lo demostraban las circunstancias en que Darío estaba siendo velado, en
el Salón Comunitario que los mismos compañeros del barrio habían construido
junto a él en el último año.

Nuestra visión de los hechos fue redactada con precisión y detalle por la
agencia de noticias independiente ANRed, integrada por jóvenes trabajadores
de prensa que, con dedicación militante, informan sobre nuestras luchas.
Cuando a media mañana el periodista Marcelo Cena nos llamó para confirmar
la información recibida por ANRed, nuestras denuncias quedaron plasmadas
en un extenso cable de la agencia oficial Telam, que llegó a todas las
redacciones del país.

De esta forma se instaló en el gobierno una doble agenda para la jornada,
más compleja de lo previsto. Por un lado, debían continuar con la ofensiva
política contra nuestras organizaciones, tal cual lo habían planeado. Lo
hicieron por medio de agresivas declaraciones de prensa, reforzando el clima
represivo necesario para amedrentar a quienes aún pensaban en seguir
movilizados. También con la preparación de la Causa Complot, avanzando
en la estrategia de criminalización de las organizaciones piqueteras. Pero
también empezaba a tomar cuerpo la posibilidad de que la estrategia gubernamental fracasara.»

(Extraído del libro «Darío y Maxi, dignidad piquetera. El gobierno de Duhalde y la masacre del 26 de junio de 2002 en Avellaneda».)

Qué dijeron algunos diarios argentinos sobre la masacre de Avellaneda al día siguiente de los hechos:

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