14/07/2019

Lucrecia Masson: “Hay muchas resistencias a reconocer que la base de España es el robo colonial”

Lucrecia Masson analiza el mundo desde la disidencia: la sexual, la corporal. También señala las bases coloniales y racistas sobre las que se asientan las sociedades occidentales, incluida la española. Por El Salto diario

Activista de la disidencia corporal, migrante y disidente sexual, Lucrecia Masson (Ombucta, 1981) también es artista y a ratos escribe, trabajando con la figura del rumiante. Forma parte del Colectivo Ayllu, integrado por migrantes disidentes sexuales, que desarrolla interesantes propuestas relacionadas con la crítica a la blanquitud desde una perspectiva decolonial.

Nos sentamos a hablar con ella sobre el sistema colonial de belleza, la gordofobia y el cuerpo como espacio de disidencia política.

Eres activista de un sinfín de causas, entiendo que todas son luchas que te atraviesan, ¿cuáles serían? 

Pues sí, son luchas que me atraviesan, que encarno. Digamos que soy activista antirracista, transfeminista, de la disidencia corporal y sexual, pero no sé sin cosas que puedan separarse en distintas causas, creo que lo que tiene sentido de esta enumeración es que habla de quién soy y desde dónde hablo, de mi cuerpo que es desde donde me relaciono con el mundo. Mi posicionamiento político tiene que ver con todo eso que soy y con mi historia, que a su vez está sostenida por resistencias de quienes están antes que yo, de cuerpos que son antes que yo.Me gusta la idea de impureza para definirme. Una impureza que está presente en mis raíces y que se vuelve también un modo de hacer. Suelo decir que lo que soy y lo que hago tiene la impureza como principio. A su vez, como gorda, la idea de impureza me remite a la grasa, a lo que sobra, el desecho, a lo sucio y asqueroso, son imágenes que se me hacen potentes.

Hablando de la gordura, ¿cuándo y por qué empiezas a nombrarte como gorda? 

Cuando hay una serie de condiciones de posibilidad que tienen que ver conmigo y con otres también, en el sentido de nombrar el cuerpo gordo como un cuerpo político. Cuando hay un sentir y un pensar que es colectivo. Y creo que concretamente, con respecto a la gordura, es algo que mucha gente andábamos necesitando. Politizar el disciplinamiento del cuerpo en estas sociedades occidentales y occidentalizadas, y cómo se exporta un modelo en términos de belleza, talla, funcionalidad, entre muchas otras cosas. Entrarle al sistema de peso, tallas y medidas y dar lugar a la experiencia gorda del cuerpo. Hacía falta dentro del feminismo y del transfeminismo.Creo que mucha gente andábamos necesitando politizar el disciplinamiento del cuerpo en estas sociedades occidentales y occidentalizadas, y cómo se exporta un modelo en términos de belleza, talla, funcionalidad

¿Qué es y en qué consiste la gordofobia? 

Es el odio hacia los cuerpos gordos; ya sea un rechazo hacia ese cuerpo que es gordo, o un rechazo más internalizado hacia une misme. La gordofobia opera también desde la amenaza a convertirse en eso que no se quiere ser.

Suelo decir que el deseo de adelgazar se obedece y se traga. Si imaginamos una pastilla de adelgazar es bastante gráfica la idea. Se incorporan las ganas de tener ese otro cuerpo que no tengo pero que voy a estar constantemente deseando y voy a trabajar en pos de ese cuerpo a costa de esfuerzos y de manera individual para lograr una salvación que se presenta ahí en el futuro como algo a alcanzar, algo a merecer si has sabido cerrar la boca.

Pienso también que la gordofobia no puede ser pensada por fuera del orden colonial, que es hetero-cis capitalista y capacitista. La forma de un cuerpo produce valores y verdades, de ahí que sabemos muy bien qué cuerpos son bellos y deseables, sanos y funcionales para este marco de sentido que habitamos. Es también muy importante no universalizar la experiencia de la gordofobia y de las violencias que provoca.

¿Qué supone el cuerpo en el discurso político? ¿Qué cuerpos hacen política o qué supone hacer política desde el cuerpo?En política la pregunta por el cuerpo es fundamental y creo que toca hacerla constantemente. A mí me interesa la posición de los cuerpos que no somos llamados al éxito o al triunfo sino que somos cuerpos que se activan desde otro lugar. Y también me pongo a pensar cuáles son esos cuerpos del éxito. Seguramente son cuerpos herederos de todo un legado colonial, son cuerpos con una serie de posibilidades y recursos y, a su vez, encarnando ciertas bellezas, ciertas corporalidades y las sexualidades adecuadas.

¿Es posible pensar el cuerpo como espacio de disidencia? ¿De qué manera? 

El cuerpo es un lugar desde donde hacer política, desde donde pensar, desde donde accionar, claro que sí. Y se trata de que los cuerpos estén presentes y ocupen los espacios. No podemos seguir reproduciendo las formas paternalistas y de tutelaje de hacer política. Los movimientos de diversidad funcional dicen: “Nada sobre nosotrxs sin nosotrxs”, es fundamental esta consigna. A su vez creo que cuando hablamos de disidencia corporal tenemos que pensar en qué construye a eso otro como lo normal, y seguramente va a estar enmarcado en los parámetros de la blanquitud.

Cuando hablamos de disidencia corporal tenemos que pensar en qué construye a eso otro como lo normal, y seguramente va a estar enmarcado en los parámetros de la blanquitud

¿Qué construcción de belleza es la imperante desde la blanquitud, cuáles son los parámetros de la blanquitud de los que me hablas?

