29/06/2019

Al borde de otra guerra en Medio Oriente

Un ataque de EE.UU. contra Irán fue detenido poco antes de lanzarse. El mundo estuvo a las puertas de una guerra en Medio Oriente, con riesgo de alcance global. Por Eduardo Lucita.


El método ejercitado por Trump en esto tres largos años de su gobierno es simple: avanza sin consultar, amenaza tras amenaza, ejerce «presión máxima» hasta lograr algún tipo de acuerdo, o al menos decir que lo logró. Se apoya para esto en su hegemonía militar y su poderío económico y su recurrencia a las falsedades, todo distribuido generosamente vía twitter. Así lo hizo, por ejemplo, en la renegociación del acuerdo de libre comercio con México y Canadá; con Corea del Norte por los misiles de largo alcance, y con China por el déficit comercial y la disputa por el avance tecnológico. Lo acaba de volver a hacer con Venezuela y con México.

La forma, o los modos, en que el presidente Donald Trump hace política, o se supone que la hace, suscita desde hace más de tres años comentarios y debates, tanto por la importancia de las mismas para el mundo como por la liviandad y vulgaridad con que muchas veces las presenta. Se cruzan en sus decisiones cuestiones de política de Estado con actitudes personales irracionales, pero cuando lleva esa forma al límite, como lo acaba de hacer con Irán, quedan al descubierto los peligros para la humanidad que lleva implícita.

Los hechos

Conviene seguir la secuencia de los hechos. Todo inicia cuando Trump decide retirar a EE.UU. del acuerdo nuclear con Irán acompañado por reimponer el bloqueo que está destruyendo la economía iraní. La República Islámica responde que retomará su programa nuclear si continúan las sanciones económicas. Poco después anunció que este 26 de junio sus reservas de uranio enriquecido superarían el límite impuesto por el acuerdo nuclear Desde aquí comienza una escalada verbal que culmina con el despliegue de EE.UU. de su fuerza naval y misilística y el reforzamiento de sus tropas en la región del Golfo Pérsico.

Hace un mes dos buques petroleros sauditas sufrieron daños en sus cascos por supuestos ataques persas no comprobados, dos semanas atrás se produjeron atentados a dos barcos petroleros en el estrecho de Ormuz, uno noruego y otro japonés, casualmente cuando el premier de Japón estaba en Teherán. Rápidamente EE.UU. acusó a Irán, dijo tener pruebas que el ataque fue por medio de una mina que impacto en el lado derecho (estribor). Por el contrario la tripulación japonesa declaró que el impacto fue sobre la línea de flotación (esto es por un objeto volador) y del lado izquierdo (babor).

¿Quién fue?

Irán está casi descartado pues ¿qué interés podría tener en atacar una nave japonesa cuando Japón es uno de los principales compradores de su petróleo, siendo además que Qatar es su aliado? ¿Tal vez el ala más fundamentalista de los Guardianes de la Revolución para descolocar al presidente Hassan Rohani, un moderado? ¿Pueden haber sido Israel, Arabia Saudita o los Emiratos Arabes, aliados de EE.UU. y enfrentados históricamente a Irán, que fogonean el enfrentamiento?

Sin embargo todas las miradas convergen sobre EE.UU. El prestigioso analista internacional Guillermo Almeyra nos recuerda que «un presidente estadounidense hizo volar una nave de guerra de su país -el Maine- para iniciar la guerra contra España que le permitió ocupar Cuba, Puerto Rico y Filipinas; otro dejó que los japoneses destruyesen su flota en Pearl Harbour para lanzar su país a la guerra mundial y un tercero hundió una lancha patrullera estadounidense en el Golfo de Tonkín acusando al VietMihn para mandar 500 mil soldados a Indochina».

Agreguemos que la guerra contra Irak fue decidida sobre pruebas que luego se comprobó que eran falsas.

Así las cosas Irán derribo un dron de espionaje y vigilancia de EE.UU. que, dice, había ingresado en su territorio. El presidente Trump, empujado por el asesor de Seguridad John Bolton y el Secretario de Estado Mike Pompeo, ordenó como represalia bombardear tres objetivos. Cuando los aviones estaban en el aire decidió cancelar la operación.

Según sus propias explicaciones: «No pensé que fuera proporcional», porque hubieran matado 150 personas, y no se justificaba porque el dron derribado era un avión no tripulado. En su lugar y a propuesta de los militares estadounidenses ordenó un ataque cibernético contra los sistemas informáticos iraníes (lanzaderas de misiles y cohetes y control del paso de buques petroleros por el estrecho), mientras reforzó las sanciones económicas.

El vocero de las fuerzas armadas iraníes prometió que «disparar una bala contra Irán prenderá fuego a intereses de EE.UU. y sus aliados», Trump no tardó en responder, dijo que no desea la guerra, pero si la hay prometió «una destrucción como nunca antes se ha visto».

El mundo en peligro

Frente a la escalada y al nivel de las tensiones, tanto China como Rusia, la Unión Europea y Japón piden moderación. Son conscientes que si se desplegara una acción militar en la región se cerraría inmediatamente el paso por el Estrecho de Ormuz -por donde se transporta más del 20 por ciento de la producción mundial de petróleo- lo que paralizaría las exportaciones petroleras de los países del Golfo Pérsico y de Arabia Saudita hundiendo sus economías y subiendo el precio del petróleo, con fuerte impacto en la economía global, ya afectada por la disputa comercial de EE.UU. con China

Donald Trump ha comenzado la carrera electoral por su reelección y juega su política de máxima presión, hasta ahora ha amenazado pero nunca llegó a un conflicto militar. En esto entra en colisión con el belicismo de Bolton y Pompeo, mientras cuenta con el apoyo del Estado Mayor Conjunto, saben que Irán no es Irak, donde no le fue bien, y que sería una guerra larga y costosa con el riesgo de empantanamiento como en Afganistán y que obligaría a Rusia a intervenir como en Siria.

Por ahora solo el temor a otra derrota frena la guerra. El mundo sigue en peligro.

Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).



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