Bueno, en términos de belleza pasan por la esbeltez, el refinamiento de las formas, una talla y una estatura adecuadas. El sistema de tallas y peso que usa la medicina y que, a partir de ella, define como erradas, como corregibles, a ciertas corporalidades, por supuesto que es occidental. Y se usa en todo el mundo, se universaliza, esta es una operación básica del colonialismo. La belleza legítima de un cuerpo es una belleza blanca y el deseo también se construye desde ahí. Y luego sí que pasan otras cosas, como el exotismo, pero no vamos a entrar ahí ahora.El sistema de tallas y medidas es parte de una construcción histórica también, surge en un momento concreto, en la Revolución Industrial en Inglaterra y de la mano de la antropometría, disciplina destinada a medir huesos y cráneos en esos otros mundos que Europa invadía. Esta misma antropometría, inventada para justificar la inferioridad racial y aplicar desde ahí el racismo científico, es la que también va a medir cuáles son los cuerpos correctos, es decir va a inventar las medidas correctas de un cuerpo.

Antes me hablabas de transfeminismo, ¿qué es el transfeminismo?

Bueno, no sé si yo puedo definir qué es el transfeminismo, más bien te diría que para mí ha sido, es, una experiencia: experiencia del mundo, experiencia política, experiencia del cuerpo. Sí diría que es una apuesta en el marco del feminismo por poner el cuerpo en el centro, por pensar qué cosas atraviesan el cuerpo y por ampliar los marcos del sujeto histórico del feminismo que es el sujeto mujer. Esto último me parece bien importante de remarcar y más ante este resurgir de un feminismo trans-odiante, biologicista, vaginocéntrico al que asistimos en estos tiempos. A su vez también pienso lo que junto con muchxs compañerxs decimos, que todo feminismo o transfemismo que no sea antirracista es racista.

Eres mujer y eres migrante, imagino que la experiencia migratoria supone estar sometida a múltiples violencias, ¿cuáles serían? 

Sí, soy migrante. Migré hace como 11 años sin papeles y sin un plan muy pensado. Llegué y trabajé de infinitas cosas y luego más en concreto de encuestadora haciendo estudios de mercado, pateando la calle, de lo que sigo trabajando a día de hoy de hecho. También al principio trabajaba cuidando a una señora mayor por horas. La mía no fue una migración para estudiar en Europa o para hacer un máster. A su vez, migré con un pasaporte argentino que es un pasaporte privilegiado incluso en su ilegalidad. Y sí, la experiencia migratoria supone muchas violencias, la ley de extranjería es violencia. Es una ley de muerte. También hay que decir que la distribución de esas violencias es muy distinta, las migraciones no son todas iguales ni la violencia pega de la misma manera.La supremacía blanca no es posible sin el sostenimiento de la vida por parte de otros cuerpos migrantes y racializadosAlgo sobre lo que me importa pensar es toda una serie de tareas de cuidados y sostenimiento de la vida que hacemos las migrantes. Creo que la supremacía blanca, entendida como un sistema de vida que se va alimentando y va perpetuando los lugares de poder que ocupan ciertos cuerpos, no es posible sin el sostenimiento de la vida por parte de otros cuerpos migrantes y racializados. La sociedad española entera está sostenida en un nivel muy material, muy concreto, por la migración. Por ejemplo, las feministas blancas pueden hablar de autonomía e independencia porque lxs migrantes cuidan a sus hijos o a sus padres viejos.

Que es un poco lo que se reivindicó en el pasado 8M por parte de colectivos como Territorio Doméstico o SEDOAC, ¿no?

 Creo que ahí hay una cuestión muy importante a abordar. El 30 de Marzo se celebra el Día de lx trabajadorx del hogar y los cuidados. Este debería ser un día profundamente feminista, ¿no? Sin embargo no lo es, y ni hablar con respecto a la masividad que tiene en los últimos años la manifestación del 8 de marzo. Deberíamos sacar un lema que diga “No hay 8 sin 30”.

Hablabas antes de colonialismo, ¿qué le debe España a las poblaciones de Abya Yala? ¿De qué no ha sido consciente hasta ahora?

¿Qué le debe? Todo. ¿De qué no es consciente? De nada.Creo que hay muchas resistencias a reconocer que la base de España es el robo colonial. Afortunadamente yo no tengo alrededor mucha gente declaradamente facha, no tengo un tío facha con el que tenga que juntarme en Navidad, por ejemplo. Eso está bueno de ser migrante. Pero sí tengo relación con los movimientos sociales e incluso en los más radicales, hay grandes resistencias a reconocer que España no existe sin el robo colonial, como dice Jota Mombaça.Desde Colectivo Ayllu hablamos de amnesia colonial, y es en esa amnesia que España olvida su pasado y el robo colonial, pero tampoco ve el presente y quién le cambia los pañales. Olvida quién sostiene su vida día a día, quiénes son esas que dejan a sus hijos y a sus padres en los territorios del Sur global y se vienen acá a cuidar los niños y los viejos. España debe mucho, pero creo también que debe además pensarse en términos de un sostenimiento de su propia población a día de hoy. Hay un robo, un saqueo y una violación originaria del pasado que se sigue produciendo, se mantiene y se reactualiza constantemente.

¿Qué cosas se te ocurren como propuestas para seguir en esos caminos que tienen que ver con la descolonización y con poner el cuerpo en el centro? 

Creo que hay mucho por hacer y que se hacen muchas cosas y muy increíbles. Y así por cosas que me dan vueltas últimamente, se me ocurren cosas donde sacar lo intelectual del centro y poner ahí la escucha. Es que creo fuertemente en que se lee de muchas maneras y eso en mí es muy así porque no siempre leo a libro abierto. La música, los bailes, sí, el cuerpo en el centro. Me gustaría entrarle a la radio, por ejemplo, me parece un campo con muchas posibilidades y muy interesante.



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